Entrevista para Corresponsables con Alejandro Martínez Berriochoa, director de Salud y Sostenibilidad de Eroski, en la que profundiza en el modelo de sostenibilidad de la organización y su visión de la distribución como motor de transformación social. Eroski es una cooperativa de consumidores y trabajadores que integra en su gobernanza a ambas comunidades al 50 %, lo que configura una mirada a largo plazo en su propuesta empresarial, basada en la defensa de los derechos del consumidor, la alimentación saludable y sostenible, el impulso del producto local, la circularidad y la gestión ambiental responsable.
Durante la conversación, Alejandro Martínez Berriochoa detalla los avances de la compañía en reducción de emisiones, energía sostenible, gestión de residuos, economía circular, relación con proveedores, acción social local y políticas internas de igualdad, bienestar y formación, así como los retos de sostenibilidad que marcarán el nuevo plan a 2030 tras un amplio proceso de escucha a más de 5.000 grupos de interés.
¿Cómo define Eroski el papel de la sostenibilidad en su modelo de negocio?
Yo empezaría diciendo que en nuestro modelo de negocio la sostenibilidad hay que entenderla haciéndonos cargo de lo que es Eroski. Eroski, como probablemente todo el mundo sabe, es una empresa de distribución, como pueden ser otras, pero es más cosas.
Es una asociación de consumidores reconocida como tal por la ley, y eso nos pone un plus de responsabilidad frente al consumidor. Y somos también una cooperativa de consumidores, en la que los consumidores y los trabajadores, al 50 %, participan desde el origen de Eroski en la gobernanza de la compañía. Cuando uno tiene al consumidor tan cerca y se debe volcar en él, en el ciudadano, esto transforma la mirada con la que nos asomamos al negocio.
Hablamos de una mirada a largo plazo, más transformadora de la sociedad. Los ejes clásicos en los que se reparte la sostenibilidad para nosotros son todos relevantes: impacto social hacia la cadena de suministro, hacia nuestros propios trabajadores y hacia la sociedad en su conjunto, dedicando esfuerzos y recursos a planes diversos de impacto social solidario, de información y promoción al consumidor.
También trabajamos la cadena de valor y la integridad con los proveedores, especialmente los pequeños proveedores locales que son muy importantes para nosotros. Nuestro producto de marca propia busca ser más saludable, más sostenible, más ecodiseñado y más local. Además, trabajamos en el punto de venta y la logística, especialmente por el impacto de las emisiones: energía, electricidad, frío y gases. Y, finalmente, el fin de vida del producto, residuos, desperdicio cero, búsqueda de la circularidad y el papel clave del consumidor para tomar decisiones responsables. Todo ello en un modelo de gobernanza altamente participado por las dos comunidades que mencionaba: trabajadores y consumidores.
¿Cuáles han sido los principales avances que han logrado en el último año en materia de reducción de emisiones?
Tenemos dos grandes líneas de trabajo. Una de ellas, nada sencilla, es el cálculo de la huella. A veces parece que calcular es un fin en sí mismo, y no lo es: es un medio para conseguir después reducir. Pero sí es cierto que tiene alta complejidad.
Hemos avanzado en el cálculo de los tres alcances y estamos trabajando bajo la lógica SBTi, objetivos basados en la ciencia, para validar nuestro plan a medio y largo plazo que nos permita alcanzar la neutralidad comprometida en 2050, con objetivos ya tensos de cara a 2030.
En reducción efectiva hemos tenido avances importantes en energía, en gases refrigerantes y en logística. Estamos en el programa Línea Green de AECOC, avanzando para conseguir una nueva estrella que podamos valorizar. Y luego tenemos todo el reto de trabajar con los proveedores.
En distribución, el 90 y tantos por ciento de la huella total de carbono es alcance 3, condicionado por el desempeño de los proveedores de los productos y servicios que comercializamos. Por lo tanto, tenemos que trabajar con una mirada de cadena para conseguir reducir todos los alcances.
¿Cómo gestiona Eroski la economía circular, en particular la reducción de residuos de alimentos, envases y el impulso de productos de proximidad o ecológicos?
Trabajamos varios ejes que confluyen en la idea de circularidad, pero como proyectos separados. Por una parte, la reducción del desperdicio alimentario con la idea de alcanzar el desperdicio cero. Nos vamos a certificar en 2026 para acreditar nuestras buenas prácticas. Ya fuimos seleccionados hace años como ejemplo en el EXPO de Milán, donde presentamos nuestros sistemas.
También trabajamos residuos y subproductos para que entren en ciclos de circularidad: que puedan ser procesados adecuadamente y convertirse en materias primas de futuros procesos productivos. Además, abordamos los residuos inorgánicos —cartón y plásticos— con procesos de economía circular implantados desde hace tiempo.
Estamos avanzando en reciclabilidad de envases y embalajes, domésticos y comerciales, para alcanzar su plena reciclabilidad en 2030 o antes, y reducir su huella plástica, indicadores que seguimos muy de cerca.
Y en producto de proximidad trabajamos con empeño, porque es un eje principal de diferenciación estratégica. Tenemos porcentajes muy relevantes de producto local en nuestros lineales y acompañamos a pequeños proveedores, microempresas muchas veces, en diagnóstico y mejora de calidad técnica, comercial, sostenibilidad, impacto social y gobernanza. Ya son varios cientos de proveedores los que se han sumado a este programa voluntario de acompañamiento.
Eroski hace hincapié en su gestión responsable de proveedores. ¿Qué criterios de sostenibilidad exige a sus socios y cómo controla su cumplimiento?
Tenemos una mirada amplia y de progresiva ambición. En lo social, recuerdo que en los primeros años 2000 Eroski se certificó con SA8000 para garantizar el cumplimiento de condiciones laborales a lo largo de la cadena, sobre todo en orígenes más delicados como el sector textil o Asia.
En la homologación de proveedores de marca propia tenemos un procedimiento estricto de auditoría, tanto de aprobación como seguimiento, para contrastar niveles de seguridad alimentaria y sostenibilidad. Ahora estamos incorporando criterios ligados al cálculo del alcance 3 de la huella ambiental, deforestación y diligencia debida en la cadena de suministro.
Miramos ya hacia la futura transposición en España, en 2027, de la Directiva europea de diligencia debida, que nos permitirá vertebrar un seguimiento más cercano e intenso sobre condiciones laborales y ambientales en la cadena.
En el ámbito social, ¿qué políticas o iniciativas destacaría para asegurar el bienestar, la formación y la diversidad entre sus trabajadores?
Eroski es un grupo de cultura y matriz cooperativa, y eso lo impregna todo. Cuando los trabajadores no solo trabajan, sino que también son propietarios de la organización, las medidas de bienestar son más relevantes que nunca.
Tenemos políticas destacadas de conciliación, por encima de lo que obliga la normativa. Hay una fuerte promoción interna, especialmente en colectivos que en el sector suelen estar en peores condiciones, como las mujeres. Eroski es una empresa muy femenina y esto también se refleja en puestos de responsabilidad: tenemos un porcentaje equivalente al setenta y tantos por ciento de mujeres en posiciones de mando, incluida nuestra CEO, la dirección comercial, marketing, etc. Esto no suele ser habitual en el sector.
La formación se aborda desde dos perspectivas: para que el trabajador pueda trasladar valor al cliente —de nada sirve un producto más saludable o local si no se comunica bien— y como fin en sí mismo, ayudando a su desarrollo personal, familiar, salud física y mental y conciliación, lo que redunda en mayor satisfacción.
Qué otras buenas prácticas destacadas tienen en las comunidades en las que operan ¿Puede dar un ejemplo reciente de impacto social local que Eroski haya impulsado y sus resultados?
Es difícil nombrar solo uno, así que citaré varios. Uno es la iniciativa de Céntimos Solidarios, donde invitamos al cliente en caja a donar 10 o 20 céntimos para proyectos sociales. Las causas se eligen a través de una convocatoria donde cientos de entidades presentan proyectos y miles de consumidores votan. La recaudación es enorme.
Otro proyecto relevante es la Tarjeta Solidaria, que permite canalizar fondos propios y de terceros hacia colectivos vulnerables. Varias decenas de miles de personas la utilizan para comprar con total dignidad y confidencialidad.
Tenemos también más de 50 años de trayectoria en información al consumidor con Consumer, referencia informativa en España.
Y citaré otro más: nuestro Plan Educativo Escolar, que permite que unos 230.000–240.000 escolares de primaria reciban formación sobre alimentación y vida saludable, financiado desde la Fundación y ajeno a intereses publicitarios.
¿Qué retos identifica la compañía para los próximos años en materia de sostenibilidad —medioambiental, social o de gobernanza— y cómo se prepara para abordarlos?
Este podcast llega en un momento bonito. Hace dos o tres semanas terminamos un ejercicio masivo de escucha, con más de 5.000 participantes de todos nuestros grupos de interés —trabajadores, consumidores, expertos, ONG, administraciones, líderes de comunicación, proveedores— para actualizar compromisos de salud y sostenibilidad.
En 2018 lanzamos 10 objetivos hasta 2025 y este año rendimos cuentas. Ahora definimos los nuevos compromisos hacia 2030. Ya emergen con claridad cinco grandes ejes: alimentación saludable, impulso de lo local, compromiso de los trabajadores, participación y escucha, y buen trato al consumidor junto a impacto positivo en el planeta. En breve podremos concretarlos.
Escucha la entrevista completa aquí
Accede a más información responsable en nuestra biblioteca digital de publicaciones Corresponsables.

