En la tercera edición del Summit Internacional de Igualdad y Diversidad (SIIDD) 2025, conversamos con su directora, Cristina Maestre, para conocer los objetivos y enfoques de este evento clave. Bajo el lema «Del compromiso a la transformación real«, el SIIDD busca ir más allá de los discursos superficiales, promoviendo una transformación tangible en las organizaciones y la sociedad.
En esta entrevista, la directora detalla las novedades de este año, cómo el evento pretende impulsar un cambio sostenible en la igualdad y la diversidad, y la relevancia de abordar cuestiones fundamentales como la aplicación práctica de las políticas públicas y la colaboración efectiva entre diferentes actores para lograr un impacto real.
Este año, el lema del evento es «Del compromiso a la transformación real». ¿Qué significa este lema para ustedes y cómo se refleja en el programa del Summit?
Este lema busca ir un paso más allá de los discursos y declaraciones de buenas intenciones. Muchas organizaciones ya cuentan con sus Planes de Igualdad, muchos convenios ya incluyen medidas LGTBI, cada vez se implantan más canales de denuncia, pero no podemos permitir que esto se quede en el papel. Buscar la transformación real habla de conseguir una cultura empresarial que integre la diversidad y la igualdad como parte de su ADN.
El SIIDD quiere ser ese puente entre lo que decimos y lo que hacemos, y por eso hemos reforzado el programa de este año con experiencias prácticas, metodologías claras y ejemplos empresariales que demuestran que sí es posible conseguir esa transformación.
En ediciones anteriores, el SIIDD se consolidó como un espacio clave para el diálogo sobre igualdad y diversidad. ¿Qué novedades y enfoques innovadores traerá esta tercera edición?
Este año consolidamos el formato de mesa redonda, porque creemos que la participación y el intercambio enriquecen más que una conferencia dada desde un atril. Queremos que las personas asistentes sean parte activa de la conversación y se lleven ideas aplicables a sus contextos. Además, presentaremos en primicia el libro “Manual de supervivencia para empresas en peligro de extinción”, que conecta directamente con el espíritu del SIIDD: ofrecer a las organizaciones herramientas para adaptarse a un entorno donde la igualdad y la diversidad no son opcionales, sino una cuestión de supervivencia, de estrategia de negocio. Seguiremos hablando de temas que no podemos dejar de lado, como el acoso y la violencia sexual, pero también de nuevos retos, como lo es la aplicación de la perspectiva de género al ámbito digital y a las IA.
Uno de los temas clave que se abordarán es el impacto de las políticas públicas en los avances en igualdad. ¿Cómo evalúa el impacto actual de estas políticas en España y qué cambios considera urgentes?
Las políticas públicas en España han avanzado mucho en los últimos años, y tenemos la suerte de contar con un marco normativo sólido en materia de igualdad. Sin embargo, queda bastante camino por recorrer en la aplicación práctica. Persisten las brechas salariales, la falta de transversalidad y sigue habiendo problemas de implementación en sectores donde la cultura de igualdad aún no está consolidada.
El problema principal es, como suele ocurrir, la falta de sensibilización y formación específica para profesionales. Nos quedamos en la figura de Agente de Igualdad sin recordar que no puede operar en el vacío. Tenemos que conseguir ir más allá del cumplimiento normativo y garantizar mecanismos de control que eviten que la norma se quede en papel mojado. El SIIDD busca ser también un espacio para que empresas e instituciones compartan soluciones y aprendan unas de otras.
Barcelona será la sede del evento, una ciudad conocida por su apuesta por la diversidad e innovación. ¿Qué factores hicieron de Barcelona la ciudad ideal para albergar este evento?
Barcelona es una ciudad que simboliza bien la diversidad y la apertura internacional, pero también es una ciudad muy revolucionaria y en las temáticas que tratamos siempre viene bien un poco de revolución. Es la ciudad que vio nacer el primer SIIDD y eso también le da valor para las personas que trabajamos en él. Elegirla como sede refuerza la idea de que la igualdad y la diversidad no son un añadido, sino un motor de avance y proyección. Además, la ciudad facilita que el evento sea un punto de encuentro global, donde las personas de distintos ámbitos que acudan al SIIDD puedan conectar y generar proyectos que trasciendan el propio Summit.
El Summit reúne a una variedad de actores: desde activistas hasta instituciones. ¿Cómo planea el evento fomentar la colaboración efectiva entre estos grupos para lograr cambios concretos y sostenibles?
Uno de los grandes valores del SIIDD es precisamente reunir a perfiles tan distintos: activistas, empresas, administraciones públicas, organizaciones sociales. La clave está en que no trabajen en paralelo, sino que construyan a la par. Por eso damos tanta importancia a las mesas redondas y a los espacios de networking, que están pensados para favorecer ese tipo de sinergia. Cuando la visión social se combina con la capacidad normativa de las instituciones y con la fuerza de implementación de las empresas, los cambios dejan de ser ideas y se convierten en realidades que se instauran en nuestra cultura y perduran.
En un contexto de retrocesos normativos en algunas regiones, ¿cómo pueden los profesionales, instituciones y empresas mantener y reforzar los derechos conquistados en el ámbito de la igualdad y la no discriminación?
Es verdad que en algunos sitios estamos viendo pasos atrás en igualdad y diversidad. Pero si miramos la historia, no es algo nuevo: casi siempre antes de consolidar un avance social aparecen resistencias que intentan frenar o revertir el cambio, ya sea por miedo, por incertidumbre, o porque esos avances van en contra de los intereses de unos cuantos privilegiados. Eso no significa que los avances no valgan la pena, al contrario, demuestra lo importantes que son y la necesidad de solidificarlos.
En este contexto, las empresas tienen un papel principal. Cuando apuestan por la igualdad no solo porque “toca cumplir”, sino porque saben que es lo que las hace más fuertes, se convierten en un motor de cambio incluso en contextos difíciles. Las empresas, como microcosmos que reproducen el contexto social y cultural, tienen el poder de detenerse y anclarse en el pasado, o pueden ser un dique de contención frente a los retrocesos si asumen la igualdad como una ventaja competitiva. Las instituciones, por su parte, deben asegurar que las normas se mantengan firmes y con recursos suficientes, que el cumplimiento no solo se mida por existir, sino también por ser eficaz; y a la sociedad como tal no le queda otra que seguir recordándonos por qué no podemos bajar la guardia. Solo así los avances dejan de ser frágiles y se convierten en pilares fundamentales de nuestra cultura.
Accede a más información responsable en nuestra biblioteca digital de publicaciones Corresponsables.