La sociedad europea se enfrenta a un reto mayúsculo en su transición hacia un sistema más sostenible, con una reducción radical en las emisiones, y las infraestructuras energéticas se encuentran en el centro de la solución. La Unión Europea, con el impulso del Pacto Verde Europeo 2019, ha fijado objetivos ambiciosos: reducir un 55% las emisiones para 2030 y alcanzar la neutralidad climática en 2050. España ha asumido estos compromisos en su Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), que marca la hoja de ruta para transformar nuestro modelo productivo y de consumo. La descarbonización ya no es una opción de futuro, sino una necesidad inmediata si queremos cumplir los compromisos internacionales y mantener un entorno habitable a las próximas generaciones.
Las energías renovables como base del modelo
España cuenta con un recurso renovable extraordinario. En 2024, el 56,8% de la electricidad generada en el país procedió de fuentes renovables. Esta cifra confirma que la transición energética es posible, pero también muestra la magnitud del reto: el sistema necesita más almacenamiento, redes más flexibles y un marco regulatorio claro que acelere el despliegue.
Todos sabemos que las energías renovables aportan ventajas claras (reducen emisiones, disminuyen los costes de energía a largo plazo y crean empleo local); sin embargo, la tramitación lenta, los cuellos de botella en el acceso a la red y la dificultad de integrar proyectos de hibridación y almacenamiento siguen siendo obstáculos que debemos superar. Para avanzar, es urgente simplificar los procedimientos administrativos y reforzar las interconexiones con Europa.
En este contexto, el autoconsumo se ha convertido en una palanca fundamental para democratizar la energía. Según la Unión Española Fotovoltaica (UNEF), en 2024 se instalaron 1.182 MW en infraestructura de autoconsumo fotovoltaico, alcanzando una capacidad total de 8.137 MW. Este modelo no solo reduce la factura eléctrica, también empodera a la ciudadanía y mejora la resiliencia del sistema. Sin embargo, aún queda camino por recorrer: es necesario fortalecer el marco regulatorio, dar estabilidad a los incentivos y potenciar las comunidades energéticas locales, que permiten a vecinos y pequeñas empresas compartir instalaciones y beneficios. Una política decidida de financiación accesible y programas de formación facilitarían que más hogares y pymes participen en este cambio.
Movilidad eléctrica: el gran reto pendiente
El sector transporte representa el 30,7% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero en España. La electrificación de la movilidad es, por tanto, una de las claves para cumplir los objetivos climáticos. Y no solo eso, sino que generará una circularidad dentro de nuestras propias fronteras que redundará en una movilidad más competitiva a la par que sostenible gracias a la contribución de la generación renovable. La Unión Europea había aprobado la prohibición de vender coches de combustión a partir de 2035 (Reglamento UE 2019/631), aunque la Comisión ha anunciado que revisará la legislación y podría flexibilizarla, manteniendo en el mercado algunas opciones de combustión más allá de esa fecha. En cualquier caso, la penetración del vehículo eléctrico en España sigue siendo baja en comparación con otros países europeos y se debe a diversas razones. En primer lugar, el coste de adquisición de un vehículo eléctrico hoy sigue siendo superior al coste que el usuario está dispuesto a pagar, por más que esté convencido de su idoneidad. Vemos como en los países europeos con mayor crecimiento de las ventas se han hecho planes de reducción fiscal y ayudas que han sido eficaces en su propósito. En segundo lugar, hay una necesidad de visibilizar la red de recarga existente, que es suficiente y muy oportuna, ya que permite recargar vehículos en lugares mucho más diversos que las antiguas estaciones de servicio, permitiendo una mayor compatibilización de otras actividades. En tercer lugar, se necesita una mayor transparencia en la información y responsabilidad por parte de los medios al tratar esta nueva tecnología, que tan expuesta se ha visto a la desinformación e ideologización.
Para acelerar el cambio es prioritario desplegar corredores de recarga rápida, electrificar el transporte público y acompañar a la industria en este proceso de transición.
Compañías como Eranovum demostramos que la transición energética es viable y rentable. En nuestro caso trabajamos en modelos integrados que combinan renovables, autoconsumo y puntos de recarga para vehículos eléctricos, una vía que muestra cómo es posible acelerar el cambio de forma coherente y eficiente.
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