El turismo es, por naturaleza, una actividad que une personas, culturas y maneras de entender el mundo. Pero también es una de las industrias con mayor huella económica y ambiental. Según el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC), en 2024 el sector aportará más de 11,1 billones de dólares al PIB mundial, cerca del 10 % de la economía global, y generará 348 millones de empleos. Su peso es indiscutible; su responsabilidad, también.
Durante años, la sostenibilidad se entendió como una suma de gestos: compensar emisiones, reducir plásticos o plantar árboles. Hoy el enfoque es distinto. El nuevo paradigma consiste en integrar la sostenibilidad en cada decisión, no como un coste o una obligación, sino como una oportunidad para crecer de forma más equilibrada y consciente. Viajar de forma sostenible ya no significa “viajar menos”, sino viajar mejor: con propósito, respeto y sentido de comunidad.
En ese contexto, el seguro ocupa un lugar más relevante del que solemos imaginar. Asegurar un viaje no es solo protegerse de imprevistos: es una forma de cuidar del viajero, del destino y del propio sector. Un seguro responsable contribuye a que el turismo sea más resiliente, a que las experiencias se mantengan vivas pese a la incertidumbre, y a que los recursos —económicos, humanos o naturales— se gestionen de manera más eficiente. En un mundo donde los riesgos globales son cada vez más interconectados, la seguridad es también una forma de sostenibilidad.
Vivimos, además, un momento histórico extraordinario. La tecnología está redefiniendo la forma en que trabajamos, consumimos y nos relacionamos, y el turismo no es ajeno a ello. Esta revolución digital nos ofrece una oportunidad única para repensar los modelos tradicionales, desde la movilidad hasta la gestión del riesgo. Podemos usar la tecnología no solo para hacer más fácil un viaje, sino para hacerlo más consciente, más transparente y más justo con las personas y el planeta.
En la Fundación Intermundial del Grupo Atlantigo creemos que la verdadera transformación está en poner la innovación al servicio del propósito. En aprovechar este momento histórico para construir un turismo que no solo cree valor económico, sino humano. Viajar cambia: nos hace más conscientes, más empáticos y más ricos en experiencias y aprendizajes. Esa es la huella que queremos dejar y también la que queremos que cada viajero se lleve consigo.
El futuro del turismo —y del seguro— pasa por entender que sostenibilidad y crecimiento no son fuerzas opuestas, sino aliadas. Porque viajar de forma segura y responsable es una de las formas más coherentes de cuidar del mundo que queremos seguir explorando.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Internacional Contra el Cambio Climático

