Como cada año, el próximo 1 de diciembre se conmemora el Día Mundial del Sida, una efeméride impulsada por el Programa Conjunto de Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA), que este año quiere destacar la necesidad de “Superar las interrupciones, transformar la respuesta al sida”, como reza el lema de esta edición.
Un objetivo con el que llaman a la unión de la comunidad internacional para cerrar las brechas existentes en ámbitos como la financiación, el acceso a los servicios de prevención y tratamiento del VIH, así como para empoderar a las comunidades.
La farmacia comunitaria lleva décadas aportando todo su potencial a la prevención, detección precoz y acceso y seguimiento de los tratamientos del VIH/Sida. Actuaciones y servicios tanto en el ámbito de la salud pública como en el de los servicios asistenciales, todos ellos con efectos positivos sobre la calidad de vida de los pacientes.
Así, más allá de la educación sanitaria que ofrece en su labor diaria o mediante campañas sanitarias concretas, la farmacia comunitaria se ha convertido en el establecimiento sanitario más cercano y accesible para la detección precoz del VIH.
En este ámbito sobresalen la dispensación de test de autodiagnóstico de VIH mediante un protocolo consensuado con el Ministerio de Sanidad, o las miles de pruebas rápidas que cada año realizan farmacias de Cataluña, País Vasco, Castilla y León, Cantabria, Asturias, Islas Baleares y Navarra en una acción coordinada con sus respectivas consejerías.
Es en estos momentos, cuando el paciente se enfrenta a las primeras pruebas, cuando siente que su futuro, que la vida que tiene por delante depende de un resultado. Es cuando aparece el miedo, la incertidumbre, las dudas… Pero, ahí está el farmacéutico, acompañando, tranquilizando, informando y explicando, junto al resto de profesionales sanitarios, que esa enfermedad que hace años era mortal hoy, gracias a la innovación farmacológica, es crónica y se puede convivir con calidad de vida.
Asimismo, los farmacéuticos comunitarios, con los servicios de dispensación, indicación farmacéutica y seguimiento farmacoterapéutico contribuimos a que la persona conozca el medicamento y cómo utilizarlo bien, además de detectar posibles problemas derivados de su uso y así prevenir y resolver resultados negativos. Con el servicio de adherencia terapéutica evitamos, por ejemplo, que una falta de cumplimiento se convierta en un fracaso terapéutico que complique el cuadro del paciente, habida cuenta de que dicho cumplimiento toma especial relevancia en el abordaje –crónico– de la infección por VIH.
No podemos olvidar, la importante labor que ejercen las farmacias en la identificación de signos o síntomas de alarma en personas que viven con VIH, como fiebre, candidiasis oral, neumonía bacteriana, diarrea, afecciones cutáneas, etc., y la necesaria derivación al médico de Atención Primaria antes de que se presenten complicaciones. Todo ello ofrece una continuidad asistencial que comienza cuando el paciente recoge sus tratamientos a través de las farmacias comunitarias o los servicios de farmacia hospitalaria.
Tratamientos que, además, están experimentando importantes avances en accesibilidad gracias a los recientes cambios en sus condiciones de prescripción y dispensación. La progresiva transición de numerosas presentaciones de uso hospitalario a diagnóstico hospitalario, iniciada por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) y aplicada en los últimos meses, representa un paso significativo para facilitar el acceso de los pacientes a sus terapias.
Este proceso, que afecta ya a más de 160 presentaciones de medicamentos (incluidas las de “profilaxis pre-exposición”), una vez aprobada su financiación permitirá que un número creciente de antirretrovirales pueda dispensarse desde las farmacias comunitarias con cargo a fondos públicos, reforzando la continuidad asistencial y evitando desplazamientos innecesarios, especialmente en poblaciones vulnerables o con dificultades de movilidad.
Este cambio abre la puerta a que la red de farmacias comunitarias, por su capilaridad y cercanía, contribuya aún más al éxito de los tratamientos, a la adherencia y, en definitiva, a mejorar la calidad de vida de las personas que viven con VIH.
En definitiva, si de verdad queremos, como solicita ONUSIDA en este día mundial, eliminar brechas y empoderar a las comunidades, es necesario ampliar la intervención de la profesión farmacéutica en la prevención y el tratamiento del VIH/sida. Aprovechando no solo la cercanía y accesibilidad de la farmacia comunitaria, sino también la formación y capacitación de todos los farmacéuticos y la confianza que en ellos depositan los pacientes.
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