La Sostenibilidad ya no es un añadido en las estrategias empresariales: es el eje que articula el presente y proyecta el futuro. En este nuevo paradigma, donde el desarrollo económico se reconfigura en torno a los límites planetarios, las infraestructuras juegan un papel determinante. No se trata solo de caminos que conectan territorios, sino de plataformas estratégicas desde las que impulsar una transición justa, resiliente y descarbonizada.
En este contexto, la mejora de nuestra calificación en el Carbon Disclosure Project (CDP) —hasta alcanzar la categoría A-— supone más que un reconocimiento externo. Es, ante todo, la validación de una trayectoria decidida hacia un modelo de gestión más transparente, responsable y coherente con los desafíos del cambio climático. Esta certificación, que evalúa a más de 22.000 compañías en todo el mundo, pone el foco en la acción climática real: no basta con tener compromisos, es necesario traducirlos en resultados tangibles, medibles y escalables.
Nuestra hoja de ruta hacia la neutralidad en carbono se fundamenta en tres pilares complementarios: la descarbonización progresiva de nuestras operaciones; la integración de soluciones de eficiencia energética y la electrificación de nuestros sistemas logísticos y de movilidad. Esta estrategia no se concibe como un esfuerzo aislado, sino como parte de una visión holística que incorpora los criterios ESG —ambientales, sociales y de gobernanza— en el núcleo de cada decisión.
Los planes de descarbonización que estamos implementando en nuestras concesiones internacionales buscan reducir de forma sistemática las emisiones en todas las fases del ciclo de vida de nuestras infraestructuras. Desde el uso de materiales más sostenibles en la construcción y el mantenimiento, hasta la optimización del consumo energético en túneles, estaciones de peaje y centros de control. Cada intervención cuenta. Paralelamente, la renovación de flotas y la apuesta por vehículos eléctricos forman parte de una transformación integral hacia una movilidad más limpia.
La eficiencia energética es otro eje central. Hemos renovado sistemas de iluminación mediante tecnología LED, implementado sensores inteligentes para optimizar el consumo y hemos desarrollado programas para maximizar el rendimiento energético de nuestros activos. Estas medidas no solo reducen nuestra huella ecológica, sino que también contribuyen a una mejor experiencia para el usuario, más segura y sostenible.
Pero, como toda transformación profunda, el camino hacia una infraestructura verde no está exento de desafíos. Las grandes corporaciones del sector deben equilibrar la inversión en sostenibilidad con la rentabilidad y el rendimiento exigido por los mercados. Además, la diversidad normativa entre países, la rapidez de los avances tecnológicos y la creciente presión social exigen una capacidad de adaptación constante. En este escenario complejo, creemos que el liderazgo no se mide solo por los resultados, sino por la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.
Nuestro compromiso no es circunstancial. Forma parte de nuestra identidad como operador global y del legado que aspiramos a construir. Cada paso que damos hacia una infraestructura más baja en carbono es una apuesta por el futuro, por las personas que la transitan y por los ecosistemas que la rodean. Sabemos que la sostenibilidad no es un destino, sino un proceso continuo, exigente y transformador. Y estamos preparados para recorrerlo con ambición, rigor y colaboración.
En definitiva, esta mejora en la calificación de CDP es un hito, sí, pero también un punto de partida. Una invitación a seguir innovando, compartiendo conocimiento y sumando esfuerzos con todos los actores del ecosistema. Porque la sostenibilidad no se impone: se construye, paso a paso, carretera a carretera, decisión a decisión.
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