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Cada verano, mientras miles de niños disfrutan de colonias, viajes y juegos al aire libre, una parte significativa de la infancia española queda excluida del descanso, la alimentación adecuada y el ocio educativo. Así lo denuncia la ONG Educo, que ha presentado los resultados de una encuesta representativa a 2.316 familias con hijos e hijas de entre 6 y 13 años, revelando una situación sostenida de desigualdad estructural que afecta a los derechos más básicos de los menores en situación de vulnerabilidad.
Según el estudio, solo el 21,7 % de los niños y niñas procedentes de hogares con bajos recursos participa en campamentos de verano donde se les proporciona al menos una comida completa y nutritiva. La cifra asciende a apenas el 36,2 % en el caso de aquellos que durante el curso escolar reciben una beca comedor, pese a que se trata de una población identificada oficialmente como beneficiaria de apoyo alimentario. La gran mayoría, por tanto, no tiene garantizado el acceso a una comida equilibrada durante los 80 días de vacaciones escolares, un vacío que —según Educo— representa una grave vulneración de sus derechos.
Para Pilar Orenes, directora general de la organización, el mensaje es claro:
“La alimentación de la infancia más vulnerable no está asegurada en verano, y esto no es una cuestión asistencial, sino de justicia. Si ya reciben beca comedor en el curso, deberían tener acceso al mismo apoyo durante las vacaciones”.
Además, incluso entre quienes acceden a colonias o actividades de verano con comida, la estancia media es de apenas 15 días, según la misma encuesta. Esto deja a muchos menores desatendidos durante más de dos meses en los que, a menudo, sus familias trabajan y no pueden proporcionarles ni supervisión ni recursos suficientes.
Brechas que van más allá de la comida
La encuesta también revela el origen de esta exclusión: el dinero. En los hogares con menos recursos, el 45,23 % de las familias señala la imposibilidad económica como principal barrera para acceder a colonias o actividades organizadas, frente al 20,71 % en las familias con mayor capacidad económica. A esta causa se suman la falta de oferta (25,2 %) y la incompatibilidad con vacaciones familiares o falta de redes de apoyo.
La consecuencia de esta situación es que casi el 60 % de los menores de nivel socioeconómico bajo no participa en ninguna actividad organizada durante el verano. Esta falta de acceso al ocio educativo no solo impacta en su bienestar físico, sino también en su desarrollo emocional, social y académico. “Cuando vuelven a clase en septiembre y no tienen nada que contar, se sienten distintos, menos válidos. La sociedad parece decirles que divertirse solo es para quienes tienen dinero”, advierte Orenes.
La encuesta también muestra que más del 6,9 % de los menores en España —alrededor de 550.000 niños y niñas— no pueden permitirse una comida rica en proteínas cada dos días, ya sea carne, pescado o un equivalente vegetal. Este dato se ha cuadruplicado en los últimos 20 años, según la Encuesta de Condiciones de Vida del INE. Mientras tanto, la tasa de pobreza infantil se mantiene estancada desde hace más de una década: 1 de cada 3 menores sigue viviendo en riesgo de pobreza o exclusión social.
Vacaciones: otro lujo vetado
A este escenario se suma otro dato revelador: la imposibilidad de irse de vacaciones. Solo el 5,97 % de las familias de alto nivel económico no pueden permitirse salir ni un solo día en verano. En cambio, en los hogares con menos recursos esta proporción asciende al 38,08 %. Salir de la ciudad, conocer nuevos espacios, estar en contacto con la naturaleza, son experiencias fundamentales para el desarrollo infantil, pero siguen siendo inaccesibles para una gran parte de la infancia.
Desde Educo insisten en que esta exclusión no puede normalizarse, ni considerarse un efecto inevitable de la situación económica de las familias. “Hablamos de derechos, no de privilegios. El ocio educativo, la alimentación saludable y el descanso son esenciales para el bienestar y la equidad”, subraya Orenes.
Una campaña para visibilizar y actuar
Con el lema “No queremos dar pena, queremos darles de comer”, la organización lanza una nueva campaña que pone voz a las cocineras escolares, testigos diarios de cómo muchas familias no pueden garantizar una dieta adecuada para sus hijos si no es gracias al comedor del colegio.
Desde 2013, Educo impulsa su programa Beca Comedor, que ha facilitado más de 5,7 millones de comidas tanto en el curso escolar como durante los meses de verano. La ONG reclama ahora políticas públicas sostenibles y bien financiadas que amplíen este tipo de apoyos a todo el año, y que cumplan con los compromisos asumidos en el Plan estatal para la implementación de la Garantía Infantil Europea.
Entre las propuestas concretas destaca que todos los niños y niñas en riesgo de pobreza puedan acceder gratuitamente, al menos durante dos semanas, a actividades de verano con una comida diaria asegurada. Educo también subraya la necesidad de contar con datos sistemáticos y actualizados que permitan dimensionar esta exclusión y orientar políticas efectivas.
“La infancia tiene derecho a la alimentación, al juego, a estar cuidada, y a tener las mismas oportunidades que el resto. No podemos seguir ignorando esta realidad año tras año”, concluye Orenes.
Testimonios en primera persona
En línea con la concepción de concienciar a la sociedad española de este grave problema social e invisibilizado, Educo publica testimonios directos de madres y padres cuyos hijos no pueden disfrutar de un verano digno:
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