Irene Bajo, Directora de la Cátedra y del Título de Experto en Responsabilidad Social de la Universidad de Alicante, lleva más de quince años trabajando en la intersección entre el derecho del trabajo, la Sostenibilidad y los derechos humanos. Su trayectoria ha estado marcada por la defensa de una RSE auténtica, comprometida y con base científica.
“Cuando empecé, hablar de Responsabilidad Social generaba incomprensión absoluta, especialmente en el ámbito jurídico. Había recelo tanto desde las empresas como desde los sindicatos”, recuerda. Aun así, persistió en sostener un enfoque transversal y riguroso, convencida de que la RSE no podía reducirse a un mero ejercicio de comunicación.
En esta conversación, reflexiona sobre la evolución del concepto, los retos que aún persisten y el papel fundamental de la divulgación: “Corresponsables ha sido un referente editorial que ha acercado los conceptos de la RSE y la Sostenibilidad a la ciudadanía”. Una labor clave para construir una cultura de responsabilidad compartida en todos los niveles.
¿Cómo comenzó tu interés por la Responsabilidad Social y la Sostenibilidad? ¿Qué te llevó a implicarte en este ámbito?
Hace unos 15 años, comencé a interesarme por la Responsabilidad Social a raíz del análisis de las condiciones más beneficiosas de origen empresarial que se incorporaban a los contratos de trabajo sin necesidad de pacto expreso.
Este enfoque jurídico me permitió ver cómo las empresas podían contribuir de forma significativa al bienestar de las personas trabajadoras, más allá del cumplimiento mínimo legal. A partir de ahí, empecé a estudiar la RSE desde una perspectiva más amplia, integrando elementos sociales, económicos y laborales.
“Hace quince años, la RSE se veía con recelo tanto en empresas como en sindicatos”
¿Qué recuerdas de tus primeros pasos en este campo? ¿Alguna experiencia o vivencia que quieras compartir?
Al principio, me encontré con una incomprensión absoluta, especialmente en el ámbito del Derecho del Trabajo. Había mucho recelo. Desde el lado empresarial, se entendía que la única responsabilidad social era generar empleo y beneficios.
desde los sindicatos, se percibía la RSE como un riesgo, como si pudiera sustituir derechos consolidados por decisiones unilaterales del empresario. Aun así, estos desafíos iniciales me ayudaron a reforzar mis convicciones y a consolidar un enfoque riguroso, basado en los derechos humanos y en la evidencia científica.
¿Cómo era el panorama de la RSE en aquellos años en comparación con el contexto actual?
Era un escenario muy embrionario, poco estructurado. Pero también más genuino en cierto sentido. No había tanto uso superficial o manido del concepto como puede haber ahora. Las iniciativas eran más experimentales, con menos presión mediática, pero más auténticas en su voluntad de cambio. Hoy la RSE ha avanzado muchísimo, pero también se ha burocratizado y, en algunos casos, mercantilizado.
¿Cuándo conociste a Corresponsables y qué ha significado para ti?
Conocí a Corresponsables hace muchos años y desde entonces lo he considerado un referente editorial imprescindible. Su labor divulgativa ha sido muy importante para acercar la RSE y la Sostenibilidad a un público amplio. Han sabido generar espacios de reflexión rigurosos, inclusivos y alineados con los desafíos reales de nuestra sociedad.
“La RSE no es una moda, es una forma de gestionar con responsabilidad y compromiso social”
¿Qué papel crees que ha jugado Corresponsables en la evolución de la RSE en estas dos décadas?
Ha sido una plataforma fundamental para dar visibilidad a iniciativas, buenas prácticas y debates clave. Gracias a Corresponsables, muchas personas y organizaciones han tenido acceso a información valiosa, formación, y sobre todo, han podido entender que la RSE no es una moda, sino una forma de gestionar con responsabilidad y compromiso social.
¿Qué cambios importantes has visto desde que comenzaste hasta hoy?
Uno de los principales ha sido el crecimiento exponencial de la normativa vinculada a la RSE y la Sostenibilidad. También ha aumentado la presión de los grupos de interés para que las empresas rindan cuentas con transparencia.
“Hoy hablar de sostenibilidad ya no es algo exótico, sino una necesidad compartida”
La rendición de cuentas ya no es opcional. Además, ha habido un cambio cultural importante: hablar de Sostenibilidad ya no es algo exótico, sino una necesidad compartida.
¿Qué hitos destacarías en la evolución de la RSE y la Sostenibilidad en estas décadas? ¿Qué factores los han impulsado?
Sin duda, la evolución del posicionamiento de gobiernos, empresas y sindicatos ha sido clave. También han influido mucho los marcos internacionales, como los ODS, el Acuerdo de París, la Agenda 2030, o la Directiva europea de información no financiera.
Todos ellos han actuado como catalizadores del cambio. Pero también ha sido importante el activismo social y académico, que ha empujado hacia una visión más integral de la Sostenibilidad.
¿Qué te ha enseñado tu trayectoria profesional en este ámbito?
Me ha aportado una visión transversal de los fenómenos laborales, conectando lo jurídico con lo económico, lo sociológico y lo ético. También me ha enseñado a escuchar y a dialogar con diferentes actores, desde el mundo empresarial hasta la sociedad civil. Y, sobre todo, a tener paciencia y constancia para promover cambios estructurales.
El principal reto será vencer los vientos en contra: el negacionismo, el cortoplacismo, la instrumentalización de la Sostenibilidad
¿Tienes alguna anécdota que represente el espíritu de los inicios de la RSE en tu experiencia?
Recuerdo con claridad la dificultad que teníamos para conseguir audiencia en los eventos, incluso cuando traíamos ponentes de prestigio internacional. Había que explicar desde cero qué era la RSE, por qué era relevante, y cómo podía aplicarse. Hoy eso ha cambiado, pero fue una época de mucha pedagogía y resistencia.
¿A quiénes consideras pioneros o referentes clave en este camino?
Ha habido muchas personas e instituciones que han sido fundamentales. Desde académicos que empezaron a teorizar sobre el concepto, hasta empresas que se atrevieron a experimentar con modelos distintos de gestión. Para mí, los referentes son quienes han trabajado desde la ética y la coherencia, más allá del marketing o el oportunismo.
¿Puedes compartir algún caso de éxito que consideres emblemático?
Uno que me parece especialmente interesante es el de la empresa española Actiu, que ha creado un espacio de trabajo saludable e innovador, integrando bienestar, Sostenibilidad y productividad. Es un buen ejemplo de cómo la RSE puede traducirse en prácticas concretas con impacto positivo real.
¿Qué aprendizajes clave te deja tu trayectoria en Sostenibilidad?
Destacaría dos: la solidaridad, entendida como compromiso colectivo con el bienestar de todos; y la resiliencia, que permite sostener el trabajo incluso cuando las condiciones son adversas. Ambos principios han sido guía y motor de mi labor en estos años.
¿Cómo imaginas el futuro de la RSE y la Sostenibilidad? ¿Qué retos y oportunidades ves para las próximas décadas?
El principal reto será vencer los vientos en contra: el negacionismo, el cortoplacismo, la instrumentalización de la Sostenibilidad.
Pero también veo oportunidades: el avance de la ciencia, la digitalización con propósito, la educación crítica y transformadora. Habrá que seguir construyendo un discurso sólido, basado en derechos humanos y conocimiento.
¿Qué papel deberían asumir las nuevas generaciones?
Es fundamental que sus inquietudes se traduzcan en acciones útiles. La juventud está cada vez más sensibilizada, pero también necesita herramientas, espacios de participación y referentes éticos. El relevo generacional debe ir acompañado de formación, compromiso y esperanza.
¿Te gustaría añadir alguna reflexión final?
Solo agradecer este espacio. Es necesario seguir generando diálogo, pensamiento crítico y alianzas. La RSE no es solo un tema técnico o de gestión, sino una forma de entender el mundo y nuestra responsabilidad en él.
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