Pese a que España ha arrancado el verano con unas reservas de agua embalsada un 10% por encima de la media de la última década, la sequía agrícola se perfila como el fenómeno que más afectará a la economía y al bienestar social del país durante los próximos meses, según un análisis realizado por Daniel Jato Espino, investigador sénior y profesor del Máster Universitario en Ingeniería y Gestión Ambiental de la Universidad Internacional de Valencia (VIU). Las consecuencias ya se perciben en el sector primario, pero también repercuten en la cadena de valor agroalimentaria, en los precios al consumidor así como en los ingresos del medio rural.
“La sequía meteorológica es técnicamente la que desencadena el resto, pero la agrícola es la que tiene un impacto socioeconómico más directo e inmediato”, afirma Jato. “La falta de humedad en el suelo afecta directamente a los cultivos y, por tanto, a toda la economía rural y alimentaria, con efectos que se traducen rápidamente en el día a día de los ciudadanos” señala Jato, investigador de VIU, perteneciente a la red de educación superior Planeta Formación y Universidades.
¿Habrá cortes de agua este verano?
Aunque la situación general ha mejorado gracias a las lluvias del primer semestre de 2025, no se descartan restricciones puntuales en algunas zonas del sur y el este peninsular, donde las cuencas siguen por debajo de niveles óptimos. Eso sí, en principio estas limitaciones afectarían principalmente a usos no esenciales como el riego ornamental o el llenado de piscinas.
“La ciudadanía debe entender que estas restricciones no son castigos, sino medidas necesarias para preservar un bien común. La corresponsabilidad es fundamental”, apunta Jato. Además, hace un llamamiento a la responsabilidad política: “la clase política no debe temer adoptar medidas impopulares si son necesarias para proteger un bien común tan esencial como el agua”.
Sequías más largas, más frecuentes y más severas
El cambio climático juega un papel clave en las sequías, alterando los patrones de precipitación y elevando las temperaturas, lo que acelera la evaporación del agua y reduce su disponibilidad en ríos, embalses y acuíferos. Como resultado, las sequías en España no solo son cada vez más comunes, sino también más duraderas e intensas.
“La degradación de los paisajes naturales, la pérdida de biodiversidad y la reducción de servicios ecosistémicos son algunas de las consecuencias menos visibles, pero igualmente graves, de la escasez de agua”, advierte Daniel Jato y añade que, además, “la concentración de contaminantes en ríos por la reducción del caudal puede suponer riesgos también para la salud pública”.
Infraestructura verde e inteligencia artificial: claves para el futuro
Pero no todo está perdido. Según el análisis del experto de VIU, se destaca el papel que pueden jugar la infraestructura verde y la inteligencia artificial en tiempo real para mitigar los efectos de la sequía. Los humedales restaurados y los sistemas de drenaje sostenible ayudan a recargar acuíferos y reducir la escorrentía, mientras que la IA permite optimizar el uso del agua en sectores como la agricultura o las redes urbanas.
“La tecnología ya nos permite anticipar riesgos, mejorar la eficiencia hídrica y tomar decisiones más informadas. Lo importante ahora es integrar estas herramientas en una planificación territorial y urbana que tenga al agua como elemento estructural”, concluye Jato.
Un mensaje de prudencia, pero también de optimismo
Jato destaca que se debe mantener la prudencia, porque “el agua sigue siendo un recurso limitado y vulnerable, y porque, aunque este año las lluvias han sido generosas y las reservas están por encima de la media de los últimos años, no podemos bajar la guardia. El cambio climático introduce una gran incertidumbre, y las sequías seguirán siendo más frecuentes e intensas en el futuro”.
Sin embargo, también aboga por mantener una posición optimista al respecto, ya que “tenemos conocimiento, tecnología y soluciones eficaces, como la infraestructura verde, la planificación territorial sensible al agua o la inteligencia artificial, que permiten mejorar la resiliencia hídrica. Si adoptamos una visión colectiva y comprometida, podemos hacer frente a estos retos con responsabilidad”.
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