Cada 17 de mayo celebramos el Día Mundial del Reciclaje, una fecha que invita a reflexionar sobre nuestro papel en la gestión de residuos y la protección del planeta. Sin embargo, como profesional dedicada al Diseño Circular y de Impacto, siento la necesidad de hablar sobre el elefante en la habitación: el reciclaje a día de hoy, por sí solo, no es suficiente.
El mito del reciclaje infinito persiste en el imaginario colectivo, pero la realidad técnica y material lo desmiente categóricamente. Según datos de la Fundación Ellen MacArthur, estamos todavía lejos de alcanzar el 20 % de envases plásticos reciclados a nivel global, y de ese porcentaje, apenas un 2 % se recicla en un ciclo cerrado para producir nuevos envases.
El reciclaje contemporáneo y el downcycling
La mayoría de los materiales que reciclamos, especialmente plásticos y papeles, sufren un proceso conocido como downcycling. Esto significa que, tras cada ciclo de reciclaje, el material de base pierde calidad o resistencia, y solo puede reutilizarse en productos de menor valor o prestaciones limitadas. Un buen ejemplo de ello es el papel: que puede reciclarse entre 4 y 7 veces antes de que sus fibras sean demasiado cortas para nuevos usos, terminando como cartón o material de embalaje. En el caso de la mayoría de plásticos de uso común, solo pueden reciclarse unas 4 o 5 veces antes de que la degradación molecular limite su calidad y uso, por lo que suelen destinarse a aplicaciones secundarias como mobiliario urbano, tuberías o textiles antes de convertirse en residuos no recuperables.
Este ciclo descendente no solo limita el potencial del reciclaje, sino que evidencia que, tarde o temprano, los materiales acaban desechados, subrayando la naturaleza temporal y paliativa del reciclaje tradicional.
La realidad del reciclaje contemporáneo es que, aunque reduce residuos y prolonga la vida útil de los materiales, es una solución transitoria y no definitiva frente a la crisis de recursos y residuos que enfrentamos.
La verdadera transformación debe comenzar en la génesis de cualquier producto: el diseño.
Estudios recientes estiman que hasta el 80 % del impacto ambiental de un producto se determina en su fase de diseño (European Commission, 2020). Si persistimos en diseñar productos para un solo uso, difíciles de desmontar, limpiar o reparar, perpetuaremos un modelo insostenible, independientemente de la reciclabilidad teórica de los materiales empleados. No basta con responder a las exigencias del presente; debemos anticipar y prevenir los retos del futuro.
El diseño circular como herramienta para repensar el reciclaje
Desde Neture Impact apostamos por un enfoque de diseño circular en todos los proyectos que realizamos, priorizando la reutilización, la reparación y la durabilidad de la cadena de producción de productos y materiales desde su concepción.
El diseño circular va mucho más allá de eficientar el reciclaje contemporáneo: implica crear productos y servicios cuyo ciclo de vida minimice la generación de residuos y maximice la retención de valor, cerrando el círculo y evitando el paradigma obsoleto del “usar y tirar”.
Este enfoque no solo reduce el impacto ambiental, sino que también aporta ventajas competitivas y económicas tangibles: disminuye la dependencia de materias primas vírgenes cada vez más escasas, fomenta la innovación en la generación de nuevos materiales y procesos; y responde a la creciente demanda de consumidores conscientes y regulaciones más estrictas.
Las compañías deben poner el foco en la transformación de su modelo de negocio hacia una circularidad real, con metodologías basadas en la evidencia científica y la medición de impacto. En este sentido, su enfoque debería partir del reconocimiento de los retos ambientales, el diseño y la implementación de acciones concretas para priorizar la sostenibilidad. Ejemplo de ello, son algunos de los proyectos en los que hemos trabajado donde la modularidad y la reparabilidad de los productos permiten extender su vida útil y facilitar su reacondicionamiento. También implementamos estrategias de selección de materiales que, además de ser reciclables, son fácilmente desmontables y reutilizables en nuevos ciclos productivos, evitando así el downcycling y la pérdida de valor.
Un futuro con menos residuos
En el Día Mundial del Reciclaje, además de celebrar la cantidad de residuos que reciclamos, deberíamos cuestionarnos qué podemos hacer en el futuro para reducir estructuralmente la necesidad de reciclar.
El futuro es circular: diseñar productos duraderos, reparables y reutilizables es la única vía para superar los límites del reciclaje y construir una economía verdaderamente sostenible. Para lograrlo, empresas y consumidores deben repensar juntos el ciclo de los materiales y apostar por la innovación circular como motor de cambio.
Porque el reciclaje es solo el principio. El verdadero impacto está en cómo diseñamos los productos que consumiremos mañana.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial del Reciclaje 2025