Tras más de una década de colaboración, la alianza entre Fundación MAPFRE y la Fundación Nuestros Pequeños Hermanos (NPH) se ha consolidado como un ejemplo de cooperación internacional con impacto real y sostenido en la infancia vulnerable de América Latina. Desde su inicio en 2010, en respuesta a la emergencia humanitaria en Haití, ambas organizaciones han estrechado vínculos para desarrollar programas de salud, nutrición, educación e inserción sociolaboral en países como República Dominicana, Nicaragua y Honduras. En esta entrevista, NPH comparte su visión sobre esta colaboración estratégica, los desafíos estructurales que enfrenta la infancia en la región y el poder transformador de las alianzas a largo plazo con empresas comprometidas como Fundación MAPFRE.
¿Cómo surgió la alianza entre Fundación MAPFRE y la Fundación Nuestros Pequeños Hermanos, y qué valor le dais desde NPH a esta colaboración de tantos años?
La alianza entre Fundación MAPFRE y Nuestros Pequeños Hermanos (NPH) nació en 2010, pocos días después del devastador terremoto que sacudió Haití. En aquel momento, Fundación MAPFRE buscaba una entidad local con experiencia contrastada en la gestión de emergencias en el terreno. A través de la AECID nos encontraron, y de inmediato se creó una conexión muy fuerte entre ambas organizaciones, basada en valores humanos compartidos: solidaridad, compromiso, integridad, conocimiento y experiencia.
Tras esa primera experiencia en Haití, Fundación MAPFRE decidió, a partir del segundo año, centrar su apoyo en los programas de educación, salud y nutrición que nuestro socio local, NPH República Dominicana, desarrolla en San Pedro de Macorís. Esta elección se vio reforzada por la presencia de oficinas de MAPFRE tanto en Santo Domingo como en San Pedro, lo que permitía no solo un acompañamiento más cercano, sino también la integración de un elemento fundamental de su ideario: combinar el apoyo económico con una implicación sostenida a través de su programa de voluntariado corporativo. Así, la comunidad MAPFRE pudo involucrarse directamente con el programa que estaba apoyando, generando un impacto aún más profundo y duradero.
Con el paso de los años, Fundación MAPFRE ha ampliado su impacto apoyando puntualmente programas de educación y salud en otros países donde NPH tiene una trayectoria sólida y de largo recorrido, como Nicaragua y Honduras. Esta expansión del compromiso demuestra una visión regional coherente y una apuesta continua por el desarrollo integral de la infancia vulnerable en América Latina.
Desde NPH, valoramos enormemente esta alianza de largo recorrido. Se trata de una relación que va mucho más allá de la ayuda puntual: está cimentada en la confianza mutua, una visión compartida y el respeto por la dignidad de cada niño, niña y joven. Gracias a este vínculo, hemos podido impulsar programas transformadores que colocan a la infancia en el centro, promoviendo sus derechos, su bienestar integral y su desarrollo personal y comunitario. Fundación MAPFRE ha sido un socio clave no solo desde el plano financiero, sino también en lo humano, acompañándonos con cercanía, compromiso y una visión de futuro compartida.
¿Qué tipo de proyectos estáis desarrollando conjuntamente en América Latina y cómo se concreta su impacto en la vida de los niños, niñas y comunidades vulnerables?
Nuestra colaboración con Fundación MAPFRE se materializa en proyectos integrales que responden tanto a las necesidades urgentes como al desarrollo sostenible de la infancia y juventud en situación de vulnerabilidad en América Latina.
En países como República Dominicana, por ejemplo, desarrollamos conjuntamente programas en áreas clave como salud, nutrición y educación, que han mejorado de forma significativa la calidad de vida de cientos de niños y niñas. Además, gracias al apoyo de Fundación MAPFRE España, se impulsan iniciativas de voluntariado corporativo con empleados locales de MAPFRE, generando intercambios enriquecedores que fortalecen el compromiso social y el vínculo directo con las comunidades donde NPH actúa.
Una de las iniciativas más inspiradoras es el programa de inserción sociolaboral, que permite a jóvenes dominicanos formados en NPH con una sólida base en valores humanos, realizar prácticas profesionales a bordo de cruceros MSC que navegan por todo el mundo. Muchos de estos barcos hacen escala en puertos como el de Barcelona, donde el equipo local de NPH acoge a estos jóvenes durante su estancia, ofreciéndoles acompañamiento, afecto y apoyo. Este encuentro genera lazos duraderos entre ambos países, que perduran en el tiempo y fortalecen el sentido de comunidad global.
El impacto de estos proyectos se refleja en historias reales: jóvenes que acceden a oportunidades educativas y laborales dignas, niños y niñas que crecen en entornos protectores y estimulantes, y comunidades que se empoderan desde dentro. Son acciones concretas que siembran esperanza y futuro, alineadas con los principios de derechos humanos y desarrollo sostenible.
Tras más de 70 años de trayectoria de NPH en el continente, ¿cuáles dirías que son hoy los mayores desafíos a los que se enfrenta la infancia vulnerable en la región?
A lo largo de más de siete décadas de trabajo en América Latina, en NPH hemos sido testigos de cómo cambian los contextos, pero también de cómo persisten muchos de los desafíos estructurales que enfrentan los niños, niñas y adolescentes en situación de vulnerabilidad. La pobreza crónica, la violencia intrafamiliar, la desnutrición, el abandono escolar y la falta de acceso a servicios básicos de salud y protección siguen siendo realidades profundamente arraigadas en muchas comunidades.
Hoy, uno de los desafíos más urgentes es la fragilidad del entorno familiar y comunitario. Muchos niños y niñas crecen en contextos marcados por la inseguridad, el desempleo, la migración forzada o la ruptura de vínculos familiares, lo que incrementa el riesgo de exclusión social y vulneración de sus derechos fundamentales.
Desde NPH, respondemos a esta realidad con un enfoque tanto preventivo como reparador, centrado en fortalecer a las familias y sus comunidades. Uno de los programas clave en este sentido es el Programa de Fortalecimiento Familiar y Comunitario, presente en varios países de la región. Su objetivo es acompañar a familias en riesgo social para que puedan ejercer plenamente su rol protector y asegurar un entorno seguro y afectivo para sus hijos, evitando así separaciones innecesarias.
En países como Honduras, Guatemala o El Salvador, trabajamos directamente en comunidades vulnerables a través de equipos multidisciplinarios que refuerzan las redes de apoyo locales, promueven la resiliencia comunitaria y defienden los derechos de la infancia desde un enfoque participativo.
Estos programas son fundamentales para romper los ciclos de pobreza y violencia. Creemos firmemente que los niños y niñas no son meros receptores de ayuda, sino protagonistas activos de su desarrollo. Apostar por el fortalecimiento familiar y comunitario es, sin duda, una de las vías más sostenibles y poderosas para construir un futuro con más oportunidades y justicia social.
¿Qué papel juega la cooperación internacional en vuestro trabajo diario y cómo se puede fortalecer el vínculo entre organizaciones sociales y empresas comprometidas?
La cooperación internacional es un pilar estratégico en el trabajo diario de NPH. Gracias a ella, podemos sostener e impulsar programas que promueven el desarrollo integral de la infancia y juventud vulnerable en América Latina, desde un enfoque de derechos humanos y justicia social, en concordancia con los principios y los Objetivos de Desarrollo Sostenible que incluyen la Agenda 20230. La cooperación no solo implica recursos financieros, sino también el intercambio de conocimientos, capacidades técnicas y redes de solidaridad que enriquecen nuestras intervenciones.
En nuestro día a día, esta colaboración se materializa en acciones muy concretas: desde la financiación de programas educativos y sanitarios, hasta la creación de oportunidades de formación y empleo para jóvenes en situación de riesgo. Pero también se traduce en la construcción de alianzas transformadoras con actores diversos.
Para fortalecer el vínculo entre organizaciones sociales y empresas, es fundamental establecer relaciones basadas en la transparencia, el compromiso a largo plazo y una visión compartida del desarrollo. No se trata únicamente de “patrocinar” causas, sino de construir conjuntamente soluciones sostenibles. En este sentido, espacios como el voluntariado corporativo, la co-creación de proyectos y la evaluación participativa del impacto son claves para avanzar hacia alianzas más sólidas y eficaces.
En NPH estamos firmemente alineados con la Agenda 2030 y comprometidos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Entendemos que solo a través de la colaboración multisectorial podremos construir un futuro más justo para todos los niños, niñas y jóvenes de la región.
Por eso, valoramos profundamente alianzas como la que mantenemos con Fundación MAPFRE, que nos permiten amplificar nuestro alcance y profundizar nuestro impacto, con responsabilidad, ética y una mirada puesta en el largo plazo.
¿Cómo vivisteis el reconocimiento durante el 50 aniversario de Fundación MAPFRE y qué significa para vosotros que una entidad como esta visibilice vuestro trabajo ante instituciones y sociedad?
Asistir al 50 aniversario de Fundación MAPFRE fue profundamente emotivo y significativo para todo el equipo de NPH. Representó no solo una celebración de la alianza, sino también una validación de nuestro trabajo desde una entidad con un alto prestigio y compromiso social.
Que Fundación MAPFRE visibilice nuestra labor ante instituciones y sociedad amplifica la voz de miles de niños, niñas y jóvenes a quienes acompañamos. Nos ayuda a generar conciencia, a inspirar nuevas alianzas y a recordar que el bienestar de la infancia no puede esperar. Nos sentimos agradecidos y motivados para seguir trabajando con más fuerza, más amor y más compromiso.
Después de tantos años al frente de NPH, ¿qué te sigue emocionando o motivando cada día en tu labor?
Después de tantos años al frente de NPH, lo que me sigue emocionando cada día es ver el impacto real que tiene nuestro trabajo en la vida de los niños, niñas y jóvenes. No hay nada más poderoso que ver cómo un niño que llegó a NPH en una situación muy vulnerable, hoy es un joven seguro de sí mismo, con valores sólidos, con sueños y, sobre todo, con las herramientas para hacerlos realidad.
Me motiva profundamente el compromiso del equipo humano que forma parte de esta gran comunidad internacional en NPH: desde el personal local en América Latina, hasta los colaboradores internacionales, voluntarios y aliados que creen firmemente en nuestra misión. Es inspirador ver cómo personas de distintos países, culturas y realidades se unen por una causa común: romper ciclos de pobreza y construir futuro.
Y, sobre todo, me emociona saber que cada pequeño paso cuenta. Que acompañar a una familia, escuchar a un adolescente, abrir una nueva oportunidad educativa o tender una red de apoyo en una comunidad puede cambiar una vida. Esa certeza, esa posibilidad constante de transformar realidades, es lo que me renueva y me impulsa cada día a seguir sirviendo a la misión de NPH.