Cada 17 de mayo, el Día Mundial del Reciclaje nos invita a reflexionar sobre la responsabilidad compartida que tenemos como sociedad frente a la gestión de nuestros residuos. Reciclar no es solo una acción individual que comienza con un gesto cotidiano, como separar correctamente los envases o depositar la materia orgánica en su contenedor, sino también una labor colectiva que involucra a empresas, administraciones y organismos reguladores en la construcción de una economía circular real y eficiente.
Reciclar es mucho más que una buena práctica, es una estrategia clave para avanzar hacia un modelo económico sostenible, circular y bajo en emisiones. Pero para que el reciclaje tenga un impacto real, necesitamos cambiar la forma en que entendemos los residuos: no como un problema, sino como una oportunidad para recuperar recursos, generar energía y reducir nuestra huella ambiental.
En Urbaser, uno de los líderes globales en soluciones medioambientales, asumimos esta misión como parte fundamental de nuestro propósito empresarial: potenciar el valor de los recursos del planeta para construir un mañana más sostenible. Esta tarea se concreta cada día en nuestras plantas e instalaciones, donde implementamos procesos avanzados de clasificación y tratamiento de residuos, garantizando que cada fracción sea valorizada de la mejor forma.
A través de nuestras soluciones y servicios, trabajamos para que esa transformación sea tangible, medible y sostenible, maximizando la recuperación de materiales, minimizando el desperdicio y contribuyendo a un modelo más circular en todos los territorios donde operamos.
El proceso de valorización material que desarrollamos se basa en la recuperación y el tratamiento de materiales como metales, plásticos, cartones, aceites, áridos o compost. Cada uno de estos materiales, cuando es correctamente gestionado, tiene el potencial de volver a entrar en la cadena de producción, reduciendo la extracción de nuevos recursos y disminuyendo el impacto ambiental asociado a su gestión. Además, aquellos residuos no reciclables se transforman en combustible derivado del residuo (CDR), que se utiliza en plantas de valorización energética, obteniendo a su vez energía en gran parte renovable en forma de calor y/o electricidad estable para todo tipo de usos, cerrando el ciclo de aprovechamiento de los residuos.
No todo, sin embargo, puede ser tratado directamente en nuestras instalaciones. Por eso, trabajamos con gestores externos autorizados que aseguran que los residuos que no podemos procesar internamente reciban el tratamiento adecuado, cumpliendo con todas las normativas ambientales y de seguridad vigentes. Esta colaboración también forma parte de un ecosistema circular en el que distintos actores contribuyen a reducir la cantidad de residuos destinados a vertedero.
Esta transformación solo es posible con la implicación de todos. Desde la ciudadanía, que debe depositar correctamente sus residuos, hasta los agentes públicos y privados que diseñan sistemas de recogida, tratamiento y valorización más eficientes. La innovación tecnológica también juega un papel fundamental: automatización, inteligencia artificial, nuevas plantas de tratamiento y soluciones de trazabilidad permiten hoy hacer del reciclaje un proceso más preciso, transparente y rentable.
Cada residuo bien gestionado representa una oportunidad: de reducir el impacto ambiental, de generar empleo verde, de avanzar en la transición ecológica. Porque creemos que solo con una acción compartida y ambiciosa podremos construir un futuro más limpio, eficiente y justo para todos.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial del Reciclaje 2025