Cada 31 de octubre celebramos el Día Mundial de las Ciudades, una jornada que nos invita a reflexionar sobre cómo queremos habitar, cuidar y proyectar los entornos urbanos. Las ciudades no son solo centros de desarrollo económico y social, también guardan la memoria cultural y del paisaje que las define. En ese contexto, el enoturismo se presenta como una oportunidad para impulsar un modelo de crecimiento más sostenible, integrador y respetuoso con el entorno.
En González Byass, fundada en 1835 en Jerez, trabajamos desde hace más de una década convencidos de que el progreso solo tiene sentido si se construye sobre el respeto a las personas y al planeta, una idea que reflejamos en nuestro plan de sostenibilidad People + Planet. No es algo nuevo: ya en el siglo XIX, la bodega ofrecía a sus trabajadores servicios, como una escuela o un consultorio médico, reflejando un compromiso social que sigue guiando nuestro camino.
Hoy, ese espíritu se proyecta a través del enoturismo. Cada año, más de 200.000 personas visitan nuestras bodegas atraídas por su historia, su patrimonio y la cultura de nuestros vinos. Esta actividad contribuye a desestacionalizar el turismo y a fortalecer la economía local de forma sostenible. Pero, sobre todo, va más allá de una experiencia cultural o gastronómica, permitiendo conectar con el origen del producto, con quienes lo elaboran y con la historia que da sentido al paisaje.
Con una visión a largo plazo, y siempre pensando en dejar un mundo mejor a las generaciones que vendrán, el eje de cuidado medioambiental se integra también en cada una de nuestras bodegas. Desde las placas fotovoltaicas que cubren los techos de nuestras bodegas, el cuidado de los jardines y zonas verdes que nos rodean, las medidas de circularidad implementadas o los cargadores eléctricos puestos a disposición de aquellos que vienen a conocer nuestras instalaciones. Todo ello contribuye a crear un entorno más sostenible.
El futuro de las ciudades no puede desligarse del territorio que las rodea. Las urbes sostenibles del mañana serán aquellas capaces de integrar su patrimonio natural, cultural y social en un modelo coherente de desarrollo. En ese sentido, el enoturismo ofrece un camino ejemplar que une paisaje e innovación, tradición y creatividad, turismo y sostenibilidad.
El vino, en su esencia, representa el tiempo, el trabajo y la tierra. Nos enseña a cuidar, a esperar y a valorar lo que el entorno nos brinda. Por eso, se ha convertido en una forma de reconectar con los valores que necesitamos para construir un futuro más consciente.
En González Byass entendemos el enoturismo como un puente entre las personas y su entorno. Visitar la bodega, alojarse en el Hotel Bodega Tío Pepe – el primer Sherry Hotel del mundo – o compartir una copa de vino es, en el fondo, una celebración del vínculo entre la ciudad, su historia y su paisaje. Jerez, con su legado vitivinícola y su vitalidad cultural, demuestra que apostar por un turismo ligado a la autenticidad y al territorio genera desarrollo, orgullo de pertenencia y cohesión social.

 
  
 
 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 







 
  
  
 