La licencia social para operar y la relación con la comunidad se ha convertido en un factor decisivo para el éxito empresarial. Más allá de los aspectos legales necesarios, se trata de una condición imprescindible para desarrollar proyectos a largo plazo, estables, y lograr la aceptación comunitaria a través del entendimiento de sus necesidades y el diálogo.
“Hoy, la verdadera licencia para operar no la otorgan las administraciones, sino las personas. Construir esa confianza es clave para garantizar la viabilidad de cualquier proyecto, y para ello es vital establecer relaciones de escucha que permitan dar información con transparencia y que sean la base de planes de acción concretos y medibles”, señalan desde Volies.
Con más de 15 años de experiencia en relacionamiento comunitario y gestión de la confianza social, esta B Corp valenciana acompaña a empresas de sectores como la energía, la tecnología o las infraestructuras en España, Europa y Latinoamérica, con un enfoque que combina análisis territorial, diálogo con grupos de interés y actores clave, cocreación de soluciones y comunicación honesta y transparente.
“Partimos siempre de la base de que no debemos ver a las comunidades como un obstáculo, sino como el mejor aliado que tienen las compañías que de verdad quieren apostar por la sostenibilidad y la innovación social. Las empresas necesitan conocer y relacionarse de forma positiva con las comunidades adonde trabajan, apoyando el crecimiento de la comunidad de la que son parte. Ellas son las que tienen el conocimiento del territorio. La empresa debe establecer procesos de conversación y escucha honesta desde el inicio atendiendo a sus preocupaciones. Trabajar para obtener de esta forma la licencia social para operar es invertir en legitimidad y futuro”, afirman desde Volies.
Y es que esta legitimidad social da respuesta a los principales retos que tienen las empresas en entornos globales: prevenir riesgos reputacionales, reducir conflictos con comunidades, evitar retrasos en permisos y generar valor compartido en los territorios. Pero lo más importante, permite llevar adelante proyectos de alto impacto positivo, sostenibles y que tienen en cuenta el bienestar de todos los stakeholders.
“Porque la LSO no se trata de un permiso legal, sino del grado de aceptación y apoyo que una empresa logra entre comunidades, actores locales y otros grupos de interés. Es una legitimidad que se construye con diálogo, transparencia y compromiso”, recalca Juan ángel Poyatos, CEO & Fundador de la compañía.
Gestionar la licencia social con seriedad y rigor —diagnosticando las distintas relaciones comunitarias, mapeando stakeholders y diseñando estrategias de aceptación social— se ha convertido hoy más que nunca en un indispensable para las grandes compañías con el actual contexto socio político y la urgente situación climática.
Por lo que la licencia social para operar y el relacionamiento comunitario ha pasado de ser una opción ética necesaria, a convertirse en un elemento estratégico imprescindible. En un entorno global en transición hacia modelos más responsables, solo las empresas que integren estas relaciones comunitarias, con transparencia, obtendrán esta legitimidad real para poder prosperar y mantenerse.