La Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) acoge esta semana el IV Encuentro ‘El Camino hacia la Economía de Impacto’, organizado por el Centro Yunus Cantabria y el Santander Financial Institute (SANFI), y que cuenta con el patrocinio de Impact Hub, entre otras organizaciones. Entre el 9 y el 11 de julio, más de 50 expertos de toda España reflexionan sobre cómo impulsar un modelo económico más sostenible e inclusivo, poniendo el foco en la acción local como palanca esencial de cambio.
La colaboración público-privada, apostar por una gobernanza local e involucrar a todos los actores del territorio de manera integral, son algunas de las soluciones propuestas durante el encuentro en el que se han compartido proyectos que ya están en marcha como un biopolígono de industria circular en Lleida, la Red de polos de emprendimiento en Galicia o un proyecto vinícola familiar en la provincia de Palencia. Ejemplos de cómo se pueden afrontar retos globales desde un abordaje sistémico en el ámbito local.
La mesa “Abordaje sistémico en los territorios”, moderada por Impact Hub, se ha centrado en cómo afrontar a nivel local las grandes transiciones –energética, climática, demográfica y social-. El debate ha puesto de relieve que los grandes desafíos globales se viven de forma directa en el territorio y que enfrentarlos requiere nuevas formas de colaboración entre administraciones, empresas, organizaciones sociales y la ciudadanía.
“A la hora de afrontar los cambios sistémicos que afectan a los territorios, seguimos abordándolos con una perspectiva anticuada de la primera o la segunda Revolución Industrial. Muchas de esas soluciones ignoran el elefante en la habitación que nadie ve y que en los grandes procesos colaborativos tiene un gran potencial y requiere de soluciones más complejas”, ha explicado Rafael Cobo, Regenerative Lead y Consultor Senior de Impact Hub y moderador de la mesa.
Cobo ha puesto como ejemplo el Biopolígono de Lleida, ubicado en Alcarràs, que ha unido a diferentes sectores económicos -ganadería, agricultura e industria- y convierte residuos locales en energía y materiales, generando un ecosistema industrial circular.
En la sesión se han presentado casos concretos que contribuyen a afrontar los desafíos locales desde una perspectiva colaborativa y con impacto en el territorio. Como la apuesta de la Xunta de Galicia para revertir la despoblación mediante una red de polos de emprendimiento rurales, gestionados en colaboración público-privada con la coordinación de agentes locales para la generación de oportunidades en los pueblos, como ha explicado Pablo Fernández López, secretario general de Empleo de la Xunta de Galicia.
También se ha compartido la experiencia de la Generalitat de Catalunya con las agendas compartidas de la RIS3CAT, la Estrategia para la especialización inteligente de Cataluña 2030, que impulsa transformaciones en los diferentes ámbitos productivos, identificando las palancas de cambio e involucrando a los diferentes actores del territorio.
Ana Pallí, del IRTA (Instituto de Investigación y Tecnologías Agroalimentarias) de la Generalitat de Catalunya, defendió que la innovación no debe servir solo para la competitividad o la tecnología per se, sino para la transformación profunda de los territorios. Además, subrayó la necesidad de entender los problemas desde una perspectiva sistémica, considerando sus múltiples dimensiones (tecnológica, regulatoria, cultural, de mercado) y la diversidad de los actores implicados.
Valor social, alianzas reales e innovación financiera
Tomás Castillo, fundador de AMICA, ha defendido la necesidad de reconocer el valor social y ambiental de la inversión en el territorio y ha considerado que es necesario dejar de buscar la rentabilidad en los proyectos de economía de impacto como si fuera una inversión tradicional, porque ya de por sí mejora la vida de las personas y tiene un impacto real.
Asimismo, ha animado a los inversores privados a apostar por la economía de impacto y subrayó el papel esencial que desempeña la colaboración público-privada. También ha recordado la relevancia de los Objetivos de Desarrollo Sostenible como marco común de la economía de impacto.
Por su parte, Raúl Sánchez, director de Inversiones de Impacto en COFIDES, ha explicado el enfoque del Fondo de Impacto Social, que a través de la escucha activa identifica proyectos y modelos que puedan ser replicables en cualquier parte de España y que puedan movilizar inversión privada mediante instrumentos innovadores.
Ha señalado las limitaciones de los enfoques “aspirina” que solo actúan sobre los síntomas cuando se habla de economía de impacto y ha puesto como ejemplo el programa “Tu Techo”, que aborda el sinhogarismo de forma integral, combinando vivienda, empleo y acompañamiento social.
Junto a esta sesión, el Encuentro ha incluido la mesa redonda “El poder de lo local como motor de transformación”, donde Alberto Alonso, Head of Public Alliances de Impact Hub, ha remarcado la necesidad de reforzar la resiliencia local en un mundo marcado por la incertidumbre y la polarización: “En tiempos donde hay mucha crispación en lo global y hay mucha incertidumbre y volatilidad, el sistema tiende a descentralizarse para poder actuar de manera más resiliente. Estamos volviendo a bajar la capa de gobernanza hacia lo local”.
Alonso ha compartido además el ejemplo de su proyecto familiar en Tierra de Campos (Palencia), donde la recuperación de una antigua bodega ha permitido crear un vino artesanal que revitaliza la identidad local y genera cohesión comunitaria. Su intervención ha ilustrado cómo los proyectos locales pueden anidar en ecosistemas mayores y ofrecer modelos replicables para otros territorios.
El IV Encuentro ‘El Camino hacia la Economía de Impacto’ ha consolidado Santander como espacio de referencia para el debate sobre los retos de la transición social, económica y ambiental en España. Durante tres días, representantes de Administraciones públicas, entidades sociales y empresas han trabajado de forma conjunta para identificar soluciones que conecten la escala global con la acción local, demostrando que la colaboración sistémica es clave para afrontar los grandes desafíos del siglo XXI.
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