En palabras de Gaston Bachelard, filósofo, físico, poeta y crítico literario francés, “«la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primer universo. Es realmente un cosmos»”. Y es que el hogar se constituye como la base sobre la cual construir el bienestar social, físico y psicológico de las personas. Nuestras viviendas deben reconfortarnos, darnos esta paz que solo podemos encontrar en nuestro hogar.
Numerosos estudios han demostrado la vinculación entre los espacios en los que vivimos y nuestra salud física, mental y social. Y es que preservar la salud es especialmente importante en el caso de las viviendas, ya que pasamos en ellas alrededor de dos tercios de nuestras vidas. De este modo, no se puede hablar de salud global sin señalar la importancia que tiene vivir en casas saludables y, es por ello por lo que, más allá de ordenar y delimitar un espacio físico, la arquitectura tiene la gran responsabilidad social de establecer un marco, un escenario para el desarrollo de la vida de las personas que sea capaz de satisfacer sus necesidades físicas, emocionales y sociales.
En la certeza de que la vivienda representa el mejor barómetro de la calidad de vida de una sociedad, es crucial impulsar una visión disruptiva de los espacios, estableciendo estrategias de diseño de arquitectura saludable donde los criterios de salud y bienestar de las personas se consideren, desde el origen, en la forma de concebir los proyectos inmobiliarios residenciales.
Se trata de convertir nuestra casa en un aliado de la salud estableciendo medidas e iniciativas que conlleven a la creación de hogares que respeten tanto las necesidades de vida de las personas en favor de un mayor bienestar y confort como las necesidades del medioambiente en favor de la conservación del planeta.
Atendiendo a esta máxima, nuestro hogar puede constituirse en un aliado natural para mejorar la salud si nos nutre de luz natural, está bien ventilada, nos permite el contacto con el exterior, dispone de espacios flexibles o, de materiales naturales. Cuando alguna o varias de estas cualidades no se dan en nuestros espacios habitables puede aparecer el cansancio, la depresión, repercutir en el sueño, surgir alergias o, incluso, intolerancias. No cabe duda de que las condiciones ambientales del hogar, tales como la temperatura, la humedad, la ventilación, el ruido, la calidad del aire y la luz acaban afectando a nuestros sistemas biológicos.
Cabe también destacar la importancia del entorno residencial puesto que tiene significantes implicaciones en la salud. Se ha demostrado, por ejemplo, que, en los barrios residenciales socioeconómicamente más desfavorecidos, las tasas de muchas enfermedades infecciosas y de problemas de salud mental como la depresión son más elevadas. Además, es más probable que los barrios desfavorecidos se localicen en entornos ambientalmente más contaminados, cerca de grandes carreteras, aeropuertos o estaciones de autobuses, que son también una fuente importante de ruido, lo que repercute negativamente en la salud de sus residentes.
Por otro lado, la cohesión social en los vecindarios ha demostrado estar asociada a mejores niveles de bienestar psicológico. En cambio, las personas que perciben inseguridad o desórdenes sociales en su comunidad parecen menos dispuestas a salir a la calle y, por tanto, tienen más posibilidades de sufrir ansiedad o depresión.
Todos estos datos ponen de manifiesto el valor de la arquitectura, el diseño y la planificación urbana en el fomento del bienestar y la salud de la población.
Sin embargo, las implicaciones sociales, físicas y psicológicas relacionadas con la salud no se circunscriben a las cualidades físicas y del entorno de la vivienda: las dificultades de acceso, los problemas de asequibilidad de la vivienda o la inestabilidad en la misma son condiciones que claramente conciernen al ejercicio del derecho a la salud.
Además, otras casuísticas que pueden dañar nuestra salud mental son el hacinamiento, la infravivienda, el sinhogarismo y la ocupación por necesidad.
En definitiva, la vivienda juega un papel crucial en la causa, gestión y prevención de los problemas de salud. Por ello, cualquier iniciativa, proposición o idea que promueva el acceso a viviendas seguras, asequibles y adecuadas será fundamental para mejorar el bienestar psicológico de las personas y reducir la carga de los trastornos mentales en la sociedad.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Arquitectura Saludable