El cartón es uno de los materiales más utilizados del mundo… y uno de los más desaprovechados cuando no se gestiona bien. Aunque tiene un potencial enorme para formar parte de un sistema circular, muchas veces se convierte en un residuo más por culpa de malas decisiones de diseño, exceso de producción o embalajes pensados para un solo uso.
No basta con afirmar que los embalajes son reciclables. Lo importante es diseñarlos, producirlos y utilizarlos pensando en que efectivamente vuelvan al sistema. Si algo está claro, es que el packaging también tiene que cerrar su propio círculo.
Diseñar pensando en la segunda vida
La economía circular no empieza en la planta de reciclaje, sino mucho antes. Un embalaje realmente sostenible se diseña desde el inicio para tener más de una vida útil. Esto significa repensar tamaños, formas y funcionalidades para que el cartón no acabe en la basura tras el primer uso.
Por ejemplo, los embalajes con doble cierre permiten reutilizar fácilmente la caja en devoluciones o intercambios. También resulta clave contar con variedad de formatos predefinidos para evitar soluciones improvisadas que malgastan material. ¿Qué sentido tiene enviar un producto pequeño en una caja sobredimensionada? Ninguno. Es ineficiente, contamina más y transmite una imagen incoherente.
Además, fabricar localmente reduce la huella del transporte y permite un mayor control sobre los materiales. No se trata solo de reciclar, sino de alargar el ciclo antes de reciclar.
Producción bajo demanda y menos es más
Una de las claves menos visibles, pero más poderosas, de la economía circular está en la forma en que se produce. Fabricar solo lo que se necesita, cuando se necesita, evita acumulación de stock innecesario, residuos y embalajes que nunca llegarán a usarse.
Por eso, algunas empresas especializadas en embalaje apuestan por modelos flexibles, sin mínimos de compra, que permiten a pequeñas y medianas compañías ajustar su consumo real a su necesidad concreta. Esta lógica de “menos es más” no solo es más eficiente: también educa en sostenibilidad.
Cerrar el círculo también es evitar el despilfarro desde el principio.
¿Cómo avanzar hacia un packaging verdaderamente circular?
Cerrar el ciclo del packaging implica cuestionar procesos tradicionales y adoptar nuevas prácticas más inteligentes y sostenibles. Algunas ideas clave para avanzar en esa dirección:
- Apostar por materiales reciclados y reciclables, como el cartón certificado y de origen responsable.
- Evitar diseños de un solo uso, incorporando elementos que faciliten la reutilización.
- Reducir el transporte de aire, ajustando las cajas al tamaño real del producto.
- Permitir pedidos sin mínimos, para evitar sobreproducción y stock muerto.
- Favorecer la fabricación local, que acorta distancias y disminuye la huella logística.
- Educar al cliente final, para que también cierre el círculo con su comportamiento.
No se trata de aplicar todas estas medidas de golpe, pero sí de entender que cada decisión suma. Lo importante es que la circularidad esté presente desde la estrategia hasta la operativa diaria.
Cerrar el círculo es tarea de todos
La economía circular no se alcanza por decreto ni por moda. Es un proceso que implica responsabilidad compartida entre fabricantes, marcas, comercios y consumidores. Desde mi experiencia en el sector del embalaje sostenible, veo que cerrar el ciclo del packaging es más viable de lo que muchas empresas creen, especialmente si cuentan con el acompañamiento adecuado.
Porque cada caja que se reutiliza, cada pedido ajustado, cada metro de cartón que no se desperdicia… es una victoria. Y cuando sumamos muchas pequeñas victorias, se transforma todo el sistema.
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