La pobreza infantil es un problema global grave, que afecta a millones de niños en todo el mundo. Según UNICEF y el Banco Mundial, uno de cada seis niños, alrededor de 333 millones, viven en condiciones de pobreza extrema. Este problema no solo afecta a países en desarrollo, ya que más de uno de cada cinco niños vive en situación de pobreza en algunos de los países más ricos del mundo. Abordar esta situación es de máxima urgencia, y pone en jaque el futuro de las próximas generaciones.
La educación parece ser una de las armas más poderosas para su solución, ya que es fundamental para romper ese círculo que lleva a un niño en riesgo de pobreza a vivir en situación precaria toda su vida. Si aseguramos una educación de calidad y cuidados en los primeros años de vida de un niño o una niña, podemos evitar una gran brecha social en el futuro.
Pero cultivar esa educación como una manera de abordar y reducir la pobreza infantil requiere de acciones concretas. A una mayor inversión en la formación de niños y adolescentes por parte de las distintas administraciones públicas y organizaciones sociales se deben suman las iniciativas de empresas con ese objetivo común de ayudarles a construir un futuro mejor.
Las empresas jugamos un papel protagonista en el fomento e inversión en educación, a través de la formación a empleados y grupos de interés, e invirtiendo en educación a nivel externo. La colaboración de las compañías en la educación de la infancia puede tomar diversas formas, incluyendo apoyo financiero a programas educativos, donaciones de equipos y materiales o, incluso, el desarrollo de programas propios de educación dentro de la empresa para los hijos de los empleados. En Solunion, por ejemplo, colaboramos con diversas entidades y organizaciones de apoyo a la infancia. Además, ofrecemos a nuestras personas de todos los países en los que operamos oportunidades de participar, en el marco de nuestro Plan de Voluntariado Corporativo, en acciones solidarias orientadas a apoyar en la educación de niños y niñas en situación de desigualdad social. Estos proyectos se integran en nuestra Estrategia de Responsabilidad Social y Sostenibilidad, y forman parte de nuestro compromiso estratégico con la mejorar de la calidad de vida de quienes más lo necesitan, especialmente los más pequeños.
Invertir en educación a todos los niveles, desde la infancia hasta la formación continua, es, por tanto, fundamental para el desarrollo individual y social, promoviendo la igualdad, la productividad económica y la construcción de una sociedad más justa y sostenible. La educación de calidad, inclusiva y equitativa, es un derecho humano y una herramienta poderosa para romper ciclos de pobreza, mejorar la salud y fomentar la paz.
Además, una población más formada tendrá acceso a mejores oportunidades laborales y salarios y, por lo tanto, a mayores ingresos disponibles, lo que beneficia a los mercados y al bienestar de la sociedad al promover el crecimiento socioeconómico.
Todos podemos, por tanto, formar parte activa de este compromiso con ofrecer un futuro mejor a tantos niños y niñas en situación de desigualdad. Nuestras acciones del presente pueden cambiar su futuro.