“Hace 19 años, una oportunidad de prácticas me permitió descubrir un ámbito del que no había oído hablar: la RSC. Fue un profesor quien me lo explicó y entendí que podía unir mi vocación social con el periodismo”, recuerda Raquel Abad de las Heras, Responsable de Alianzas y Relaciones Institucionales de Fundación Entreculturas. Por entonces, la profesionalización del sector era incipiente, las empresas apenas comenzaban a explorar qué significaba la RSC y muchas veces acudían a consultoras que también estaban dando sus primeros pasos.
Con el paso de los años, Raquel ha visto cómo el sector ha madurado, y cómo la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) ha dejado de entenderse como caridad o acciones puntuales, para consolidarse como una estrategia conectada con la Sostenibilidad, el valor de marca y la transparencia. “La RSE ya no es filantropía: hoy es una estrategia empresarial que contribuye al valor de marca”, afirma.
A lo largo de su trayectoria, destaca el papel clave que ha desempeñado Corresponsables en este proceso: “Ha sido clave en la evolución del sector. Ha difundido buenas prácticas, promovido el diálogo y visibilizado proyectos innovadores”. Recuerda con especial cariño uno de los primeros anuarios en los que se mencionó a una empresa cliente suya por una iniciativa pionera: “Fue muy especial ver cómo se reconocía el impacto de la colaboración entre sector privado y ONG”.
En esta entrevista, con motivo del 20º aniversario de Corresponsables, Abad reflexiona sobre los principales hitos del sector, desde la aprobación de los ODS hasta la exigencia creciente de consumidores e inversores. Y señala con claridad los retos del futuro: escalar el impacto, abordar la desigualdad, fortalecer alianzas y acelerar la transición hacia modelos sostenibles. Para ella, la innovación, la colaboración y una RSE verdaderamente integrada en la estrategia serán clave para transformar el modelo empresarial.
¿Cómo empezaste a involucrarte en el mundo de la Responsabilidad Social y la Sostenibilidad?
Hace 19 años, mientras cursaba un máster en Cooperación al Desarrollo en la Universidad de Comillas, surgió una oportunidad de prácticas en una consultora de RSC que buscaba a alguien con perfil periodístico. Yo no conocía el concepto de RSC, pero un profesor —y buen amigo— me lo explicó y vi que podía ser una excelente forma de unir mi formación en periodismo con mi vocación social.
En aquel momento no había profesionales formados específicamente en esta materia, y fue en esa experiencia donde, trabajando con grandes empresas, descubrí todo lo que implica este campo. Desde entonces, ha sido un camino de evolución constante.
¿Qué recuerdas del contexto profesional en aquellos primeros años?
En esa época, la profesionalización era escasa. La mayoría de los que nos dedicábamos a esto veníamos de la comunicación o los recursos humanos. En mi caso, además del periodismo, había estudiado cooperación internacional y había participado en proyectos de voluntariado, incluso en África. Ese perfil era muy valorado entonces.
Las empresas no tenían claro qué era la RSC y recurrían a consultoras también en proceso de especialización. El gran debate a mediados de los 2000 giraba en torno a si la RSC debía ser voluntaria. Hoy eso ha cambiado completamente: ya no se discute si debe existir, sino cómo integrarla en la estrategia de forma ética y sostenible.
Las empresas no tenían claro qué era la RSC y recurrían a consultoras también en proceso de especialización
¿Cuándo conociste a Corresponsables y qué papel ha tenido en tu trayectoria?
Conocí Corresponsables poco después de su nacimiento, en torno a 2005 o 2006, cuando ya empezaban a posicionarse como un referente. Desde la consultora donde trabajaba, seguíamos sus publicaciones y eventos, y tomábamos los anuarios como referencia. Recuerdo especialmente cuando mencionaron a una empresa cliente nuestra por una iniciativa pionera. Fue emocionante ver cómo se reconocía públicamente el valor de la colaboración entre empresas y ONG.
¿Cómo valoras su contribución al desarrollo de la RSE?
Corresponsables ha sido clave en la evolución del sector. Ha difundido buenas prácticas, promovido el diálogo entre sectores y visibilizado proyectos innovadores. Gracias a su labor, la RSE ha ganado espacio y claridad en las agendas empresariales. Han sabido traducir un concepto complejo y a veces confuso en algo accesible y concreto, acompañando la evolución del sector, impulsando debates sobre sostenibilidad, derechos humanos y transparencia.
Uno de los grandes retos será escalar el impacto y pasar de iniciativas puntuales a transformaciones sistémicas
Además, su capacidad para conectar actores diversos ha sido fundamental para construir una agenda común.
¿Qué hitos consideras más importantes en la evolución de la RSE en las últimas dos décadas?
Sin duda, la adopción de los ODS en 2015. Ofrecieron un marco global y un lenguaje común para alinear esfuerzos entre empresas, gobiernos y ONG. También ha sido clave el avance normativo, como la Ley de Información No Financiera, que ha reforzado la transparencia.
El cambio climático y los Acuerdos de París marcaron otro punto de inflexión: las empresas ahora enfrentan una mayor presión para reducir su huella. A esto se suma el auge del consumo responsable, impulsado por generaciones jóvenes más exigentes, y el papel de la tecnología, que ha permitido medir y comunicar el impacto de forma más precisa y accesible.
¿Qué aprendizajes destacarías de tu trayectoria?
La RSE ya no es filantropía. Hoy es una estrategia empresarial que contribuye al valor de marca. Es clave medir el impacto, ser transparentes, colaborar con otros actores y alinear la RSE con la estrategia del negocio. Los consumidores exigen cada vez más responsabilidad, y la RSE debe evolucionar continuamente, integrando la innovación como motor para transformar modelos de negocio.
¿Qué retos y oportunidades anticipas para las próximas décadas?
Uno de los grandes retos será escalar el impacto, pasar de iniciativas puntuales a transformaciones sistémicas. También será crucial mejorar la medición y reporte del impacto, abordar la desigualdad social y acelerar la transición hacia modelos circulares.
En cuanto a oportunidades, la sostenibilidad puede ser motor de innovación, abrir nuevos mercados, reforzar la reputación, generar alianzas estratégicas y mejorar la resiliencia empresarial ante los desafíos futuros.
La Sostenibilidad puede ser motor de innovación, abrir nuevos mercados y reforzar la reputación
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