La pobreza constituye un desafío de primera línea en nuestra sociedad. Pese a los avances en políticas públicas, millones de personas continúan viviendo en situaciones de vulnerabilidad y tienen enormes dificultades para disfrutar de una vida digna. En España, esta problemática afecta al 25,8 % de la población, y al menos una de cada cuatro personas se ha mantenido en riesgo de pobreza y/o exclusión social en la última década, según el XV Informe ‘El Estado de la Pobreza’ de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español (EAPN-ES).
Estas altas y constantes tasas de desigualdad evidencian un carácter estructural de la pobreza, que requiere de enfoques multidimensionales para su erradicación. Frente a esta realidad, cobra cada vez más fuerza la necesidad de incorporar estrategias de innovación para generar respuestas más eficaces, sostenibles y que garanticen la construcción de una sociedad justa para todas las personas.
La innovación constituye un elemento clave en la actualidad, no solo limitada al sector empresarial o tecnológico, también a las Administraciones públicas y a las entidades del Tercer Sector de Acción Social (TSAS). En este marco, surgió el concepto de innovación social -trabajado en el proyecto europeo TEPSIE, entre otros-, que busca no solo crear nuevos servicios, sino transformar relaciones sociales, empoderar a las personas mediante la participación, y facilitar su acceso a recursos y derechos. Además, plantea la incorporación nuevos enfoques que aborden necesidades y problemáticas sociales, entre ellos la pobreza.
Uno de los aspectos más valiosos de la innovación social es la implicación directa de las personas en situación de pobreza o exclusión, eje de trabajo prioritario para EAPN-ES. En nuestra entidad creemos firmemente que, en una sociedad democrática, las políticas públicas no pueden diseñarse sin contar con las aportaciones de quienes sufren desigualdades en diferentes ámbitos de su vida. La innovación social propone un cambio de paradigma: poner a estas personas en el centro, involucrarlas en la elaboración colectiva de soluciones, y reconocer su experiencia, sus conocimientos y las diferentes problemáticas que atraviesan. Esta participación no solo garantiza mayor eficacia, sino que además genera procesos de empoderamiento que refuerzan la cohesión social.
Por otro lado, la innovación social también permite aprovechar los avances tecnológicos y aplicar un enfoque inclusivo a los mismos, para favorecer, por ejemplo, el desarrollo de herramientas enfocadas a la investigación de las causas y consecuencias de la pobreza. Además, el empleo de soluciones digitales novedosas puede optimizar el acceso a trámites administrativos asociados a prestaciones y reducir las diferentes brechas sociales que afrontan quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad.
Innovación social, un reto pendiente
Pese a las posibilidades que ofrece la innovación social en la construcción de sociedades más justas, lo cierto es que aún constituye un reto pendiente, tal y como lo ha reflejado el propio Barómetro del TSAS (2022). En el estudio, se subrayó el potencial de las organizaciones para implementar estrategias de innovación mediante un enfoque centrado en las personas. Sin embargo, se advertía también de que la digitalización, aunque ha mejorado la prestación de servicios, no se ha está traduciendo en estructuras de gobernanza más participativas y transparentes. A esto se suman desafíos detectados en los estudios y proyectos europeos, que incluyen la falta de financiación adecuada, la necesidad de redes de colaboración, la adopción de paradigmas de innovación abierta, la creación de indicadores de impacto, y el fortalecimiento de capacidades para innovar.
Por ello, desde EAPN-ES consideramos imprescindible fomentar la inversión en capacidades organizacionales, infraestructuras y sistemas de evaluación de resultados e impacto social, y fomentar la participación de las personas en situación de vulnerabilidad.
Sin duda, la pobreza constituye uno de los principales desafíos de nuestro tiempo, y su erradicación es un compromiso adquirido por los sucesivos Gobiernos de nuestro país en el marco de los ODS, la Agenda 2030, el Pilar Europeo de Derechos Sociales, y la Estrategia Nacional de Lucha contra la Pobreza. Pero aún queda un largo camino por recorrer. Una senda que requiere de la implicación imprescindible del TSAS y de nuevos enfoques, para que la innovación social facilite el acceso de millones de personas a una vida digna.

