Hablar de orgullo en el entorno corporativo no es solo hablar de identidad. Es hablar de compromiso, de valores y de la forma en que una compañía decide relacionarse con el mundo. En Nationale-Nederlanden lo tenemos claro: nuestra forma de hacer negocio va de la mano de cómo cuidamos a las personas. Y eso empieza dentro, en nuestros propios equipos.
Como empleada, he visto cómo la diversidad y la inclusión han dejado de ser conceptos aspiracionales para convertirse en decisiones concretas: en la manera en que seleccionamos talento, en cómo diseñamos políticas internas, en los mensajes que comunicamos o con quién decidimos colaborar. Formar parte de una organización que impulsa esta transformación desde dentro —y lo hace con coherencia y continuidad— es una experiencia valiosa y, sobre todo, inspiradora.
En este camino, nuestra alianza con REDI ha sido fundamental. Desde 2018, somos socios fundadores de esta red empresarial por la diversidad e inclusión del colectivo LGTBIQ+ en el ámbito laboral, formando parte de su Comité Ejecutivo y apoyando iniciativas como el estudio “La diversidad LGTBI en el contexto laboral en España”. Estas acciones nos permiten aprender, compartir buenas prácticas y avanzar, junto a otras compañías, hacia entornos más inclusivos y equitativos.
Pero el compromiso no se queda en los grandes gestos. En Nationale-Nederlanden también celebramos cada paso cotidiano: la incorporación de un lenguaje inclusivo en nuestras comunicaciones o la formación de nuestros equipos en diversidad e inclusión en el lugar de trabajo, entre otras actividades internas.
Cada mes de junio, iluminamos la pantalla de nuestra sede central con la bandera arcoíris y el mensaje “Orgullo de empresa”, y animamos a nuestros equipos a participar en la marcha del Orgullo.
Este año, además, damos un paso más con el lanzamiento de ENNJOY, un grupo de empleados comprometidos con el colectivo LGBTIQ+ que impulsará iniciativas alineadas con nuestros valores de respeto, diversidad y bienestar.
El objetivo de esta red de empleados es actuar como soporte de todos los empleados de la Compañía, tanto pertenecientes al colectivo como aliados, compartir experiencias e ideas; pero, sobre todo, fomentar un ambiente de trabajo inclusivo y colaborativo, donde todas las voces sean escuchadas y valoradas.
En definitiva, queremos hacer de nuestra segunda casa un entorno lo más libre posible donde todo el mundo se sienta cómodo independientemente de su orientación sexual, identidad o expresión de género.
Porque promover la diversidad no es solo una cuestión de derechos: es también una cuestión de responsabilidad empresarial. Está vinculada a nuestro impacto social, a los Objetivos de Desarrollo Sostenible —en especial al ODS 3 (Salud y Bienestar) y al ODS 10 (Reducción de Desigualdades)— y al modo en que construimos alianzas con nuestros proveedores, colaboradores y comunidades. Incorporar esta perspectiva en las decisiones diarias, integrarla como parte del negocio, es la única manera de generar un cambio sostenible.
Como empleada de Nationale-Nederlanden, mujer bisexual y madre de un hijo nacido en una familia homoparental a quien quiero dejar un mundo mejor en el que crecer como persona, creo firmemente que todavía nos queda mucho trabajo por hacer, pero también estoy segura de que vamos en la dirección correcta.
En un momento en que las palabras se examinan con lupa, creemos que el verdadero valor está en usarlas con intención, respaldarlas con hechos y convertirlas en cultura. Por eso, en Nationale-Nederlanden no hablamos de orgullo solo en junio. Hablamos de orgullo cada vez que apostamos por equipos diversos, cada vez que damos espacio a todas las voces y cada vez que contribuimos a una sociedad más igualitaria, desde donde mejor sabemos hacerlo: desde nuestro compromiso con las personas.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables – Orgullo corporativo: el valor de la palabra