En un mundo cada vez más consciente de los impactos del entorno sobre la salud, la calidad del aire, la iluminación natural o los materiales sostenibles han ganado protagonismo en la conversación sobre edificación saludable. Sin embargo, hay un factor invisible —y decisivo— que seguimos dejando fuera de foco: el confort acústico.
El ruido no es solo una molestia: es un riesgo real para la salud física y mental. Según datos de la Agencia Europea del Medio Ambiente, el 20% de la población europea está expuesta a niveles de ruido que superan los límites recomendados por la OMS, provocando efectos como alteraciones del sueño, ansiedad, pérdida de concentración e incluso enfermedades cardiovasculares. En 2023, la Organización Mundial de la Salud estimó que alrededor de 12.000 muertes prematuras al año en Europa están directamente relacionadas con la exposición prolongada al ruido ambiental.
El confort acústico no es un lujo, es una necesidad
Cuando hablamos de confort en los edificios —especialmente en los espacios donde vivimos, trabajamos o aprendemos— la acústica desempeña un papel esencial que rara vez se percibe… hasta que falta. Una mala calidad acústica incrementa el estrés, la fatiga y la falta de concentración. En entornos laborales reduce la productividad hasta en un 66% según estudios del World Green Building Council. En hospitales, retrasa la recuperación de los pacientes. En colegios, dificulta la comprensión lectora y el aprendizaje. Y en el hogar, deteriora el descanso y la salud mental.
Pese a todo ello, seguimos encontrando restaurantes con reverberación excesiva, oficinas donde las conversaciones cruzadas se convierten en ruido de fondo permanente, o aulas en las que entender al profesor requiere un esfuerzo constante. ¿Cómo es posible que estemos construyendo espacios modernos sin garantizar el confort acústico y la inteligibilidad que necesitamos?
Confort acústico, el gran olvidado
La legislación española y europea empieza a incorporar estándares más exigentes en materia acústica, pero todavía queda camino por recorrer. Las certificaciones como WELL, BREEAM o LEED ya consideran el confort acústico como un pilar del bienestar, y los criterios ESG de las empresas empiezan a incluirlo como indicador relevante en sus memorias de sostenibilidad. La ISO 22955:2021 sobre calidad acústica en oficinas abiertas, por ejemplo, marca un estándar claro hacia donde deberíamos avanzar.
En Absotec trabajamos cada día con un propósito: diseñar soluciones de acondicionamiento acústico que mejoran la calidad de vida de las personas. Lo hacemos en hoteles, colegios, restaurantes, espacios deportivos, oficinas, etc., partiendo del estudio del espacio, desarrollando una propuesta personalizada, y apostando por el ecodiseño y materiales ambientalmente respetuosos como herramientas clave para contribuir a la arquitectura saludable.
Materiales que cuidan de las personas y del planeta
El confort acústico no debe estar reñido con la sostenibilidad. Es más: deben ir de la mano. Por eso apostamos por soluciones que integran materiales reciclados y reciclables, trazabilidad de origen y fabricación de proximidad. En nuestros desarrollos incorporamos desde lanas naturales a materiales PET reciclado, buscando siempre el equilibrio entre rendimiento acústico, impacto ambiental y estética.
La innovación en acústica es también una oportunidad para repensar los materiales del futuro. Como parte del proyecto PADIL, financiado por el Centro para el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (CDTI), donde estamos desarrollando nuevos materiales a partir de lana natural de proximidad, lo que nos permite no solo reducir la huella ecológica de nuestros productos, sino también revitalizar sectores locales como la ganadería ovina.
Hacia una cultura del bienestar multisensorial
Hablar de edificación saludable es hablar de una experiencia integral. No basta con ventilar, iluminar o aislar térmicamente. Necesitamos una cultura del bienestar multisensorial, que incorpore la variable acústica desde el inicio de cualquier proyecto de arquitectura o diseño interior. Solo así lograremos entornos realmente saludables, inclusivos y resilientes. Porque el bienestar también se mide en decibelios, en tiempo de reverberación; siendo el confort acústico una poderosa herramienta de transformación.
Frente a la hipertrofia visual y estética de muchas propuestas actuales, el sonido es el nuevo lenguaje del confort. Escuchar bien, descansar mejor y trabajar sin interferencias son objetivos inaplazables si queremos construir entornos que cuiden de verdad de las personas.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Arquitectura Saludable