Los hospitales, tradicionalmente asociados con el dolor y el sufrimiento, suelen ubicarse en entornos urbanos densos, rodeados de tráfico y ruido, lo que genera experiencias negativas tanto para los pacientes como para el personal sanitario. Además, su diseño prioriza la tecnología y la eficiencia de los tratamientos sobre el bienestar de las personas. Estos entornos pueden no ser los más adecuados para la recuperación, especialmente en el caso de niños y adolescentes.
Sin embargo, la arquitectura hospitalaria moderna ha comenzado a enfocarse en crear espacios que no solo sean funcionales, sino también verdaderos espacios de recuperación y bienestar. El diseño arquitectónico busca controlar factores ambientales como el confort térmico, acústico y lumínico, además de garantizar una calidad adecuada del aire interior (IAQ). Estos elementos tienen un impacto directo en la recuperación de los pacientes y en el rendimiento del personal.
Pero la arquitectura hospitalaria debe ir más allá de la eficiencia técnica y reconectar a las personas con la naturaleza. Aquí surge el concepto de Biofilia, introducido por Erich Fromm en los años sesenta y desarrollado posteriormente por Edward O. Wilson y Browning et al. Este enfoque se basa en la afinidad inherente del ser humano hacia la naturaleza y su capacidad para influir positivamente en la salud y el bienestar.
En el diseño biofílico, los aspectos clave para hospitales son:
- Conexión Visual: Vistas a la naturaleza, como jardines, vegetación o agua.
- Conexión No Visual: Sonidos naturales, texturas y aromas que estimulan los sentidos.
- Estímulos Sensoriales No Rítmicos: Brisas suaves, el crujir de hojas o el sonido del agua.
- Variabilidad Térmica y de Aire: Cambios naturales en temperatura y flujo de aire.
- Presencia de Agua: Fuentes y estanques que generan calma.
- Luz Natural y Dinámica: Iluminación variable que simula la luz del día.
- Materiales Naturales: Uso de madera, piedra y otros elementos sostenibles.
La implementación de estos aspectos en un hospital debe adaptarse al grado de privacidad de los espacios y al tipo de tratamientos que reciben los pacientes. Por ejemplo: habitaciones y áreas comunes orientadas hacia jardines o fachadas verdes; jardines accesibles o patios interiores para pacientes, personal y visitas; techos y fachadas verdes en salas de espera y cafeterías; uso de materiales naturales como madera y piedra en la decoración; programas de jardinería terapéutica y huertos accesibles para pacientes, según su estado de salud, etc.
La evidencia científica respalda los beneficios del diseño biofílico. Los pacientes que tienen acceso a vistas naturales presentan menores niveles de ansiedad, dolor y fatiga. Además, duermen mejor gracias a un mejor funcionamiento del sistema circadiano y reportan mejor estado de ánimo. Un estudio mostró que los pacientes con vistas a la naturaleza desde sus ventanas se recuperaron más rápido, necesitaron menos analgésicos y tuvieron estancias hospitalarias más cortas en comparación con aquellos cuyas ventanas daban a muros de ladrillo (7.96 días frente a 8.70 días en habitaciones sin vistas).
El personal sanitario también se beneficia. Las áreas con luz natural y vistas reducen el estrés, mejoran el estado de ánimo y fomentan la comunicación. Además, aumentan la satisfacción laboral y reducen el absentismo.
Un ejemplo es el hospital Khoo Teck Puat en Singapur, que integra un entorno natural de manera excepcional. Con un gran patio central lleno de vegetación, estanques con peces y jardines verticales que atraen biodiversidad, ofrece luz natural y espacios accesibles al público. El 40% de sus áreas verdes son de acceso público, promoviendo la convivencia entre pacientes, personal y vecinos. Además, en la cubierta se encuentran huertas comunitarias atendidas por voluntarios, lo que refuerza aún más su enfoque en el bienestar y la interacción social. De acuerdo con encuestas realizadas en el hospital, la percepción de bienestar y satisfacción de los usuarios es significativamente superior a la de otros centros convencionales.
En conclusión, es necesario repensar el diseño de hospitales para convertirse en espacios que favorezcan el bienestar físico, mental y social de las personas. Un diseño orientado a la naturaleza y al confort ambiental no solo beneficia a los pacientes, sino que también mejora las condiciones laborales del personal sanitario, promoviendo un entorno que no solo ofrece atención médica sino constituye un verdadero refugio para la recuperación y el bienestar.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Arquitectura Saludable