La enfermedad cardiovascular sigue siendo la primera causa de muerte en el mundo. No hablamos de cifras abstractas: hablamos de historias de vida interrumpidas, de familias que cargan con pérdidas irreparables, de pacientes que luchamos a diario con tratamientos, visitas médicas y cambios de estilo de vida. Y lo más doloroso es saber que gran parte de esta carga es prevenible.
La doble cara de un mismo problema
Los mismos factores que dañan nuestras arterias dañan también el planeta. La producción y el consumo masivo de alimentos ultraprocesados deterioran nuestra salud, pero también degradan suelos, agua y aire. El sedentarismo favorecido por ciudades diseñadas para el automóvil incrementa la presión arterial y el riesgo cardiovascular, al mismo tiempo que eleva las emisiones y la contaminación. No se trata, por tanto, de dos batallas distintas: la salud cardiovascular y la sostenibilidad ambiental son dos caras de un mismo desafío.
Lo que pedimos a las instituciones y a la sociedad
Como pacientes sabemos lo difícil que es cambiar hábitos en entornos que no acompañan. Por eso reclamamos a los gobiernos y a las autoridades sanitarias políticas públicas valientes que pongan la prevención en el centro:
- Educación desde la infancia, para que los niños aprendan qué significa cuidar su corazón y cómo pequeños gestos diarios pueden marcar el rumbo de su salud futura.
- Etiquetados claros y transparentes, que permitan a todos, sin necesidad de conocimientos técnicos, identificar qué alimentos son realmente saludables.
- Entornos urbanos activos y limpios, con espacios para caminar, pedalear y convivir de manera segura. La ciudad que cuida el aire y promueve la movilidad activa también cuida las arterias.
- Acceso equitativo a la atención sanitaria y a los tratamientos, porque la prevención y el cuidado no pueden ser privilegio de unos pocos.
La responsabilidad de la industria
Dirigimos también un mensaje a la industria alimentaria, farmacéutica y de bebidas. La salud de los pacientes no puede ser moneda de cambio ni estrategia de marketing. No basta con publicitar productos “light” o “sin azúcar añadido”. Necesitamos una industria que innove para ofrecer alimentos verdaderamente saludables, que apueste por cadenas de producción responsables con las personas y el planeta, y que asuma que el beneficio económico no puede estar por encima de la vida.
El papel de los pacientes y de la ciudadanía
Como organización de pacientes, no eludimos nuestra parte de compromiso. Sabemos que también está en nuestras manos: dejar de fumar, moderar el consumo de alcohol, reducir la sal, priorizar frutas, verduras y legumbres, mantenernos activos, cumplir con la medicación. Pero para que estas decisiones sean sostenibles en el tiempo necesitamos entornos que nos acompañen, información clara y **apoyo comunitario.
Queremos invitar a la ciudadanía a entender que cada elección saludable es, en realidad, un acto de sostenibilidad. Caminar en lugar de usar el coche, elegir agua en lugar de refrescos azucarados, compartir una comida casera en lugar de recurrir al ultraprocesado, son gestos que protegen al mismo tiempo el corazón y el planeta.
Educación y empoderamiento: claves del cambio
La experiencia de los pacientes nos demuestra que el conocimiento es poder. Cuando entendemos cómo funciona nuestro corazón, qué significa una presión arterial alta o qué implica no tratar el colesterol, las decisiones se vuelven más conscientes. Por eso defendemos que la educación en salud cardiovascular debe ser un pilar de cualquier estrategia de sostenibilidad. La prevención no es un lujo; es la herramienta más poderosa para garantizar calidad de vida y reducir costes humanos y económicos.
Hacia un verdadero progreso
Nos preocupa un modelo de progreso que mide el desarrollo por la tecnología o el consumo, mientras crecen las tasas de infartos en edades cada vez más tempranas. El verdadero progreso debe medir también el número de vidas prolongadas con calidad, la reducción de factores de riesgo y la capacidad de las personas de vivir sin miedo a una enfermedad prevenible.
Conclusión: nuestro compromiso
Como organización de pacientes, reafirmamos nuestro compromiso con la salud cardiovascular no solo como una lucha médica, sino como parte esencial de la construcción de un futuro más sostenible. Cuidar el corazón es cuidar a las personas, a las familias y a las comunidades. Y cuidar al mismo tiempo el entorno es asegurar que ese futuro tenga espacio para todos.
Llamamos a gobiernos, industrias y ciudadanos a unir fuerzas. La sostenibilidad empieza en cada latido. Un corazón sano es la base de una sociedad fuerte y de un planeta con esperanza. Sin salud no hay sostenibilidad, y sin compromiso colectivo no hay salud.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial del Corazón