Durante años, confirmar un diagnóstico de Alzheimer exigía pruebas costosas o invasivas —como la punción lumbar o la tomografía por emisión de positrones (PET)— que no siempre estaban disponibles en todos los hospitales ni accesibles para todos los pacientes. Hoy, la situación está cambiando de manera radical: gracias a los biomarcadores en sangre, y en particular al p-tau217, podemos identificar la enfermedad con gran precisión en fases iniciales y hacerlo de forma más sencilla, rápida y asequible.
Un reciente estudio internacional liderado por el Barcelonaꞵeta Brain Research Center, (BBRC) y el Hospital del Mar, con la colaboración de universidades de Suecia e Italia,confirmó que un simple análisis de sangre permite detectar la patología del Alzheimer con una fiabilidad superior al 90%, muy similar a la de las pruebas más invasivas. Además, se validó un sistema automatizado ya presente en muchos laboratorios clínicos, lo que allana el camino para que esta herramienta pueda llegar pronto a la práctica médica habitual.
El impacto de este avance es enorme. No solo mejora la experiencia del paciente, al evitar pruebas incómodas, sino que también reduce costes en más de un 60% respecto a los métodos tradicionales y facilita que un diagnóstico de calidad esté disponible en más centros y territorios. Esto significa que más personas podrán acceder antes a un diagnóstico certero, y que el sistema de salud podrá optimizar recursos, agilizando la atención y garantizando mayor equidad.
Más allá de la técnica, este progreso tiene un fuerte componente social. Diagnosticar antes y mejor permite a las personas afectadas y a sus familias planificar el futuro, acceder a cuidados de calidad e incorporarse a programas de investigación y a ensayos clínicos de nuevos tratamientos. Además, nos recuerda que el Alzheimer no es un destino inevitable: sabemos que existe un margen de prevención actuando sobre factores de riesgo modificables, como la hipertensión, la diabetes, la pérdida de audición o la inactividad física.
En definitiva, los biomarcadores en sangre marcan un antes y un después en la investigación y el abordaje clínico del Alzheimer. Son una herramienta más accesible, rápida y sostenible que democratiza el diagnóstico y abre la puerta a que los futuros tratamientos lleguen a quienes los necesiten en el momento adecuado.
Con el compromiso de la ciencia, de los sistemas de salud y de la sociedad, estamos más cerca de convertir el diagnóstico precoz del Alzheimer en una realidad cotidiana y al alcance de todos y todas.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial del Alzheimer