Europa está atravesando actualmente una profunda crisis de vivienda, la cual ha alcanzado niveles alarmantes para los gobiernos locales en todo el continente. En ciudades como Londres, París y Lisboa, los precios de la vivienda se incrementaron hasta en un 50% entre 2015 y 2023 (Parlamento Europeo), poniendo fuera del alcance de muchos la posibilidad de ser propietarios. Sin un cambio importante y acciones contundentes, esta crisis sólo empeorará debido al ritmo del crecimiento continuo de la población en las ciudades europeas, que se estima que alcanzarán a albergar hasta el 83% del total de la población del continente para el 2050.
Si bien las causas de la crisis de vivienda en Europa son complejas y abarcan desde la financiación del mercado inmobiliario hasta la subocupación y el uso de las viviendas existentes con fines turísticos, en la encuesta reciente del Euro Cities Monitor 2025, algunas ciudades han resaltado los siguiente tres factores como causas principales: la escasez y el alto costo del suelo disponible, el aumento de los costos de la construcción y, sobre todo, la insuficiente oferta de vivienda social.
En respuesta a la escasez de vivienda, algunas ciudades europeas optaron por el desarrollo de proyectos de vivienda en la periferia, lo que llevó a niveles de expansión urbana entre 1990 y 2014 muy por encima de los de otras regiones que generalmente se asimilan con este fenómeno, como Norteamérica, destruyendo ecosistemas, hábitats naturales y zonas agrícolas productivas a gran velocidad. Sólo entre 2012 y 2018, la urbanización en la periferia arrasó áreas naturales y tierras de cultivo equivalentes a cuatro veces el tamaño de la ciudad de París.
Este modelo de desarrollo de baja densidad y de un solo uso en la periferia afectó ampliamente la calidad de vida de sus habitantes al promover estilos de vida insostenibles y una alta dependencia del vehículo particular, incrementando los tiempos de transporte y limitando el acceso a servicios urbanos esenciales. Las personas que viven en estos lugares pueden terminar utilizando el coche hasta un 70% más que los residentes de barrios compactos, lo que incrementa las emisiones de gases de efecto invernadero y eleva los gastos del hogar relacionados con el transporte. Para los gobiernos locales, este modelo de desarrollo también es altamente ineficiente, ya que conectar estas nuevas áreas con el transporte público y dotarlas de equipamientos y de espacio público adecuados puede terminar costando hasta un 60% más que si se desarrollara vivienda en un modelo urbano más compacto.
En contraste con el modelo de desarrollo expansivo, el modelo de ciudad compacta, con una rica mezcla de usos, y la implementación efectiva de la regeneración urbana podrían reducir las emisiones hasta en un 26% para 2050, según el informe del IPCC de 2022, al mismo tiempo que podrían solucionar el problema de vivienda, aprovechando la infraestructura existente en las ciudades para incrementar la densidad habitacional.
En Europa, existen actualmente alrededor de 1.900.000 hectáreas de terrenos industriales subutilizados, en los que mediante la regeneración urbana se podría, no sólo suplir la demanda de vivienda de los próximos 15 años, sino también evitar la pérdida de hasta 7.000 km² de zonas verdes.
A una escala menor, renovar y reconvertir edificaciones en desuso también ofrece una gran oportunidad para solucionar el problema de vivienda. En Europa, más de 20.000 hectáreas de oficinas y locales comerciales vacíos podrían ser reconvertidos en cientos de nuevas viviendas, reduciendo así hasta en un 55% las emisiones de carbono asociadas a la nueva construcción.
La regeneración urbana exitosa requiere una alineación entre las ciudades, los desarrolladores y los inversores con planes a largo plazo integrados en las políticas urbanísticas y financieras. C40, en colaboración con Urban Partners y Arup, exploró cómo la inversión del sector privado, combinada con las contribuciones públicas, puede ofrecer viviendas sociales y asequibles a gran escala, sin comprometer los objetivos climáticos, según se explica en el reporte Desbloqueando la Regeneración Urbana en Europa: Una hoja de ruta para ciudades, inversores, desarrolladores y comunidades.
Por su parte, algunas ciudades europeas están colaborando mediante iniciativas como la Alianza de Alcaldes por la Vivienda para incrementar los recursos destinados a la vivienda social. El Task Force de Vivienda del Observatorio 2030 del CSCAE, es otro ejemplo de colaboración que reúne a las administraciones públicas, fundaciones, tercer sector y colectivos vecinales, entre otros, en distintas mesas de trabajo para abordar la problemática desde diferentes perspectivas que comprenden, entre otras, la calidad arquitectónica, la financiación, las políticas, la regulación, los modelos de propiedad y la tenencia.
Dentro de todo este ecosistema de actores, los planificadores urbanos juegan un rol decisivo como líderes climáticos de primera línea, ya que al implementar responsablemente la regeneración urbana para suplir las necesidades de vivienda de la población actual y futura, podrán no solo solucionar el problema de vivienda en Europa, sino también garantizar y promover un futuro más sostenible para todos.
Esta tribuna es parte de la colaboración entre Corresponsables y el Observatorio 2030 del CSCAE para dar a conocer las líneas de trabajo de su Comisión de Visión y Estrategia.

