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Pedro Ortún, Exdirector General de Empresas e Industria de la Comisión Europea y pionero en la construcción de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) en Europa, ofrece una mirada profunda sobre la evolución y los retos de esta disciplina a lo largo de más de dos décadas. Su trayectoria destaca por su liderazgo en la definición de estrategias clave que hoy forman la base de la RSE a nivel europeo y su compromiso con el diálogo multisectorial entre empresas, sindicatos y gobiernos para avanzar hacia un desarrollo sostenible y ético.
En esta entrevista con motivo del 20 aniversario de Corresponsables, Ortún subraya la importancia fundamental de medios especializados como Corresponsables en la sensibilización y formación de los stakeholders privados en España e Iberoamérica. “Corresponsables ha sido muy importante para la sensibilización y hasta la formación de la mayor parte de los stakeholders privados sobre los objetivos, actores necesarios e instrumentos de este proceso RSE en España y en Iberoamérica”, afirma. Además, reconoce que la publicación y sus conferencias anuales han facilitado la creación de redes y agrupaciones que han impulsado el crecimiento y la expansión de la RSE.
Para Ortún, la RSE “no debe ser vista como una acción complementaria o como una iniciativa que llega al final de la estrategia empresarial; debe estar al principio, integrándose de manera transversal en toda la organización.” Consciente de los desafíos que implicó posicionar la RSE en la agenda europea, destaca que “las principales lecciones que he aprendido se resumen en la importancia de contar con una buena capacidad de coordinación entre los diversos participantes, practicar una escucha proactiva hacia todos los actores y ejercer un liderazgo que requiere coraje para convencer a los responsables de alto nivel.”
Finalmente, Ortún expresa su deseo de ser recordado como “alguien que contribuyó a impulsar el debate y la reflexión sobre la Responsabilidad Social Empresarial, ayudando a posicionarla como un pilar esencial en la estrategia de las organizaciones”, un camino en el que Corresponsables ha sido un aliado imprescindible desde sus inicios.
¿Cómo comenzaste a involucrarte en el ámbito de la Responsabilidad Social?
Comencé casi por casualidad en estos temas, que en aquel momento también eran bastante “nuevos” y poco explorados dentro del ámbito institucional europeo. Fue tras la reorganización de la Dirección General (DG) III de Industria a finales de 1999 cuando mi trayectoria profesional dio un giro inesperado hacia la Responsabilidad Social Empresarial (RSE). Hasta entonces, mi trabajo se había centrado en áreas más tradicionales de la industria, pero esta reorganización abrió nuevas oportunidades para involucrarme en cuestiones emergentes que empezaban a cobrar relevancia, como las prácticas empresariales socialmente responsables.
¿Qué motivó ese cambio en tu carrera?
Después de haber dirigido todas las Industrias Básicas entre 1988 y 1999, con especial atención a las políticas y legislaciones medioambientales que las afectan profundamente, mi Director General aceptó mi propuesta de cambiar completamente de sector. Pasé a dirigir las áreas correspondientes a las “nuevas” tecnologías informáticas y a los sectores de servicios aún no reglamentados a nivel europeo, como el comercio, la distribución, el turismo, las ingenierías y las consultorías, dentro del marco de la recién creada DG Empresas (ENTR).
¿Cómo influyó este cambio en tu enfoque profesional?
Con este cambio, también asumí el seguimiento de las políticas informáticas y socio-laborales que impactaban particularmente a esos sectores de servicios. Esta transición coincidió, en marzo de 2000, con la adopción por parte del Consejo Europeo de Jefes de Estado y de Gobierno, celebrado ese mes en Lisboa, de una “instrucción” dirigida a la nueva Comisión Europea, que había tomado posesión en enero, para promover e impulsar en las empresas europeas prácticas “socialmente responsables”. Esta directriz se incluyó en el capítulo social de las conclusiones del Consejo.
¿Cuándo conociste a Corresponsables? ¿Recuerdas alguna anécdota relacionada con nosotros a lo largo de todos estos años?
Conocí a Marcos personalmente en Barcelona en 2006, al final del primer año de su creación de Corresponsables, en una entrevista que me hizo en el patio de un hotel. Luego he tenido el placer y honor de participar en alguna reunión y, sobre todo, en muchas de las conferencias anuales que habéis organizado, donde siempre he tenido la posibilidad de actualizar «en vivo» la evolución de la «aventura de la RSE» en las instituciones y los stakeholders europeos.
¿Qué papel consideras que ha tenido Corresponsables en el impulso de la RSE en las últimas dos décadas?
Ha sido muy importante para la sensibilización y hasta la formación de la mayor parte de los stakeholders privados (y probablemente, de muchos privados…) sobre los objetivos, actores necesarios e instrumentos de este proceso RSE en España y en Iberoamérica, lo que ha dado lugar, a través sus conferencias anuales y su newsletter periódica, a establecer redes, agrupaciones, etc., a distintos niveles, con un empuje también muy importante de las empresas que han contribuido y contribuyen, con sus declaraciones/experiencias, resumidas en las entrevistas publicadas en Corresponsables, al crecimiento y expansión de la revista.
«Corresponsables ha sido muy importante para la sensibilización y hasta la formación de la mayor parte de los stakeholders privados sobre los objetivos, actores necesarios e instrumentos de este proceso RSE en España y en Iberoamérica»
¿Cómo surgió tu implicación en la puesta en marcha de la RSE a nivel europeo?
Esa breve referencia, que apenas ocupaba cinco líneas, fue el resultado del impulso de CSR Europe, una pequeña agrupación creada en 1995 por 15 o 20 grandes empresas europeas con una filosofía responsable. Presidida por Etienne Davignon, exvicepresidente de la Comisión para Industria y Empresas Europeas entre 1980 y 1988, CSR Europe influyó decisivamente en varios Jefes de Estado y de Gobierno para que esas líneas se incorporaran a las conclusiones del Consejo.
¿Qué retos encontraste al principio en este proceso?
Inicialmente, el seguimiento y la puesta en práctica de esa instrucción se asignó a la DG Empleo y Asuntos Sociales (DG EMPL). Sin embargo, a los dos o tres meses, solicité a mi nuevo Comisario, el finlandés Erkki Liikanen, que reclamara al entonces presidente Romano Prodi la “co-responsabilidad” de este nuevo dossier político, en colaboración con DG EMPL, cuya Comisaria era la griega Anna Diamantopoulou. Su doble responsabilidad, social y empresarial, reflejaba el alcance del asunto.
Una semana después de esta petición, se produjo un acuerdo político entre ambos comisarios y el Presidente Prodi, que atribuyó el seguimiento del dossier a mi nueva Dirección en la DG ENTR, aceptando mi propuesta al integrar en sus competencias todas las políticas sociales.
Tras ese acuerdo “político-administrativo” en el seno de la nueva Comisión Prodi, comenzamos, a partir de junio de 2000, a trabajar conjuntamente con mis colegas de la DG Empleo y Asuntos Sociales en la preparación de la primera Estrategia Europea sobre la RSE.
¿Qué te motivó a involucrarte tan profundamente en este proceso?
El primer elemento de esa estrategia fue la adopción del Libro Verde sobre la RSE, a principios de 2001, que prácticamente coincidió con el informe no legislativo del Parlamento Europeo sobre el mismo tema, liderado y coordinado por el eurodiputado británico Richard Howitt. Con ambos documentos, y con la colaboración externa de la patronal europea (UNICE/Business Europe), la Confederación Sindical Europea (CES) y, sobre todo, la mencionada y entonces pequeña agrupación CSR Europe, ambas Direcciones Generales (EMPL y ENTR) produjimos en julio de 2002 el llamado Libro Blanco sobre la RSE en Europa.
Este documento definió las primeras líneas maestras de la futura estrategia europea y, sobre todo, acordó la creación del primer Foro Europeo Multi-Stakeholder sobre la RSE, que debería preparar, antes de junio de 2004, las propuestas correspondientes en estrecha cooperación con expertos y representantes de empresarios y trabajadores en este ambicioso dossier.
¿Cuáles fueron los principales desafíos que enfrentaste durante esa etapa?
La experiencia más significativa que recuerdo de ese período inicial del proceso RSE en la Comisión fue haber trasladado a este tema transversal las mayores iniciativas que desarrollé en mis responsabilidades sectoriales desde 1979, inicio de las negociaciones de adhesión de España a las Comunidades Europeas, con especial énfasis en la reconversión siderúrgica en España y en la CE-10, hasta 1999. En esas dos décadas, tuve que poner en práctica el imprescindible diálogo entre administraciones públicas, empresarios y sindicatos para afrontar asuntos complejos y multidimensionales.
¿Cómo surgió la idea de crear el Foro Europeo sobre la RSE?
Por ello, surgió la idea de constituir ese primer Foro Europeo sobre la RSE, que trabajó de forma abierta, participativa y comprometida, con la incipiente contribución de expertos universitarios, nuevas ONG e incluso funcionarios nacionales interesados en RSE. El trabajo de este Foro fue muy positivo y dio lugar, en junio de 2004, a un borrador de informe que proponía a la Comisión una serie de etapas o iniciativas a preparar por la nueva Comisión, que saldría de las elecciones europeas de ese mismo mes para el período noviembre 2004–mayo 2009.
«La RSE no debe ser vista como una acción complementaria o como una iniciativa que llega al final de la estrategia empresarial; debe estar al principio, integrándose de manera transversal en toda la organización»
¿Qué ocurrió con los sindicatos europeos durante esa fase?
Sin embargo, de forma sorpresiva, el día anterior a la presentación de dicho borrador a los comisarios Liikanen y Diamantopoulou, los sindicatos europeos renunciaron a firmarlo, lo que provocó la primera crisis en este proceso hacia la RSE, dando lugar a un período difícil entre 2005 y 2007.
¿Qué cambios se produjeron después de las elecciones europeas de 2004?
Las elecciones europeas de junio de 2004 motivaron el nombramiento de una nueva Comisión, presidida por José Manuel Barroso, con el alemán Günter Verheugen como Comisario de Empresas, mi jefe político en la DG ENTR, y el checo Vladimír Špidla como Comisario de Empleo y Asuntos Sociales, responsable de la DG EMPL y, por tanto, corresponsable del proceso europeo de la RSE.
¿Cómo influyó la postura empresarial en el desarrollo del proceso RSE?
Los representantes empresariales europeos en el primer Foro RSE, liderados por CSR Europe y Business Europe, muy molestos por la inesperada actitud negativa de los sindicatos, radicalizaron sus hasta entonces constructivas propuestas. Iniciaron reuniones bilaterales con el nuevo Comisario Verheugen y la responsable en su gabinete del tema RSE. Presentaron así una propuesta unilateral de estrategia europea para la RSE, plasmada en un documento de la nueva “Alianza Empresarial Europea para la RSE”. Sobre esa base, el Comisario Verheugen y su miembro de gabinete, tras convencer al nuevo Comisario Špidla, me dieron instrucciones para preparar una nueva propuesta de Estrategia Europea para la RSE, destinada a su adopción a principios de 2006.
¿Qué ocurrió tras la retirada de los sindicatos de los grupos de trabajo?
Al conocer esta decisión, los sindicatos europeos se retiraron de los grupos de trabajo del Foro RSE Europeo, lo que provocó un período atípico en este tipo de iniciativas multistakeholder durante 2005. Tuvimos que preparar la comunicación exigida por el Comisario Verheugen, con una propuesta “descafeinada”, basada en el mencionado documento de la Alianza Empresarial. No obstante, mejoramos la propuesta gracias al apoyo de otros colegas de distintas Direcciones Generales que habían respaldado nuestra propuesta inicial.
¿Cómo se avanzó finalmente en el proceso de la RSE en la Comisión Europea?
Esa Comunicación fue finalmente adoptada por la Comisión en enero de 2006, pero al ser discutida en 2006-2007 por el Parlamento Europeo y los Estados miembros en el correspondiente Grupo de Trabajo del Consejo, generó reacciones negativas que paralizaron el “descafeinado” proceso europeo de la RSE hasta principios de 2008.
¿Qué cambios se dieron a partir de 2008?
En 2008, tras el nombramiento a finales de 2007 de un nuevo miembro del gabinete de Verheugen como responsable del dossier RSE, que yo seguí dirigiendo, conseguimos, tras varias reuniones “discretas” que emprendí con la valiosa ayuda de mi estrecho colaborador Tom Dodd y con todos los stakeholders privados (empresarios, sindicatos, ONG, universidades…), así como con expertos de gobiernos nacionales, la OCDE y la ONU, y con varios eurodiputados proactivos en este tema, como R. Howitt, relanzar este “viaje” hacia la RSE sobre la base actualizada y más ambiciosa de los trabajos y documentos de junio de 2004.
«Me gustaría ser recordado como alguien que contribuyó a impulsar el debate y la reflexión sobre la Responsabilidad Social Empresarial, ayudando a posicionarla como un pilar esencial en la estrategia de las organizaciones»
¿Cómo se consolidó este relanzamiento en 2009 y 2010?
Volvimos a convocar el Foro RSE Europeo en octubre de 2008 y marzo de 2009, en un ambiente totalmente multistakeholder e internacionalmente responsable, lo que condujo a una serie de propuestas consensuadas que preparamos entre 2009 y 2010, con el pleno apoyo del nuevo Parlamento elegido en otoño de 2009 y de casi toda la Comisión Barroso II, que tomó posesión en febrero de 2010, tras la entrada en vigor del Tratado de Lisboa en noviembre de 2009.
¿Qué lecciones has aprendido a lo largo de tu carrera en RSE?
He tenido la fortuna de aprender “andando”, desde el inicio de este proceso en la Unión Europea a mediados del año 2000, en colaboración con todos los colegas que trabajaron conmigo para lanzar esta iniciativa absolutamente novedosa en Europa, así como con las empresas que ya empezaban a implicarse en ella, en el seno de CSR Europe desde 1995. Hicimos camino al andar.
Las principales lecciones que he aprendido y confirmado durante los 17 años en que tuve la responsabilidad del dossier RSE en la Comisión Europea —más los 5 años posteriores en que colaboré como “jubilado activo” con mis sucesores y excolegas— se resumen en la importancia de contar con una buena capacidad de coordinación entre los diversos participantes, practicar una escucha proactiva hacia todos los actores públicos y privados implicados, y ejercer un liderazgo que en ocasiones requiere coraje para convencer a los responsables de alto nivel, tanto políticos como del sector privado, de la necesidad de avanzar en el proceso. Esto es especialmente relevante cuando se ha alcanzado, a nivel europeo e internacional (OCDE, ONU…), un amplio consenso sobre los objetivos, los instrumentos legales y voluntarios, y los medios —políticos, financieros y humanos— debidamente formados para abordar procesos complejos y multidimensionales.
«Las principales lecciones que he aprendido se resumen en la importancia de contar con una buena capacidad de coordinación entre los diversos participantes, practicar una escucha proactiva hacia todos los actores y ejercer un liderazgo que requiere coraje para convencer a los responsables de alto nivel.»
Asimismo, considero esencial ser transparente y directo al describir las dificultades del proceso, para poder exigir a todos los actores involucrados el mismo nivel de transparencia y compromiso, ya que solo así se pueden alcanzar cuanto antes los objetivos comunes deseados.
¿Qué destacarías de la evolución de tu trayectoria en los últimos 20 años?
Estoy, en términos generales, satisfecho con mi trayectoria desde el año 2000. Además de haber podido co-liderar este proceso “horizontal” hasta 2017, la evolución de mis responsabilidades sectoriales entre 2000 y mi jubilación en 2017, periodo en el que completé la dirección de la política empresarial en sectores productivos y de servicios, como el turismo, que no había gestionado entre 1988 y 1999, me permitió poner en práctica, en muchos de estos ámbitos, los objetivos y principios del Desarrollo Sostenible incorporados en el “proceso RSE”. Esto quedó reflejado en la Agenda 2030 de la ONU, adoptada en septiembre de 2015.
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