En el corazón de una Europa que busca su papel en un tablero geopolítico en transformación, se celebró la duodécima edición del RISK SHOP, bajo el título provocador “I Nuovi Mondi: dall’osservazione all’azione”, convocado por BM&C Società Benefit en Pavia (a sólo 30 min de Milán). Durante dos intensas jornadas, expertos de la economía, la geopolítica, la exploración espacial, la filosofía y la comunicación analizaron los nuevos vectores de riesgo y oportunidad en un mundo cambiante.
La apertura estuvo a cargo de Fabrizio Marino, anfitrión y fundador de BM&C, quien introdujo el propósito del encuentro: cruzar fronteras entre disciplinas, transformar el análisis en decisiones, y el riesgo en estrategia.
Las nuevas geografías del poder
La primera sesión, en colaboración con el Limes Club Cisalpino, abordó las implicancias globales de los nuevos aranceles estadounidenses, con aportes de Eugenio Novario y Massimo De Leonardis. A partir de allí, el foco se expandió desde los equilibrios comerciales hacia las fronteras del espacio.
El astronauta italiano Walter Villadei se conectó desde Houston y abordó la space economy como el nuevo campo de competencia económica y geopolítica. Luego, Raffaele Bruni, también fundador de BM&C y presidente del Banco de San Marino, profundizó en la reconfiguración del eje global: el Atlántico dejó de ser el epicentro del poder, desplazado por un Indo-Pacífico dinámico, industrializado, tecnológico y estratégico.
Durante su intervención, Raffaele Bruni ofreció una lectura lúcida y comprometida del momento histórico que atravesamos, subrayando que, aunque los cambios que vivimos tienen un carácter claramente epocal, su interpretación puede conducirnos a destinos radicalmente distintos. Para Bruni, comprender no es un ejercicio intelectual estéril, sino una condición indispensable para la acción, también en el ámbito económico y financiero. No basta con analizar estos fenómenos desde la distancia, ni convertirlos en materia de congresos, libros o debates mediáticos: es urgente preguntarse por sus impactos reales y tomar posición. En ese sentido, Bruni agitó conciencias: “No basta con autoproclamarse bastión de los valores humanistas si no se tiene la fuerza para sostenerlos”.
El filósofo Fabio Gabrielli propuso una reflexión provocadora sobre “la vita fragile”, invitando a repensar el riesgo no solo como una variable económica o técnica, sino como una condición inherente a la experiencia humana. A esta dimensión existencial se sumaron las perspectivas estratégicas de Raffaella Greco y Fabio Righi, del Observatorio ISERC, quienes presentaron el espacio como el nuevo territorio clave para el desarrollo económico global. Desde África, Zouhair Mohammed El Aoufir destacó el potencial de Marruecos en el continente como vector de innovación e industrialización.
Comunicación con alma
Uno de los momentos más inspiradores fue la ponencia de Marinellys Tremamunno, periodista y corresponsal internacional, quien participó en representación del medio y observatorio iberoamericano Corresponsables, referente en comunicación responsable y sostenibilidad.
El segundo día de sesiones, Tremamunno llevó al auditorio del Fraschini a un terreno poco transitado en foros sobre riesgo: el de la comunicación auténtica como factor ESG estratégico. Su ponencia, “ESG: un’esperienza internazionale”, abordó la delgada línea entre greenwashing y greenhushing, denunciando tanto el ruido vacío como el silencio paralizante.
Desde España y hasta una América Latina “joven, dinámica y con herencia italiana viva”, Tremamunno resaltó el rol clave de Corresponsables como puente de visibilidad ESG en el mundo hispanohablante. Su mensaje caló hondo: en un mundo saturado de propaganda y sospechas, comunicar con rigor y empatía no es un lujo, es un arte. “Las buenas noticias existen. Las empresas que marcan la diferencia también. Pero si nadie las cuenta… es como si no existieran”, puntualizó.
El riesgo se vuelve humano
Asimismo, la segunda jornada giró hacia el sector financiero, con ponencias de alto nivel de Riccardo Dalfiume (Caceis), Francesca Albino (Generali), Angelo Meda (Banor), Andrea Conti (Eurizon Capital) y Matteo Tagliaferri (Anima). Se abordaron temas como la mitigación de riesgos en fondos de pensiones, la integración ESG en análisis de inversión y la percepción de Estados Unidos como potencia dominante.
En el cierre del RISK SHOP XII se puso el foco en un aspecto muchas veces subestimado pero decisivo en la gestión empresarial contemporánea: el riesgo asociado al capital humano. Alessandro Mazzi y Federica Tozzi, de Onoblo Società Benefit, alertaron sobre el peligro invisible de perder talento clave dentro de las organizaciones. Su propuesta metodológica se basa en una escucha organizativa activa, capaz de identificar no solo las señales de insatisfacción o desconexión, sino también de construir planes de sucesión y objetivos compartidos que aseguren la continuidad y resiliencia del saber interno.
En sintonía con esta visión estratégica, Diego Di Barletta, de Chaberton, describió el rol cada vez más complejo del risk manager moderno, cuya función se ha transformado en una pieza transversal, capaz de conectar áreas, gestionar crisis y utilizar herramientas analíticas avanzadas para anticipar y mitigar vulnerabilidades estructurales.
Finalmente, el economista Claudio Cacciamani, con un tono provocador y crítico, cuestionó el uso excesivo de siglas y métricas –como HR, ESG, MBO o KPI– que, si bien útiles, corren el riesgo de deshumanizar la gestión. Con su alusión al “sesto operaio”, una figura olvidada en la narrativa corporativa, Cacciamani reclamó una recuperación del sentido humano del trabajo, donde las personas no sean meros engranajes cuantificables, sino portadoras de valor, historia y dignidad. Juntas, estas intervenciones delinearon un mapa de riesgos donde el capital humano dejó de ser un simple recurso para convertirse en el verdadero centro de gravedad de la sostenibilidad empresarial.
El RISK SHOP XII no fue una simple conferencia sobre riesgos, sino una cumbre multidisciplinaria que llamó a mirar más allá de los indicadores tradicionales. Fue un llamado a pensar en el riesgo como una oportunidad, en la sostenibilidad como acción imperante y en la comunicación responsable como una estrategia necesaria.
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