Asumes la presidencia de la Fundación PwC en un momento clave para las organizaciones con propósito. ¿Cuál es tu visión sobre el papel que debe jugar la Fundación en esta nueva etapa y cómo se alinea con la estrategia global de PwC?
Asumo esta nueva responsabilidad con una idea muy clara: quiero que la Fundación PwC refuerce su papel como motor de transformación social, adaptándose con agilidad a un entorno que, de la mano de la tecnología, de los cambios económicos, sociales y de las nuevas generaciones, está cambiando a gran velocidad. Mi primera meta es seguir movilizando la solidaridad de nuestros más de 5.500 profesionales y canalizando todo el conocimiento y las capacidades de la firma para ofrecer soluciones innovadoras a los grandes desafíos sociales que tenemos por delante. Por supuesto, esto encaja plenamente con la estrategia global de PwC, que tiene en el centro generar confianza y contribuir a la creación de un futuro más sostenible y justo.
Compatibilizas esta nueva responsabilidad con tu labor como socia responsable de Mercados y de Transformación en Banca y Seguros. ¿Cómo conectas la transformación empresarial con el impacto social que impulsa la Fundación PwC?
Para mí ambas funciones están totalmente interconectadas. Desde mi responsabilidad en el área de Mercados y Transformación en Banca y Seguros he trabajado, y lo seguiré haciendo, para impulsar buenas prácticas y generar modelos innovadores que mejoren la competitividad de las empresas que, en último término, son las que más valor social generan, creando riqueza y oportunidades laborales. Ahora, de la mano de la Fundación, también contribuiré a generar impacto social de otra forma: mediante proyectos probono de nuestros profesionales y a través de programas de voluntariado y de la generación de conocimiento.
En el último ejercicio habéis desarrollado 28 proyectos probono y aumentado un 26% la inversión social. ¿Qué iniciativas destacarías por su impacto y qué aprendizajes os han dejado?
Por razones obvias, este último año me quedo con los proyectos probono que hemos puesto en marcha tras la DANA en la Comunidad Valenciana, que han permitido ayudar de forma directa a las personas afectadas y, al mismo tiempo, han servido para fortalecer las instituciones locales. Pusimos en marcha un Help Desk fiscal, legal y laboral con el fin de resolver de forma gratuita las dudas de las afectadas por las inundaciones. También dimos soporte a la Asociación Valenciana de Empresarios en el evento solidario global que se celebró el 13 de diciembre de 2024 para recaudar fondos y hemos colaborado en la verificación de préstamos participativos y sin intereses a las compañías damnificadas. Pero también hemos trabajado en otros proyectos muy significativos como el diseño de un sistema de control de riesgos para Cáritas Española y sus órganos confederales; la elaboración de un diagnóstico y de un plan de acción para reforzar el modelo operativo de Manos Unidas, o un proyecto de consultoría estratégica para Tallers Guirnadó, una entidad que promueve la inclusión laboral de personas con discapacidad intelectual mediante la fabricación de juegos educativos. ¿Qué hemos aprendido de cada uno de los proyectos probono que hemos puesto en marcha? Que medir y contar bien el impacto es clave, que la colaboración con las entidades sociales multiplica resultados y que la transparencia y el buen gobierno son fundamentales para fortalecer la confianza.
El entorno actual exige una adaptación constante. ¿Qué retos consideras que afrontan hoy las fundaciones corporativas para seguir siendo motores reales de transformación social?
El gran reto es no perder relevancia. Para eso hay que ser flexibles, innovadores e incorporar nuevas formas de participación y colaboración. También es fundamental generar y compartir conocimiento que ayude a evolucionar al propio sector social, y mantener los más altos estándares de transparencia y buen gobierno. Recientemente, en colaboración con el Instituto de Innovación Social de Esade, hemos publicado un informe que analiza el vínculo de la juventud con las ONG, del que se puede extraer que las nuevas generaciones quieren implicarse en más causas sociales, pero exigen más transparencia a las ONG, que midan el impacto de sus acciones y que creen más entornos de participación real en los que puedan colaborar.
Más de 5.500 profesionales de PwC han contribuido con 70.000 horas de voluntariado. ¿Cómo se fomenta internamente esta cultura de compromiso responsable y qué valor aporta tanto a los equipos como a la sociedad?
Lo logramos ofreciendo programas que permiten a cada profesional poner su talento y su tiempo donde más le motiva: desde el voluntariado tradicional hasta los proyectos probono. Ese compromiso tiene, sin duda, un doble retorno. Generamos un impacto social real y al mismo tiempo fortalecemos a los equipos de la firma, reforzando el orgullo de pertenencia de los profesionales y ayudándoles a desarrollar nuevas habilidades profesionales que revierten también en su desempeño diario. En definitiva, creo que la Fundación PwC sirve para construir un entorno de trabajo más comprometido y competitivo.
Para finalizar, ¿cuáles son los principales retos y proyectos que afrontará la Fundación en el corto y medio plazo? ¿Qué mensaje final te gustaría dejar a la audiencia de Corresponsables?
En el corto y medio plazo, queremos impulsar aún más la generación y difusión de conocimiento social relevante y, a la vez, ampliar y profundizar nuestros proyectos probono y los programas de voluntariado. Para mí la clave es que cada iniciativa deje un impacto tangible y sostenible. Por último, diría que el compromiso colectivo y el liderazgo responsable son imprescindibles para construir una sociedad más justa. Desde las organizaciones podemos y debemos impulsar esa transformación con convicción y con acciones concretas. Sin duda, la mejora de nuestra sociedad está en nuestras manos.
Consulta más información responsable en las publicaciones Corresponsables y en la Buena Práctica Destacada de Fundación PwC en el Anuario Corresponsables 2025.

