Más de 7 de cada 10 personas en Europa viven ya en entornos urbanos. Las ciudades concentran innovación, cultura y actividad económica, pero también desigualdades, consumo energético y emisiones de carbono. Naciones Unidas recuerda que, pese a ocupar el 3% de la superficie terrestre, estas generan el 75% de las emisiones globales de CO2. España, por su ubicación en la cuenca mediterránea, es especialmente vulnerable: olas de calor extremo, sequías, incendios, inundaciones y pérdida de biodiversidad. Estos fenómenos afectan también a la salud, la cohesión social y la economía. De ahí la atención especial a indicadores del ODS 11 (ciudades y comunidades sostenibles), íntimamente ligado al ODS 13 (acción por el clima). Más allá de la transición digital y ecológica: necesitamos repensar cómo queremos vivir y qué compromisos colectivos asumimos.
La sostenibilidad requiere un enfoque inclusivo, intergeneracional y diverso. Las personas jóvenes aportan movilización y visión de futuro, mientras las mayores transmiten memoria y arraigo. Como hemos visto en recientes emergencias climáticas, la diversidad cultural y social enriquece las respuestas y refuerza la capacidad de apoyo mutuo.
El papel activo de la sociedad civil y soluciones que nacen desde la base. El voluntariado y la acción ciudadana ya están generando cambios tangibles en nuestros barrios. Como advierte la ONU, el crecimiento urbano desordenado trae consigo desigualdad, contaminación y precariedad. La sostenibilidad exige planificación, pero también acción ciudadana continuada.
Necesitamos que la ciencia ciudadana y la innovación social alimenten las políticas públicas, que el voluntariado climático inspire estrategias urbanas y que el compromiso local se reconozca como parte de la acción global. Ejemplos de ello abundan: huertos urbanos que regeneran espacios y promueven soberanía alimentaria; mediciones comunitarias de calidad del aire que empujan hacia políticas de movilidad más limpias; sistemas de reciclaje colaborativo o programas de compostaje que reducen residuos y fortalecen la cohesión social.
Entidades como la Asociación Huella de Carbono, pionera en medición y reducción de emisiones, o la Fundación Biodevas, que promueve educación ambiental con un enfoque positivo y participativo, muestran el poder transformador de la ciudadanía organizada. También iniciativas inclusivas como los huertos ecológicos de la Asociación Talismán, gestionados por personas con discapacidad, o proyectos internacionales como los de For the Best World y Fundación Oxígeno, que conectan comunidades, biodiversidad y sostenibilidad urbana.
La necesidad de ciudades más sostenibles. Los datos nos interpelan. La crisis climática ya moldea nuestras ciudades: la temperatura media en España podría aumentar entre 2 y 4 °C hacia finales de siglo; las olas de calor afectan desproporcionadamente a personas mayores, migrantes y hogares en pobreza energética; la pérdida de biodiversidad urbana limita la capacidad de adaptación a fenómenos extremos. A ello se suma el impacto de un crecimiento urbano no planificado, que a menudo elimina barreras naturales y zonas de protección frente a desastres cada vez más frecuentes, como riadas o incendios.
No obstante, estos retos son también oportunidades. La transición ecológica puede ser palanca de empleo verde, innovación social y nuevas formas de voluntariado que mejoren la vida urbana. En este contexto, la innovación ciudadana es clave: no solo tecnológica, sino también social, comunicativa y educativa. Combatir la desinformación climática con datos veraces y relatos accesibles es fundamental para empoderar a la ciudadanía.
Gobernanza compartida: de la acción ciudadana al cambio estructural. Si queremos que la ciudadanía sea motor de la transición ecológica, necesitamos políticas públicas que lo reconozcan y apoyen desde la escucha y cocreación con la sociedad civil. Algunas medidas clave que se detectan se resumen en:
- El voluntariado climático en las estrategias locales de sostenibilidad y resiliencia urbana.
- La garantía de recursos estables y de largo plazo para proyectos comunitarios;
- La educación ambiental en todas las etapas del sistema educativo con metodologías participativas, combatiendo la desinformación;
- Los canales de diálogo entre ciudadanía, administraciones y sector privado que reconozcan el papel de las ONG y fundaciones como articuladoras, mediadoras y facilitadoras.
El desafío global de la acción climática es demasiado grande para afrontarlo en solitario. Por eso creemos que las alianzas multiactor, entre sociedad civil, empresas y administraciones, son fundamentales. La colaboración con el sector privado, como la que impulsa este Dossier de Corresponsables, muestra cómo unir esfuerzos para acelerar la transición hacia ciudades sostenibles.
Desde Fundación Hazloposible, a través de Action4Climate, apostamos por visibilizar, apoyar y coordinar iniciativas ciudadanas que demuestran que es posible un modelo de ciudad más sostenible, participativa y justa. Este proyecto europeo, operado en la subregión Mediterránea desde España, Macedonia del Norte y Chipre, refleja nuestro compromiso con la educación climática, la innovación social y el empoderamiento juvenil.
La construcción de ciudades sostenibles no depende solo de tecnología ni regulación: depende de cada persona que decide involucrarse. En ese gesto -a veces pequeño, a veces transformador- está la fuerza de la transición ecológica. Al fin y al cabo, las ciudades solo serán sostenibles si el cambio nace de su comunidad.

 
  
 
 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 







 
  
  
 