¿Cuánto tiempo llevas formando parte de REDI y por qué?
En Repsol llevábamos años trabajando en las diversidades “más visibles”. Y siempre lo hemos hecho con una entidad de referencia en la materia, porque hay que acompañarse de las personas realmente expertas en ello. REDI es la entidad de referencia para trabajar esta dimensión en las empresas y por eso nos asociamos en 2019.
Fue la semilla. Nos permitió crear un marco de actuación para dar cobertura a las iniciativas dirigidas a la inclusión del colectivo. Tras nuestra adhesión iniciamos un proceso de reflexión para establecer una hoja de ruta, para conocer qué implicaba a nivel global, los compromisos que podíamos adquirir y cómo íbamos a trabajar.
Lo que no podíamos imaginar en esos inicios es que formaríamos parte de la Junta Directiva desde 2021, que varios miembros de nuestro ERG coliderarían la iniciativa REDI To Connect Employees, y que llegaríamos a ser empresa fundadora de REDI Portugal.
¿Cómo trabajáis la diversidad LGBTI en vuestras empresas a lo largo del todo el año?
Principalmente fomentamos una cultura interna favorable a la diversidad a través de la sensibilización y la formación. No lo hacemos en una acción puntual, con ninguna de las dimensiones de la diversidad. Creemos firmemente que la inclusión es un valor esencial y debe incorporarse en el día a día, en nuestra cultura y en todas las decisiones.
Nuestras personas son nuestro activo más valioso y debemos escucharlas y evolucionar junto a ellas, creando espacios seguros, respetuosos y libres de discriminación, donde todas las personas puedan sentirse ellas mismas y todo el talento se despliegue en su totalidad.
El equipo Proud At Repsol, el primer ERG de la Compañía, trabaja a diario para crear iniciativas que nos permitan calar más allá de una fecha establecida en el calendario.
Externamente la visibilidad se refleja más claramente durante el mes de junio con las diferentes celebraciones y encuentros que hay con motivo del Orgullo.
¿Cómo habéis mejorado la cultura corporativa y la calidad de vida de vuestros equipos gracias a la diversidad e inclusión LGBTI?
Fomentar una cultura de respeto y diversidad se traduce en mayor creatividad, innovación y compromiso. Es una ventaja clara. Pero además puede mejorar la calidad de vida de las personas más directamente afectadas y/o implicadas.
Pensamos que todas las personas tenemos los mismos derechos. Pero esto no es así cuando realmente miramos el detalle. La diversidad sexual no es un tema privado. Las personas tienen que tener la libertad de sentirse ellas mismas dentro y fuera de las empresas, y formar parte de ellas con los mismos derechos laborales.
La eliminación de estereotipos, la igualdad real y, en definitiva, una transformación positiva, no solo se refleja en los equipos, sino que además se refleja en nuestra cadena de valor, y en la sociedad con todos los aprendizajes que cada una de las personas nos llevamos y trasladamos a nuestros propios entornos.
¿Por qué es importante la comunicación de buenas prácticas en diversidad e inclusión LGBTI? ¿Qué retos y desafíos en inclusión LGBTI tenéis marcados para los próximos años?
Todas las empresas aprendemos con el networking. Compartir buenas prácticas genera impacto fuera de tu organización, porque permite a otras empresas inspirarse, o atreverse incluso, ya que en ocasiones tenemos ese miedo al precipicio y podemos aprender de lo que otras compañías han avanzado.
Queda mucho camino por recorrer. Nos encontramos en un momento geopolítico muy delicado. Hay espacios donde la diversidad aún no se visibiliza con la misma fuerza, o situaciones legales todavía prehistóricas. Incluso dentro de una misma compañía hay diferencias entre los centros de trabajo o entornos en los que operamos.
Las personas y las organizaciones que estamos plenamente convencidas debemos ser agentes activos con más esfuerzo de lo que hemos sido hasta ahora. No importa el rol o la ubicación, cuanta más energía positiva sumemos, mayor riqueza añadiremos.
Esta entrevista forma parte del Dosier Corresponsables – Orgullo corporativo: el valor de la palabra