La Sostenibilidad financiera ha dejado de ser un concepto abstracto para convertirse en un pilar estratégico que redefine el papel de las entidades bancarias. Más allá de garantizar la rentabilidad, implica gestionar los recursos de manera ética, inclusiva y resiliente, priorizando el impacto a largo plazo sobre el beneficio inmediato. Su aplicación afecta directamente a la economía real, impulsando modelos productivos más justos y sostenibles.
Se trata de un enfoque que integra criterios ambientales, sociales y de buena gobernanza (ASG) en las decisiones económicas, que va más allá de cumplir normativas y busca:
- Equilibrar rentabilidad y propósito, priorizando inversiones que generen valor social y ambiental.
- Promover la transparencia en la gestión de recursos y fortalecer la confianza de los diferentes stakeholders.
- Reducir riesgos sistémicos, como los derivados del cambio climático.
Es una forma de repensar la relación entre el sector financiero y la sociedad, situando a las personas en el centro, con un impacto en la economía real. Las entidades cooperativas, con un ADN muy centrado en la persona, son un claro ejemplo de una nueva forma de hacer finanzas.
Entidades como Caja Ingenieros demuestran que es posible alinear rentabilidad con impacto. En nuestro plan estratégico Transforma 2026, operativo desde 2023, hemos integrado métricas de impacto y de alineación con los ODS más allá de la rentabilidad financiera.
Sin duda, la sostenibilidad financiera tiene tres grandes beneficiarios: las empresas y/o los emprendedores, la sociedad y el planeta.
En lo que respecta a los primeros, contar con una estructura financiera sostenible permite a las organizaciones e individuos acceder a financiación en condiciones más favorables o reducir su dependencia del endeudamiento a corto plazo, lo que se traduce en una mayor solidez, capacidad de inversión y adaptabilidad frente a los cambios del mercado.
Además, aquellas empresas que integran criterios de sostenibilidad financiera suelen ser percibidas como más responsables, atrayendo así inversores conscientes y estratégicos. El modelo de aplicación de los criterios de sostenibilidad en los servicios de inversión de Caja Ingenieros, por ejemplo, incluye políticas de exclusión (no invertimos en empresas relacionadas con armas o tabaco) y herramientas para evaluar el impacto y los riesgos de sostenibilidad de las inversiones.
En definitiva, nuestro objetivo principal es que puedas elegir inversiones que sean rentables y a la vez responsables, reduciendo riesgos y promoviendo un impacto positivo en la sociedad y el medioambiente.
Por lo que se refiere a la sociedad, una economía que promueve la sostenibilidad financiera favorece la reducción de desigualdades, ya que impulsa iniciativas que generan empleo digno, acceso equitativo a recursos y servicios financieros, y fomenta el emprendimiento inclusivo. La estabilidad económica de las empresas también se traduce en comunidades más prósperas, donde los beneficios económicos se distribuyen de forma más justa.
En lo relativo al planeta, la sostenibilidad financiera va más allá de los estados financieros, y considera también el impacto ambiental de las decisiones económicas. Orienta las inversiones hacia proyectos respetuosos con el Medio Ambiente y promueve el uso eficiente de los recursos naturales. Esto implica, por ejemplo, financiar energías renovables, apoyar economías circulares y fomentar prácticas empresariales éticas y responsables.
En un contexto de incertidumbre global, la sostenibilidad financiera emerge como la brújula que guía hacia una economía real más estable, justa y preparada para los desafíos del siglo XXI. Su integración en la gestión no es una opción, sino una responsabilidad compartida entre instituciones, empresas y ciudadanos.
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