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Lucía Sánchez Abad, Directora de Alianzas Corporativas y ESG de Aldeas Infantiles SOS, lleva más de diez años trabajando en el ámbito de la Responsabilidad Social Empresarial. «Mi andadura en este mundo comenzó hace ya 10 años, y me di cuenta de que la sostenibilidad era algo que me apasionaba profundamente«, afirma. Según Lucía, su camino en este campo fue marcado por una experiencia clave: «Tuve la suerte de encontrar unas prácticas en el departamento de RSC de una multinacional, y poco a poco me fui enamorando de esta profesión». Desde entonces, su vocación ha sido clara: conectar a las empresas con el impacto positivo que pueden generar en la sociedad.
La evolución del concepto de la RSE es algo que Lucía ha vivido de cerca, y considera que, aunque aún queda mucho por hacer, el cambio es palpable: «Recuerdo que en 2015, cuando se aprobaron los ODS, fue un antes y un después. La RSE ha pasado de ser algo diferenciador, casi exclusivo de grandes empresas, a convertirse en algo estratégico«, explica. Sin embargo, también señala que la dimensión social aún tiene una gran asignatura pendiente: «El social aún no está estructurado ni asumido como algo estratégico».
Lucía también subraya el papel clave de los medios especializados como Corresponsables en su recorrido profesional. «Desde que comencé en 2014, os leía a menudo para empaparme de buenas prácticas. Siempre he sentido que habéis sido un altavoz muy potente para la RSE», reconoce. Además, destaca la importancia de visibilizar proyectos que no habrían tenido cabida en los medios generalistas: «Corresponsables ha dado visibilidad a proyectos que, de otro modo, no habrían tenido espacio en otros medios«.
Mirando al futuro, Lucía tiene claro el reto para el sector: «El mayor reto es que la RSE nazca con la empresa, desde el principio, como parte de su identidad. Debemos poner de moda la ESG, y especialmente la ‘S’ de social«. Y respecto a las nuevas generaciones, tiene grandes expectativas: «Ellas marcarán nuestro futuro. Son la palanca más poderosa para acelerar este proceso de cambio».
Lucía, ¿cómo descubriste tu vocación por la sostenibilidad? ¿Qué te impulsó a entrar en este ámbito?
Mi andadura en el mundo de la Responsabilidad Social comenzó hace ya 10 años. En mi último año de carrera, empecé a interesarme por este ámbito y me di cuenta de que era algo que me apasionaba profundamente. Tuve la suerte de encontrar unas prácticas en el departamento de RSC de una multinacional, y poco a poco me fui enamorando de esta profesión, hasta hoy.
«Antes nadie sabía a qué me dedicaba, ahora la RSC empieza a sonar en la calle»
Aquella primera experiencia fue clave: entendí que quería dedicarme a algo que tuviera un propósito transformador, que conectara a las empresas con el impacto positivo que pueden generar. Y eso es lo que sigo persiguiendo desde entonces.
¿Cómo describirías el contexto de la RSE en tus inicios y cómo ha evolucionado en estos años?
Creo que hace una década la RSC comenzaba a ganar espacio y valor dentro de las organizaciones. Recuerdo que en 2015 se aprobaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y eso supuso un antes y un después: fue un hito que marcó una nueva etapa para quienes trabajamos en este campo.
«No hay futuro sin Responsabilidad Social»
Por entonces, la RSC era algo muy diferenciador, casi exclusivo de algunas grandes empresas. Hoy en día, aunque queda mucho por hacer, se ha convertido en algo mucho más estratégico, y los profesionales han ido especializándose. Eso sí, considero que aún tenemos una asignatura pendiente: la dimensión social necesita mucha más estructura e integración real en las compañías.
¿Qué papel ha tenido Corresponsables en el recorrido de la Sostenibilidad?
Os conocí en 2014, cuando comencé a trabajar en el mundo de la RSC. Leía muchas noticias para empaparme de buenas prácticas y además, por entonces, vosotros elaborabais la memoria de Sostenibilidad de la empresa en la que trabajaba. Siempre he sentido que habéis sido un altavoz muy potente para la responsabilidad social: habéis dado visibilidad a proyectos que, de otro modo, no habrían tenido espacio en medios generalistas. Y eso ha sido, y sigue siendo, muy valioso.
«Corresponsables ha sido un altavoz imprescindible para dar visibilidad al sector»
Querida Lucía, ¿cómo viviste tú esa evolución dentro del sector?
Durante estos años he visto cómo la responsabilidad social ha pasado de estar en manos de personas que la llevaban casi como una función voluntaria, a veces, extra a su jornada habitual, a convertirse en un eje estructural dentro de muchas empresas. Antes era habitual ver acciones aisladas, sin conexión entre sí; ahora, en cambio, hablamos de modelos de gestión integrados. Aun así, creo que hay que seguir avanzando, sobre todo en el caso de las pymes, donde queda mucho por profesionalizar.
¿Cuáles dirías que han sido los hitos más relevantes en este proceso de maduración de la RSC?
El cambio de mentalidad ha sido fundamental. Las empresas ya comprenden que no cuidar el medio ambiente ni a sus trabajadores tiene consecuencias graves, también para su propia sostenibilidad como negocio. La presión de la opinión pública, las nuevas tendencias sociales y de consumo, y por supuesto el endurecimiento de la legislación, han sido grandes catalizadores de este cambio. Todo esto ha favorecido un entorno donde ya no se puede mirar hacia otro lado.
«El cambio de mentalidad ha sido profundo, pero aún incompleto»
¿Y a nivel personal? ¿Qué aprendizajes te ha dejado tu trayectoria?
He aprendido que la RSC es una apuesta vocacional. Es un camino que exige mejora continua y, sobre todo, creer profundamente en lo que haces. Recuerdo que al principio, cuando me preguntaban a qué me dedicaba, casi nadie lo entendía. Nadie sabía lo que era la responsabilidad social. Hoy, en cambio, noto que cada vez más personas la tienen integrada, al menos en su concepto general. Eso habla de la evolución del sector y también de cómo el conocimiento social ha crecido.
«La RSC no es un extra: debe estar integrada en el corazón de la empresa»
Lucía, ¿quiénes han sido tus referentes durante este camino?
Para mí han sido clave los jefes y jefas que he tenido a lo largo de mi trayectoria. De cada uno he aprendido muchísimo. También considero fundamentales los medios especializados, como el vuestro, que me han permitido mantenerme al día sobre tendencias, buenas prácticas y avances del sector. Gracias a esa labor de difusión, muchas personas hemos podido profesionalizarnos con más criterio.
¿Cuál crees que es el mayor reto de futuro para el sector?
El gran reto es que la RSC no se adapte a la empresa, sino que nazca con ella, desde el principio, como parte de su identidad. Es necesario crear modelos de gestión sostenibles desde el origen, donde la RSC sea el corazón del negocio. Además, debemos poner de moda la ESG, y en especial la “S” de social. Las políticas ambientales y de gobernanza están bastante desarrolladas, pero lo social aún no está estructurado ni asumido como algo estratégico.
«La profesionalización de la RSC ha sido clave en esta última década»
Sí, se habla del cuidado de los empleados, pero no de la sociedad en su conjunto. Y si una empresa opera en una sociedad empobrecida, no podrá asegurar su propio futuro económico. Por eso, lo social debe dejar de ser la pata débil del modelo.
¿Qué esperas de las nuevas generaciones en este proceso?
Confío mucho en ellas. Creo que deben ser más exigentes a la hora de decidir dónde comprar, dónde trabajar o qué apoyar, apostando por empresas verdaderamente responsables. Ellas marcarán nuestro futuro, y ya estamos viendo cómo están cambiando los hábitos de consumo en esta línea.
«Las nuevas generaciones deben ser más conscientes y exigentes»
También creo que tienen que ser más conscientes, participativas y reivindicativas. Solo así podremos garantizar que la ESG se consolide y que el cambio no se detenga. Las nuevas generaciones son la palanca más poderosa para acelerar este proceso.
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