Lara de Mesa, Directora Global de Sostenibilidad del Grupo Santander, repasa en esta entrevista su trayectoria y la evolución de la Responsabilidad Social en las últimas décadas. Desde sus inicios como economista, siempre le atrajo “cómo incorporar en las decisiones de la empresa las externalidades de nuestra actividad”, hasta dedicarse de lleno a este ámbito en 2018. Con una mirada retrospectiva, subraya que “la RSE ha pasado de concebirse como una actividad filantrópica y voluntarista a integrarse cada vez más en la gestión empresarial”, lo que ha aportado estabilidad y capacidad de generar impacto a largo plazo.
Con motivo del 20º Aniversario de Corresponsables, la directiva pone en valor el papel del medio en este recorrido. “Corresponsables ha sabido crear un espacio de diálogo y de visibilidad en torno a la Sostenibilidad”, destaca, al tiempo que recuerda que su labor ha sido “clave para dar a conocer los avances en este ámbito y sensibilizar a la sociedad sobre temas que nos afectan a todos”. Una trayectoria que, en su opinión, refleja también la propia evolución de la RSE en estas dos décadas.
De Mesa señala hitos como el Acuerdo de París o los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, que “establecieron marcos de referencia comunes” para acelerar el cambio. Y concluye con una reflexión sobre los retos futuros: “Lo que no se mide no se gestiona, y donde no hay gestión no hay cambio. La Sostenibilidad debe formar parte de la solución, nunca del problema”.
Lara, ¿cuándo descubriste que tu vocación profesional estaba vinculada a la Responsabilidad Social y la Sostenibilidad, y qué te llevó a dar el paso de dedicarte de lleno a este ámbito?
Es un ámbito que siempre me ha interesado tanto en lo personal como en lo profesional. Desde mi formación como economista me atraía la idea de cómo informar e incorporar en las decisiones de la empresa las externalidades de nuestra actividad, algo que va mucho más allá de lo puramente financiero. Profesionalmente, comencé a dedicarme a ello en 2018, y desde entonces ha sido un camino apasionante de aprendizaje y compromiso.
Si miramos atrás, ¿cómo describirías la evolución que ha vivido la RSE desde que empezaste hasta hoy?
Creo que la RSE está en un proceso de madurez muy interesante. Ha pasado de concebirse como una actividad filantrópica y voluntarista a integrarse cada vez más en la gestión empresarial, con un enfoque basado en la materialidad y con un sentido económico claro. Esta evolución le aporta mayor estabilidad y, sobre todo, más capacidad de generar un impacto sostenible a largo plazo.
En este 20º Aniversario de Corresponsables, nos gustaría pedirte una mirada personal: ¿cómo recuerdas el inicio de tu relación con nuestro medio y qué papel crees que hemos tenido en la evolución de la Responsabilidad Social en estas dos décadas?
Conozco Corresponsables desde hace varios años y, desde Banco Santander, venimos colaborando de manera continuada, compartiendo experiencias y aprendiendo de buenas prácticas de otros sectores y organizaciones. El medio ha sabido crear un espacio de diálogo y de visibilidad en torno a la Sostenibilidad, lo que enriquece el trabajo diario y nos conecta con una comunidad de profesionales que comparten objetivos comunes.
Además, creo que su labor ha sido clave para dar a conocer los avances en este ámbito a los profesionales del sector y también para sensibilizar a la sociedad sobre temas que nos afectan e implican a todos. Vuestra trayectoria recoge testimonios que transmiten y reflejan la evolución de la RSE en estos años, que no ha sido poca.
Y si miramos a la evolución más amplia, ¿qué hitos y factores dirías que han marcado el rumbo de la Sostenibilidad en estas dos décadas?
La práctica ha avanzado mucho, aunque todavía queda camino por recorrer. En un inicio, la agenda empresarial estaba dominada por un enfoque eminentemente filantrópico: devolver a la sociedad parte de los beneficios generados. Con el tiempo, ese voluntarismo dio paso a entender la Sostenibilidad como un eje estratégico que debía integrarse en toda la cadena de valor, en las políticas y en los objetivos empresariales.
Algunos hitos han sido especialmente determinantes, como el Acuerdo de París de 2015 o la fijación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible por Naciones Unidas, que establecieron marcos de referencia comunes. También han sido claves la evolución de los estándares de reporte, como el GRI, y recientemente la Directiva CSRD en Europa, que aportan rigor y comparabilidad.
Hoy muchas empresas contamos con equipos altamente cualificados dedicados en exclusiva a Sostenibilidad, financiación sostenible o gestión de riesgos ambientales y sociales. A ello se suma un incremento exponencial de la concienciación ciudadana, impulsada por la urgencia que nos traslada la ciencia, lo que se traduce en una demanda social creciente de compromiso real por parte de empresas y gobiernos.
Para afrontar este reto es imprescindible que la Sostenibilidad actúe como palanca de innovación y competitividad empresarial, aportando soluciones con las que ganemos todos.
Después de tantos hitos, ¿qué aprendizajes personales destacarías de tu trayectoria en RSE y Sostenibilidad?
A lo largo de estos años he aprendido que la Sostenibilidad exige visión a largo plazo, pero también objetivos a corto que permitan avanzar y ganar credibilidad. Es una agenda de gestión del cambio, y por eso requiere coherencia y profundidad en las propuestas. También he comprobado que es clave priorizar: no podemos resolverlo todo de golpe, sino ir paso a paso, construyendo el caso de negocio y poniendo el foco en las oportunidades.
Otro aprendizaje importante es que este camino no se recorre en solitario. Necesitamos aliados dentro y fuera de la organización, y contar con esa colaboración es esencial para lograr avances reales. La pasión es bienvenida, pero la convicción y el trabajo técnico son los que marcan la diferencia. Y, por supuesto, medir lo que hacemos: lo que no se mide no se gestiona, y donde no hay gestión no hay cambio. Podemos estar haciéndolo bien, pero siempre habrá margen para hacerlo mejor.
Y Lara, para terminar, si miramos hacia el futuro, ¿qué retos y oportunidades imaginas para la Sostenibilidad en las próximas dos décadas?
Creo que hoy la Sostenibilidad está condicionada por dos grandes aspectos. El primero son los retos de ejecución: aunque existe un consenso creciente para integrar los factores ambientales, sociales y de buen gobierno en la gestión empresarial y en las políticas públicas, la integración real de esos factores sigue siendo compleja y costosa. Avanzar requiere la acción concertada de muchos agentes y de marcos regulatorios estables que acompañen la transición hacia una economía baja en carbono y más sostenible. Sobre esa base podremos reinventar procesos, estrategias y usos de nuevas tecnologías que sean viables económicamente, escalables y capaces de alcanzar el impacto esperado.
El segundo aspecto es el contexto económico. La transición resulta mucho más factible cuando se da en un entorno de crecimiento, porque entonces es posible aunar competitividad y sostenibilidad. En Europa, tenemos el reto de mejorar nuestra competitividad global y la Sostenibilidad debe formar parte de la solución, nunca del problema.
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