Cuando pensamos en el cuidado de un bebé, solemos enfocarnos en su alimentación, descanso y salud general. Sin embargo, hay un detalle esencial que a menudo se pasa por alto: el sodio.
Este mineral, presente en la sal de mesa, el agua y muchos alimentos, es necesario en pequeñas cantidades, pero en exceso puede afectar la función renal de los bebés, ya que sus riñones aún no están completamente desarrollados.
Según especialistas en nutrición infantil, los bebés menores de 6 meses solo necesitan 110 mg de sodio al día, cantidad que cubre la leche materna sin necesidad de añadir sal. A partir de los 6 meses, la recomendación sube a 370 mg diarios, por lo que se debe seguir evitando alimentos con alto contenido de sodio y optar por agua libre de este mineral.
Cuidar el sodio en el primer año no solo protege los riñones, también previene problemas futuros como hipertensión o enfermedades cardiovasculares y fomenta una relación saludable con los sabores naturales desde la infancia.