En un contexto global marcado por la incertidumbre, la complejidad y la exigencia de una mayor transparencia por parte de todos los grupos de interés, la gobernanza empresarial ha dejado de ser un mero requisito normativo para convertirse en un auténtico diferencial competitivo. En Cerdá Group lo hemos comprobado de primera mano tras recibir recientemente el Distintivo en Buen Gobierno y Sostenibilidad del Instituto de Gobernanza Empresarial (IGE). Este reconocimiento no solo valida el camino recorrido, sino que también refuerza nuestra convicción: una buena gobernanza es clave para construir empresas resilientes, éticas y preparadas para el futuro.
La gobernanza como cultura, no como formalidad
Cuando hablamos de buen gobierno, solemos pensar en estructuras, normativas y procesos. Pero en nuestra experiencia, va mucho más allá. Se trata de una cultura compartida, que se traduce en decisiones coherentes, responsables y alineadas con un propósito común. Una gobernanza sólida permite reforzar la confianza —activos intangibles cada vez más valiosos— y facilita una visión estratégica que equilibre el crecimiento económico con el impacto social y ambiental.
En nuestro caso, el diagnóstico realizado por el IGE nos ofreció una mirada externa y rigurosa sobre nuestros órganos de gobierno, y nos permitió identificar fortalezas, pero también oportunidades de mejora. Este ejercicio no solo fue útil para validar prácticas ya consolidadas, sino también para generar una hoja de ruta concreta que alinea nuestro modelo de gestión con los retos del entorno actual.
Profesionalización y visión de largo plazo
Uno de los aspectos más enriquecedores de este proceso ha sido la consolidación de una visión profesional de los órganos de decisión, especialmente en el contexto de la empresa familiar. A menudo, las compañías de origen familiar —como la nuestra— enfrentan el reto de evolucionar su gobernanza sin perder su esencia. Apostar por estructuras más sólidas, una clara rendición de cuentas y una separación equilibrada entre propiedad y gestión no es una pérdida de control, sino una garantía de continuidad. La profesionalización del gobierno corporativo no debilita la identidad de la empresa: la fortalece. En este camino, el ritmo de los cambios importa mucho. Cada paso debe ser dado en el momento oportuno para que los órganos de gestión tengan sentido y aporten valor a la compañía. En las empresas familiares, cuando las mismas personas se sientan en la Junta de Accionistas, en el Consejo de Administración, en el Consejo de Familia y en el Comité de Dirección la teoría puede parecer muy alejada de la realidad. Con la profesionalización de la empresa y la llegada de nuevas etapas y generaciones de socios, aparece el momento en el cual muchos pasos se pueden dar para que la gobernanza se adapte a la próxima década y que estemos siempre dos pasos por delante de lo que necesitamos.
Además, contar con una gobernanza bien estructurada permite tomar mejores decisiones, anticipar riesgos y fomentar el diálogo con todos los grupos de interés: empleados, clientes, socios, licenciatarios e incluso el entorno social donde operamos.
Una palanca estratégica para el crecimiento internacional
En un mundo cada vez más interconectado, las empresas que aspiran a competir globalmente deben demostrar no solo solvencia financiera o excelencia en producto, sino también integridad en su forma de gestionar. La gobernanza es hoy, más que nunca, una palanca estratégica para crecer con legitimidad y sostenibilidad.
Desde Cerdá operamos en más de 50 países, con una red de licencias internacionales y una infraestructura logística adaptada a las demandas del mercado global. Pero sabemos que el éxito a largo plazo no vendrá únicamente de la innovación o de la expansión comercial, sino de la capacidad de liderar con valores. Por eso entendemos la gobernanza como un compromiso transversal, que empieza en los órganos de gobierno y se refleja en cada equipo, en cada proyecto, en cada decisión.
Gobernar con propósito
Recibir el Distintivo IGE este año ha sido un hito, y sobre todo, un punto de partida. Nos impulsa a seguir mejorando, con humildad y ambición. A seguir construyendo un modelo empresarial donde el respeto, la transparencia y la sostenibilidad no sean eslóganes, sino principios operativos reales. Donde gobernar bien sea, en definitiva, la forma más coherente de liderar con propósito.
Porque en tiempos de cambio, lo que da estabilidad no son las certezas externas, sino los valores firmes y las estructuras que los hacen realidad.