Cuando hablamos de salud solemos pensar en hospitales, empresas farmacéuticas o servicios de atención psicológica. Pero la realidad es mucho más amplia: todas las empresas, sin importar el sector en el que operen, tienen un impacto en el bienestar de las personas. Reconocerlo supone un cambio de mirada necesario, especialmente en un momento en el que la sostenibilidad se entiende ya como la suma inseparable de lo social, lo ambiental y lo económico.
Alimentación, tecnología, trabajo y medioambiente son solo algunos de los ámbitos en los que se cruzan empresa y salud. Pensemos en lo que comemos: las compañías agroalimentarias influyen directamente en la prevención de enfermedades y en nuestra calidad de vida. Pensemos en la tecnología: gracias a ella hoy podemos acceder a la telemedicina, digitalizar la atención sanitaria o anticipar riesgos mediante el análisis de datos. Pensemos en el trabajo: pasamos un tercio de nuestra vida en él, y las políticas de conciliación, flexibilidad horaria o apoyo psicológico convierten a las empresas en agentes clave para cuidar de la salud mental. Y no olvidemos el planeta: el aire que respiramos, el agua que bebemos o los efectos del cambio climático inciden en nuestra salud de forma inmediata.
Estos ejemplos muestran que hablar de salud y hablar de empresa es, en el fondo, hablar de lo mismo: de cómo nuestras decisiones cotidianas —como personas consumidoras, trabajadoras, ciudadanas— están mediadas por la forma en la que el sector privado produce, innova y organiza el trabajo.
En este escenario, resulta alentador comprobar que cada vez más empresas en España están tomando conciencia de esta realidad. Según nuestro informe Implantación de la Agenda 2030 en las empresas españolas 2024, el ODS 3 sobre salud y bienestar ha recuperado protagonismo y se sitúa de nuevo entre los más trabajados. Hoy, más del 40% de las compañías cuentan con políticas específicas de salud y bienestar para sus plantillas, y cerca de la mitad desarrolla programas concretos que van desde la conciliación y el teletrabajo hasta la promoción de la actividad física, la alimentación saludable o el apoyo emocional. Estos avances muestran un cambio de mentalidad: la salud no es ya un tema marginal, sino un eje estratégico de la sostenibilidad empresarial.
La sociedad, además, respalda este cambio. Nuestro recién publicado Estudio de percepción sobre sostenibilidad en la Unión Europea confirma que la ciudadanía española reconoce cada vez más el papel del sector privado en la construcción de un futuro sostenible, y que sitúa los derechos laborales y humanos entre las áreas donde las empresas generan mayor impacto positivo. Dicho de otro modo: la sociedad no solo espera que las compañías reduzcan emisiones o gestionen mejor sus residuos, espera también que contribuyan de forma tangible a mejorar la vida de las personas.
Por supuesto, el reto es enorme. Y precisamente por eso la Agenda 2030 nos recuerda, a través del ODS 17, que las alianzas son la clave para avanzar. La innovación se multiplica cuando la industria farmacéutica colabora con el sector tecnológico, cuando las empresas agroalimentarias trabajan de la mano con la investigación médica o cuando las organizaciones ambientales conectan con el ámbito sanitario. Ningún sector puede afrontar por sí solo desafíos tan complejos como el cambio climático, la prevención de enfermedades crónicas o la salud mental en el trabajo.
Precisamente este dossier es un ejemplo de cómo, a través de la acción colectiva, las empresas pueden generar cambios más rápidos, más profundos y más sostenibles. Porque la salud no es solo ausencia de enfermedad: es también bienestar, confianza, calidad de vida. Y en esa misión, el sector empresarial tiene la capacidad —y la responsabilidad— de ser un aliado imprescindible.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial del Corazón