Víctor Delgado García llevó más de dos décadas defendiendo con convicción que “la Sostenibilidad no puede ser un lujo reservado a quienes más recursos tienen”. Como Cofundador y Secretario General de AEMME, situó a las microempresas en el centro del debate sobre la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), demostrando que el impacto real muchas veces nace desde lo pequeño. “Las microempresas, aunque pequeñas en tamaño, son grandes en impacto cuando se trata de generar empleo y fortalecer comunidades locales”, afirmó.
En esta entrevista especial con motivo del 20º Aniversario de Corresponsables, Víctor repasó los principales hitos, aprendizajes y desafíos del sector, reivindicando un enfoque de la RSE “comprensible, accesible y adaptado a la realidad del día a día empresarial”. Recordó anécdotas clave, como aquel foro donde empresarios descubrieron que ya practicaban la RSE sin llamarla así, y subrayó una idea que atravesó todo su discurso: “La responsabilidad no nace de los grandes discursos, sino de las pequeñas acciones repetidas con coherencia, humildad y compromiso”.
Delgado también puso en valor el papel de las alianzas y la comunicación. “Gracias a AliaRSE, la corresponsabilidad dejó de ser un eslogan para convertirse en una práctica real”, señaló. Y sobre Corresponsables, no dudó en afirmar: “Habéis sabido combinar el rigor periodístico con una sensibilidad humana poco habitual. No solo informáis: inspiráis, conectáis y amplificáis voces que de otro modo quedarían invisibles”.
Con una mirada que equilibró el compromiso y la esperanza, lanzó un mensaje claro para el futuro: “La RSE no es un destino, es un camino que se recorre paso a paso. Y si logramos que las microempresas sientan que la Sostenibilidad es algo cercano, útil y real, el cambio será imparable”.
Víctor, ¿cómo nació tu implicación personal y profesional con la Responsabilidad Social y la Sostenibilidad, y cómo se consolidó este enfoque a lo largo de los años desde AEMME?
Desde la constitución de AEMME en 2004, hace ya más de 21 años, la Responsabilidad Social y la Sostenibilidad formaron parte esencial de nuestra razón de ser. Como Asociación Española Multisectorial de Microempresas, entendimos desde el primer momento que apoyar al tejido microempresarial iba mucho más allá del desarrollo económico: implicaba también una apuesta firme por los valores éticos, la cohesión social y el respeto al entorno.
Nuestro interés surgió de una realidad muy clara: las microempresas, aunque pequeñas en tamaño, son grandes en impacto cuando se trata de generar empleo, fortalecer comunidades locales y contribuir a una economía más humana y equilibrada. Este compromiso nos llevó a impulsar iniciativas que fomentaran no solo el crecimiento empresarial, sino también una forma de hacer empresa con propósito y responsabilidad.
En ese sentido, promovimos la RSC como una herramienta estratégica para las microempresas, acercando este enfoque a sectores y territorios donde muchas veces no llegaban los grandes discursos, pero sí existía una enorme vocación de impacto positivo.
Hoy, más que nunca, seguimos convencidos de que Sostenibilidad y Responsabilidad Social no son una opción, sino una necesidad ineludible para construir un futuro inclusivo y sostenible para todos.
¿Podrías compartir alguna vivencia o anécdota que refleje cómo fue ese proceso de sensibilización en los primeros años de la asociación?
En los primeros años de vida de AEMME, uno de los grandes retos fue precisamente introducir el concepto de Responsabilidad Social en el entorno de las microempresas. En aquella época, muchos lo asociaban únicamente a grandes compañías o a discursos lejanos a la realidad del pequeño empresario. Recuerdo perfectamente cómo, en algunas jornadas o encuentros, al mencionar términos como “sostenibilidad” o “impacto social”, algunos asistentes levantaban una ceja con escepticismo.
Aprendimos a escuchar mucho: a adaptar el lenguaje, a traducir conceptos estratégicos a la realidad cotidiana del autónomo y del microempresario
Pero todo cambiaba cuando poníamos ejemplos reales: el panadero del barrio que contrataba jóvenes en riesgo de exclusión, la emprendedora que apostaba por proveedores locales o el autónomo que organizaba talleres gratuitos en su comunidad. Era entonces cuando comprendían que ellos ya estaban practicando la RSC, aunque no le pusieran ese nombre.
Una vivencia muy significativa fue cuando organizamos uno de nuestros primeros foros sobre microempresas y Sostenibilidad. Contábamos con ponentes modestos, pero con historias profundamente transformadoras. Lo que empezó como una pequeña jornada se convirtió en un punto de encuentro inspirador donde nació una red de colaboración que aún perdura.
También aprendimos a escuchar mucho: a adaptar el lenguaje, a traducir conceptos estratégicos a la realidad cotidiana del autónomo y del microempresario. Porque entendimos que no se trata solo de transmitir conocimientos, sino de generar conciencia y, sobre todo, de poner en valor lo que ya se hace bien.
Esa fue quizá una de las mayores lecciones de estos años: que la responsabilidad no nace de los grandes discursos, sino de las pequeñas acciones repetidas con coherencia, humildad y compromiso.
¿Cómo era el panorama de la RSE en España cuando comenzasteis desde AEMME, y qué evolución has percibido hasta hoy?
Cuando comenzamos hace más de 21 años, la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) era, en muchos sentidos, un concepto emergente y reservado casi exclusivamente al ámbito de las grandes corporaciones. Se hablaba mucho desde lo teórico, pero muy poco desde la práctica cotidiana de las pequeñas y microempresas, que constituían, y siguen constituyendo, la mayoría del tejido productivo en España.
En aquel entonces, la RSE se percibía más como una acción voluntaria o reputacional que como una parte estratégica del negocio. Había poca legislación, escasa formación y prácticamente ninguna herramienta adaptada a la realidad de las microempresas. El enfoque era vertical, de arriba hacia abajo, y muchas pequeñas empresas se sentían fuera de ese marco.
Hoy, el cambio ha sido profundo. La RSE y la Sostenibilidad se han transversalizado, han ganado visibilidad pública y se han integrado progresivamente en políticas públicas, normativas europeas y marcos estratégicos empresariales. Lo más positivo es que ahora existe un mayor reconocimiento del papel que juegan las pymes y microempresas en este ecosistema. Ya no se duda de que su impacto, aunque más local, es absolutamente esencial.
Desde AEMME, seguimos trabajando para que la RSE no sea un lujo, sino una oportunidad real, asequible y práctica
Sin embargo, persisten desafíos importantes. Aunque hay más conciencia y recursos, muchas microempresas aún encuentran barreras para incorporar la Sostenibilidad de forma estructural: falta de tiempo, recursos, formación o acompañamiento. Además, a veces se impone una visión demasiado técnica o burocrática, que puede desalentar a los más pequeños.
Desde AEMME, seguimos trabajando para que la RSE no sea un lujo, sino una oportunidad real, asequible y práctica para las microempresas. Apostamos por una Sostenibilidad con rostro humano, adaptada a la realidad del día a día empresarial.
En este camino colectivo hacia una economía más responsable, ¿qué papel ha tenido una red como AliaRSE desde tu experiencia en AEMME?
AliaRSE ha sido, desde sus orígenes, un catalizador de alianzas y un espacio estratégico de colaboración. Su enfoque multiactor y su capacidad para integrar a empresas, organizaciones sociales, administraciones públicas y agentes del conocimiento ha sido fundamental para generar un ecosistema sólido y sostenible en torno a la RSE. Ha contribuido a derribar barreras, a generar diálogo real y a posicionar la RSE como un eje estratégico y transversal para el desarrollo sostenible, desde una visión compartida y transformadora.
Su trabajo ha permitido que muchas entidades, como AEMME, encontremos un espacio común donde compartir experiencias, buenas prácticas y, sobre todo, sumar fuerzas. Gracias a AliaRSE, el concepto de corresponsabilidad dejó de ser un eslogan para convertirse en una práctica real, con impacto medible y colectivo.
Valoro especialmente el enfoque abierto, práctico y coherente que han mantenido en todo momento, y cómo han sabido tejer redes auténticas entre el tercer sector, las empresas y entidades como la nuestra. Sin duda, AliaRSE ha sido un pilar imprescindible en la evolución de la RSE en España e Iberoamérica.
Víctor, llevamos muchos años caminando en paralelo, y tú conoces bien la trayectoria de Corresponsables desde sus inicios. ¿Qué papel crees que hemos jugado en la evolución de la RSE, especialmente en el ámbito de las microempresas?
La relación entre AEMME y Corresponsables ha sido muy cercana desde hace muchos años. Recuerdo perfectamente cómo, en un momento clave para nosotros, cuando reforzábamos nuestro compromiso por visibilizar el papel de las microempresas en la construcción de un modelo empresarial más responsable y sostenible, apareció vuestra labor como un auténtico soplo de aire fresco.
Vuestra apuesta pionera por la Comunicación Responsable permitió, por fin, que los mensajes relacionados con la Sostenibilidad y la RSE llegaran también al tejido microempresarial, que tradicionalmente había quedado fuera del foco mediático. Desde el primer momento conectamos en visión y propósito, y participar en vuestras publicaciones, jornadas y foros nos ayudó a dar voz a miles de pequeñas empresas comprometidas que muchas veces no tenían un espacio propio para ser escuchadas.
Guardo con especial cariño la invitación que nos hicisteis para participar en uno de vuestros Anuarios. Para AEMME, y sobre todo para las microempresas a las que representamos, fue un reconocimiento muy valioso. No solo por la visibilidad, sino por la oportunidad de contar historias reales de impacto desde lo pequeño, que es muchas veces lo más grande.
En estos años, habéis demostrado que la comunicación también puede ser una herramienta de transformación. Habéis sabido combinar el rigor periodístico con una sensibilidad humana poco habitual, dando espacio a voces que de otro modo habrían quedado invisibles. No solo informáis: inspiráis, conectáis y amplificáis. Y en un entorno tan saturado de ruido, eso es un auténtico acto de compromiso.
Por todo ello, os agradezco profundamente vuestra labor y vuestra visión de largo plazo. En este 20º aniversario, celebramos también vuestro papel como referentes en la construcción de una economía más ética, inclusiva y sostenible.
Corresponsables ha sido un soplo de aire fresco para quienes no tenían voz en los grandes medios
En más de dos décadas de trabajo desde AEMME, habéis sido testigos de una profunda evolución en este ámbito. ¿Qué cambios significativos destacarías en la forma de entender y aplicar la RSE y la Sostenibilidad?
Los cambios han sido realmente profundos, tanto en el plano conceptual como en el operativo. Cuando comenzamos nuestra andadura en AEMME, la Responsabilidad Social se entendía aún como algo filantrópico o complementario, muchas veces vinculado únicamente a grandes empresas. Con el tiempo, hemos pasado a una visión mucho más estratégica, integrada de forma transversal en el modelo de negocio.
Hoy en día, ya no se trata solo de “hacer algo por los demás”, sino de cómo las organizaciones, grandes y pequeñas, generan valor económico, social y medioambiental de manera simultánea y coherente. Este cambio cultural ha sido uno de los avances más relevantes.
También ha influido de forma decisiva la evolución normativa. La Agenda 2030, los ODS y directivas como la CSRD han marcado un antes y un después en el compromiso empresarial con la Sostenibilidad, impulsando una mayor seriedad, sistematización y transparencia en este ámbito.
Además, el mercado ha cambiado. Las expectativas de consumidores, inversores, empleados y comunidades han elevado el listón: hoy se exige autenticidad, ética y coherencia. Y en este proceso, la tecnología ha sido clave para facilitar la medición, el seguimiento y la mejora continua.
Aun así, queda mucho por hacer. La inclusión real de las microempresas siguió siendo un reto importante. Por eso, desde AEMME apostamos por una RSE comprensible y accesible, adaptada a la realidad de los más pequeños, que son el corazón del tejido empresarial español.
¿Y cuáles crees que han sido los grandes hitos de estas dos décadas? ¿Qué factores han propiciado esa transformación que describes?
Podría identificar al menos seis hitos fundamentales:
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La consolidación de la RSE como estrategia empresarial: hace 20 años era vista como algo accesorio; hoy forma parte esencial del modelo de negocio en muchas organizaciones.
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La aprobación de la Agenda 2030 y los ODS: supuso un punto de inflexión, ofreciendo un lenguaje compartido y aplicable a cualquier escala, incluida la de las microempresas.
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La evolución del marco normativo europeo: la Directiva NFRD y su ampliación con la CSRD obligaron a las empresas a tomarse en serio la medición de impacto y la transparencia, generando un efecto en cadena en toda la cadena de valor.
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La irrupción de las finanzas sostenibles y los criterios ESG: redefinieron los parámetros de decisión de inversores y entidades financieras.
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La pandemia de la COVID-19: puso en valor la resiliencia, el propósito y el impacto social, mostrando la capacidad de adaptación de las microempresas.
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La digitalización: democratizó herramientas y procesos que antes solo estaban al alcance de las grandes empresas.
Todos estos hitos fueron impulsados por factores como una ciudadanía más consciente, nuevas generaciones alineadas con el propósito, presión normativa y financiera, y la urgencia de responder a desafíos globales como el cambio climático o la desigualdad.
Desde AEMME, celebramos que estos avances lleguen también al ecosistema emprendedor y a la microempresa, pero no bajamos la guardia: seguimos trabajando para que nadie quede atrás.
No se trata de alcanzar una meta perfecta, sino de avanzar paso a paso, con coherencia, humildad y compromiso
¿Cuáles dirías que son las principales lecciones aprendidas sobre la RSE desde la perspectiva de las microempresas?
Una de las enseñanzas más valiosas fue entender que la Responsabilidad Social no es un destino, sino un proceso continuo. No se trata de alcanzar una meta perfecta, sino de avanzar paso a paso, con coherencia, humildad y compromiso.
He aprendido que para que la RSE cale, hay que saber escuchar. Cada empresa parte de un punto distinto y enfrenta retos únicos. Adaptar este enfoque a la realidad de las microempresas es clave.
La transformación nace de lo pequeño: acciones cotidianas con autenticidad y propósito pueden tener un impacto enorme. Además, la transparencia genera confianza y abre la puerta a la colaboración.
Y, sobre todo, la RSE no debe vivirse como una carga, sino como una oportunidad para innovar, crecer y conectar con la comunidad.
¿Hay alguna anécdota que recuerdes especialmente y que refleje bien los comienzos de la RSE en el ámbito de las microempresas?
Sí, en uno de los primeros encuentros organizados por AEMME pregunté a los asistentes qué entendían por Responsabilidad Social. La mayoría la relacionó con donaciones o grandes empresas. Sin embargo, al compartir experiencias, surgieron ejemplos como contratar a personas en exclusión, apoyar a familias del barrio o promover el reciclaje.
Ese momento mostró que ya practicaban la RSE, aunque no le pusieran nombre, y que el reto era visibilizar y poner en valor lo que ya se hacía.
¿Quiénes han sido para ti los grandes pioneros o referentes en materia de RSE y Sostenibilidad, especialmente desde la perspectiva de las microempresas?
Destaco entidades como Forética y el Pacto Mundial de Naciones Unidas por marcar pautas globales, pero mis referentes más firmes han sido siempre los propios microempresarios que, sin grandes recursos, generan impacto real en sus comunidades.
Admiro también a líderes y profesionales que impulsaron este enfoque desde la cercanía, facilitando el trabajo en red. Recuerdo especialmente nuestras primeras jornadas en AEMME, donde testimonios espontáneos emocionaban más que cualquier presentación técnica.
¿Puedes compartir algún caso de éxito que consideres especialmente emblemático en este terreno?
Uno de los más inspiradores es el de una pequeña empresa familiar del sector artesanal que transformó su modelo desde la raíz, integrando criterios de sostenibilidad y responsabilidad social en todos sus procesos, demostrando que el tamaño no limita el impacto.
La Responsabilidad Social no está reñida con la rentabilidad. Al contrario, puede ser una palanca de diferenciación y competitividad
Empezaron apostando por materiales ecológicos y de proximidad, e integraron principios de igualdad de género, conciliación y formación continua en su día a día. No lo hicieron por obligación ni por imagen, sino por coherencia con sus valores. Con el tiempo, esa apuesta les permitió mejorar su eficiencia, reducir su huella ambiental y reforzar la relación con su comunidad. Hoy tienen una clientela fiel, han generado empleo de calidad y son un ejemplo de cómo la sostenibilidad puede ser también una vía de crecimiento sólido y humano.
Este caso demuestra algo que desde AEMME defendemos con firmeza: que la Responsabilidad Social no está reñida con la rentabilidad. Al contrario, puede ser una palanca de diferenciación y competitividad, incluso, y especialmente, en contextos de alta exigencia y cambio constante.
Nuestro trabajo como asociación es seguir multiplicando estos ejemplos, dándoles voz y acompañamiento, para que otras microempresas vean que sí se puede, que es posible generar valor económico, social y ambiental desde lo pequeño, y hacerlo con orgullo.
¿Cómo imaginas el futuro de la RSE y la Sostenibilidad? ¿Qué retos y oportunidades anticipas para los próximos años?
Vemos un futuro lleno de retos, sí, pero también de oportunidades muy esperanzadoras para transformar de verdad nuestro modelo económico y social. Desde AEMME, estamos convencidos de que la Responsabilidad Social va a seguir ganando profundidad estratégica, no solo en grandes corporaciones, sino también, y muy especialmente, en el ecosistema microempresarial, que es el auténtico motor económico del país.
Ya no hablamos de opciones, hablamos de requisitos. La Sostenibilidad será imprescindible para ser competitivos, para subsistir incluso, en un entorno donde la exigencia regulatoria, financiera y social será cada vez mayor. Las empresas tendrán que ser más transparentes, más coherentes y resilientes.
Uno de los mayores desafíos será cerrar la brecha de recursos y conocimientos que sigue afectando a muchas microempresas, que desean avanzar en RSE pero carecen de medios o acompañamiento. También será clave encontrar un equilibrio real entre crecimiento económico y respeto al planeta, en un contexto marcado por la crisis climática, la escasez de recursos y las tensiones sociales.
Pero también hay oportunidades muy potentes: la innovación social, la digitalización y la presión positiva de consumidores e inversores están generando un terreno fértil para que emerjan nuevos liderazgos responsables. Si logramos que las microempresas sientan que la RSE es algo cercano, accesible y útil, podremos avanzar hacia un tejido empresarial más justo, diverso y sostenible.
¿Qué papel deben asumir las nuevas generaciones para garantizar la continuidad y evolución de este compromiso colectivo?
Las nuevas generaciones tienen una responsabilidad crucial, pero también una oportunidad única, para dar continuidad a este legado y llevarlo aún más lejos. Su conciencia ambiental y social, mucho más integrada desde el inicio, les permite mirar el mundo desde otro prisma, más ético y humano.
Hoy, muchas personas jóvenes ya no conciben la empresa sin propósito. Buscan trabajar en organizaciones coherentes con sus valores, que aporten algo positivo a la sociedad. Son quienes pueden acelerar la transición hacia modelos más responsables, porque lo llevan en su ADN.
Desde AEMME, creemos que es fundamental darles voz, formación y herramientas desde el principio, acompañarles en sus primeros pasos y facilitarles espacios de participación real. También deben liderar un diálogo intergeneracional que nos ayude a construir puentes, aprender juntos y mantener vivo ese espíritu de mejora constante.
Las nuevas generaciones tienen una responsabilidad crucial, pero también una oportunidad única, para dar continuidad a este legado y llevarlo aún más lejos
Para cerrar, Víctor, ¿te gustaría compartir alguna reflexión final con motivo del 20º Aniversario de Corresponsables?
Sí, me gustaría aprovechar esta entrevista para felicitar muy sinceramente a Corresponsables por estos veinte años de compromiso riguroso y valiente con la comunicación responsable. Desde AEMME valoramos enormemente vuestra labor como altavoz de las buenas prácticas, especialmente en entornos como el de la microempresa.
Nos habéis dado voz en momentos clave, nos habéis acompañado en este camino, y eso deja huella. La Responsabilidad Social no puede quedarse en un ejercicio reservado a quienes más recursos tienen; debe ser un proceso inclusivo, realista y transformador.
Solo con colaboración, innovación y voluntad compartida podremos avanzar hacia un modelo económico más humano, justo y sostenible. Medios como Corresponsables sois parte esencial de ese camino.
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