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Como padre de dos jóvenes de 23 y 28 años, he vivido de cerca sus inquietudes y esfuerzos tanto en su vida académica como ahora en la laboral. Esta experiencia personal me ha permitido comprender, desde la cercanía, muchas de las conclusiones que arroja el estudio que hemos realizado entre la Fundación Pfizer y Fad Juventud sobre empleo, jóvenes y salud.
Más allá de los datos, lo que emerge es una generación que prioriza su salud y bienestar y reclama espacios de conciliación, estabilidad y valores que, como sociedad, debemos saber escuchar y atender.
El informe revela que la salud y la estabilidad laboral son las principales prioridades para la juventud española. Más de la mitad de los jóvenes sitúan la salud como el aspecto más importante en su vida, seguido de la estabilidad económica y laboral. El desarrollo profesional y el éxito en el trabajo quedan en un segundo plano, lo que refleja un cambio generacional en la centralidad del empleo de la generación Z (13–28 años en 2025).
El estudio también nos desvela que la conciliación emerge como una demanda clara: el aspecto más valorado en un empleo es que deje tiempo personal, seguido de la seguridad, el buen ambiente laboral y un salario digno. El trabajo, por tanto, pierde centralidad frente al ocio y el autocuidado, y se aprecia que la juventud aspira a un futuro laboral que combine estabilidad y vocación, por encima del prestigio o los ingresos elevados.
El último informe ‘Deloitte Global 2024 Gen Z & Millennial Survey’, avala también esta tendencia: la mayor parte de los encuestados de la Generación Z (86 %) y los Millennials (89 %) dicen que tener un sentido de propósito es importante para su satisfacción y bienestar laboral. Además, tres cuartas partes de ambas generaciones cree que el compromiso comunitario y el impacto social de una organización es un factor importante al considerar un posible empleo.
Sin embargo, o quizás por todo ello, el trabajo y los estudios pasan factura a los jóvenes. Según nuestro informe, los malestares emocionales y físicos son altos. El 29% declara padecer estrés continuo y el 25% ansiedad. Casi la mitad sufre dolores musculoesqueléticos de forma intermitente, un 40% padece fatiga y más de la mitad declara tener problemas de sueño.
Estas cifras nos tienen que llevar a considerar cómo deben evolucionar los entornos educativos y profesionales para garantizar el bienestar integral de las generaciones que impulsarán el futuro de nuestra sociedad. No se trata solo de ofrecer contratos estables o salarios competitivos, sino de crear entornos laborales que favorezcan la conciliación, la flexibilidad y el reconocimiento. En este sentido, la industria farmacéutica lleva tiempo adoptando medidas que benefician a sus profesionales, entre las que se encuentran la flexibilidad horaria, el teletrabajo, programas de bienestar emocional y formación adaptada a cada rol, otorgando, de esta forma, un lugar primordial al bienestar físico y mental de sus plantillas.
El estudio también pone de manifiesto la importancia de la orientación educativa y profesional. La mayoría de los jóvenes valora positivamente la orientación recibida en los centros educativos. La vocación es la razón más señalada para elegir estudios, especialmente entre las chicas y quienes han cursado estudios superiores. Por contra, los chicos y los más jóvenes tienden a priorizar opciones que les ofrezcan un empleo bien remunerado.
En definitiva, el reto es compartido por todos. La juventud pide un cambio de modelo, nos está mostrando el camino hacia un sistema donde la salud, el bienestar y la conciliación de la vida personal y laboral ocupan el lugar central. Como padre y como profesional, confío en que sabremos estar a la altura.
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