Tomando como ejemplo el flujo de personas refugiadas venezolanas en Colombia, Isidro comparte cómo las iniciativas de inclusión financiera ayudan a reconstruir las vidas de las poblaciones migrantes, empoderándolas, especialmente a las mujeres, con herramientas para lograr estabilidad, fomentar la pertenencia y contribuir significativamente a sus nuevas comunidades.
Cuando todo se desmorona ¿Por dónde empezar de nuevo?
Obligadas a dejar atrás sus hogares, trabajos y seres queridos, millones de familias venezolanas, como Yulimar, madre de dos hijos, cruzaron a Colombia con apenas una esperanza. Desde 2015, debido a la delincuencia, la hiperinflación, la escasez de alimentos y de servicios esenciales, ha habido una afluencia significativa de venezolanos que buscan refugio en Colombia.
Este país, que ahora alberga al tercer mayor número de refugiados del mundo, está experimentando la peor crisis de desplazamiento forzado en Latinoamérica. Siendo un país de tránsito para personas desplazadas, tiene a casi 3 millones de venezolanos buscando seguridad dentro de sus fronteras.
La mayoría de los venezolanos se enfrentan a otro desafío en los países de acogida en la región. Debido a la falta de documentación para permanecer regularmente en ellos, les resulta difícil acceder a servicios básicos y empleo formal.
Para abordar el desplazamiento forzado en todo el país, World Vision asumió un compromiso ambicioso en el Foro Mundial sobre Refugiados: promover la inclusión financiera de los venezolanos que buscan reconstruir sus vidas en comunidades colombianas.
En el centro de este compromiso se encontraba una idea simple pero contundente: los venezolanos con empoderamiento financiero tienen mayor probabilidad de lograr estabilidad a largo plazo y contribuir positivamente a las sociedades que los acogen.
El enfoque contextualizado y basado en soluciones les brinda herramientas para administrar su dinero, emprender negocios y planificar el futuro. Hoy, tras varios años de la iniciativa, los resultados reflejan una historia de resiliencia, desarrollo comunitario, cohesión social y el poder transformador del acceso a la financiación.
Pequeños comienzos, grandes cambios
Yulimar llegó a Cartagena (Colombia) con solo una maleta y el sueño de un futuro mejor. Se unió a uno de los grupos de ahorro comunitarios, creados por World Vision, un concepto sencillo donde los vecinos juntan su dinero, se apoyan mutuamente y acceden a pequeños préstamos. Con su primer préstamo, Yulimar compró un secador de pelo de segunda mano y abrió un modesto salón de belleza en su barrio. Un año después, su negocio no solo mantenía a su familia, sino que también daba trabajo a otras madres jóvenes.
El compromiso impulsó un enfoque estructurado y comunitario para la inclusión financiera. Más de 1.100 personas, la mayoría mujeres, han recibido educación financiera y apoyo en ciudades como Cali y Cartagena. Otras 2.000 personas, incluidos niños y niñas, se han beneficiado de un mayor ingreso familiar y estabilidad. Estos programas han sido fundamentales para ayudar a las personas migrantes y refugiadas venezolanas, así como a las comunidades de acogida, a comprender los principios financieros básicos.
Fundamentalmente, este progreso fue posible gracias a la asistencia humanitaria brindada al inicio del desplazamiento. Al llegar a Colombia, las personas migrantes recibieron asistencia económica durante unos meses que les permitió cubrir sus necesidades básicas. Este apoyo inicial les brindó la estabilidad necesaria para comenzar a participar en actividades económicas más sostenibles. Solo después de cubrir sus necesidades más urgentes pudieron unirse a grupos de ahorro y emprender.
Más de 260 venezolanos se unieron a grupos de ahorro, y decenas de emprendedores emergentes recibieron capital inicial para lanzar negocios, desde puestos de comida y servicios de sastrería hasta salones de belleza y tiendas móviles. Este progreso ilustra la conexión crucial entre la ayuda de emergencia y las soluciones sostenibles a largo plazo mediante la inclusión financiera.
Más que dinero
La inclusión financiera consiste en devolver a las personas el poder de decidir su futuro. Quienes participaron en el programa aumentaron sus ingresos, mejoraron el acceso a servicios esenciales y lograron una mayor autonomía financiera. Muchos han utilizado sus préstamos para crear microempresas —desde salones de manicura hasta puestos de comida— que ahora sustentan a sus familias e incluso dan empleo a otras personas.
El verdadero éxito del programa no se limita al dinero. Se trata de la alegría de alguien que hace su primera venta. El orgullo de ahorrar para el uniforme escolar de un niño o niña. La tranquilidad de saber que no estás solo. Estos programas han renovado la confianza de las personas migrantes, reducido su estrés y les han dado esperanza para el futuro.
Estos grupos de ahorro se han convertido en círculos de confianza, amistad y sanación. En un país nuevo donde todo se siente incierto, ese sentido de comunidad marca la diferencia. El apoyo mediante transferencias monetarias, integrado en el modelo de grupos de ahorro, ha demostrado ser vital para combatir el aislamiento que sienten al llegar. Este sentimiento de pertenencia y confianza mutua es clave para la integración a largo plazo.
¿Qué debe suceder a continuación?
Para pasar del piloto a la escala, es esencial una colaboración más sólida. Para garantizar que las personas migrantes tengan acceso a los servicios básicos y puedan valerse por sí mismos, todos los actores tienen un papel que desempeñar: los gobiernos tienen que garantizar que las políticas de protección no solo se redacten, sino que se apliquen a nivel local; los bancos deben actualizar los sistemas y capacitar al personal para que puedan acceder a los servicios a los que tienen derecho; la ONU y los donantes replicar este modelo en otros países y las ONG seguir escuchando, adaptándose y abogando por los excluidos.
Un modelo de resiliencia para América Latina
La verdad es simple: la gente no quiere limosnas; quiere una oportunidad. Eso es inclusión financiera. No se trata solo de banca. Es reconstruir vidas con dignidad, paso a paso.
Al buscar expandir este modelo en Latinoamérica, las lecciones de Colombia son claras: la resiliencia no se construye con caridad, sino con inclusión. Cuando las personas migrantes son vistas, no solo como receptores de ayuda sino como agentes de cambio, comunidades enteras prosperan.
El compromiso de World Vision de promover la inclusión financiera de las personas migrantes en las comunidades colombianas es más que una política, es un salvavidas para las familias. Con apoyo continuo, innovación y responsabilidad, esta visión puede hacerse realidad.