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Carlos Bustos, CEO y Fundador de Onhoff, es uno de esos profesionales cuya vinculación con la Responsabilidad Social y la Sostenibilidad se remonta a mucho antes de que estos conceptos se convirtieran en tendencia. “Desde 1990, cuando viví en Alemania y comencé a reciclar, comprendí el impacto social colectivo de la responsabilidad”, afirma. Años después, al frente de una cooperativa, experimentó de primera mano cómo las decisiones económicas pueden dañar el entorno si no se gestionan con conciencia. “Me di cuenta de la responsabilidad que tenemos los directivos en hacer las cosas bien para respetar al medio ambiente, aún y a costa de la rentabilidad”, sostiene con firmeza.
Con una mirada crítica, pero constructiva, Bustos reconoce que el panorama ha cambiado: “Creo que se ha profesionalizado y ya no es una jubilación o aparcamiento de directivos, pero requiere conocimiento y hoy en día debería ser el motor del propósito”. Su trayectoria en Onhoff, una Pyme tecnológica que desde sus inicios buscó reducir el uso de papel y recursos a través de la digitalización, lo convirtió en un pionero. “Nos veían como desubicados”, recuerda, “pero creamos los primeros indicadores artesanales de ahorro de agua y papel”.
En este camino, Corresponsables ha sido un aliado clave. “Lo conocí en un evento de Responsabilidad Social, donde conecté con Marcos y el primer Director”, explica. Desde entonces, valora su papel como un vehículo imprescindible para “generar comunidad y compartir espacios que de otra manera no hubieran sido posibles”. En el marco de su 20º aniversario, Bustos destaca el rol de la editorial como “player neutral en el sistema que ayuda a comunicar y genera una sana competencia en el ecosistema”. Considera que Corresponsables ha contribuido a “visibilizar la fuerza del sector” y fomentar una cultura de transparencia: “La regulación posterior implica darle una capa de rigor y verdad a los datos previos que, en algunos casos, no eran contrastables fácilmente”.
Carlos, ¿cuándo y por qué comenzaste a interesarte e involucrarte en el ámbito de la Responsabilidad Social y Sostenibilidad?
Desde 1990 que empecé a reciclar al vivir en Alemania me di cuenta del impacto social colectivo de la Responsabilidad. En 1993, que dirigí una cooperativa, viví en primera persona y me di cuenta del impacto ambiental de las actividades económicas y de la responsabilidad que tenemos los directivos en hacer las cosas bien para respetar al medio ambiente, aún y a costa de la rentabilidad. Contaminar era casi normal y ser socialmente responsable era casi como no defender los intereses de la empresa. En todo caso, esa sensibilidad se fue acrecentando hasta que Naciones Unidas sacó algunos papers sobre el tema.
“Desde 1990 que empecé a reciclar al vivir en Alemania me di cuenta del impacto social colectivo de la Responsabilidad”
Al principio, siendo una Pyme y de Tecnología, la gente nos miraba como si estuviéramos desubicados. La mayoría no entendía, y muchos aún hoy tampoco, que montar un negocio para ayudar a otros a ser más responsables consumiendo menos papel y menos recursos y siendo más eficientes en la distribución de la información no tenía nada que ver con ellos. Se generaron los primeros indicadores artesanales de ahorro de agua y papel al no imprimirse o distribuirse en papel. En todo caso, la departamentitis es una realidad en las grandes empresas y el sitio en el organigrama del departamento de RSE limita o potencia su capacidad transversal de generar valor.
¿Cómo era el panorama de la RSE cuando comenzó en comparación con cómo es hoy?
Creo que se ha profesionalizado y ya no es una jubilación o aparcamiento de directivos, pero requiere conocimiento y hoy en día debería ser el motor del propósito.
¿Cuándo conociste a Corresponsables? ¿Qué papel consideras que ha tenido en el impulso de la RSE en las últimas dos décadas?
En un evento de Responsabilidad Social en el que conocí a Marcos y al primer Director con el que colaboré en la digitalización del papel y en el cambio de mentalidad.
“Corresponsables ha sido un vehículo imprescindible para generar comunidad y compartir espacios que de otra manera no hubieran sido posibles”
Creo que ha sido un vehículo imprescindible para generar comunidad y compartir espacios que de otra manera no hubieran sido posibles. Al ser un player neutral en el sistema que ayuda a comunicar, genera una sana competencia en el ecosistema que permite coopetir en el “y yo más o mejor”, al poderse comparar acciones y evidencias que se comunican. La regulación posterior implica darle una capa de rigor y verdad a los datos previos que en algunos casos no eran contrastables fácilmente. Obvio que queda mucho por hacer y que la RSE tiene un aliado interesado en el ecosistema que trabaja para que se visibilice la fuerza del sector.
Querido Carlos, ¿qué cambios significativos has observado en esta materia desde que comenzaste?
Obvio que la profesionalización de las personas y de los informes, y su enriquecimiento con gráficos y variables objetivas que pueden ser comparables y comparados. Por otra parte, la sensibilidad del negocio ante una realidad social y ambiental preocupante.
“Al principio, siendo una Pyme y de Tecnología, la gente nos miraba como si estuviéramos desubicados”
Recientemente, bastante frustración al ver cómo se está usando la RSE como motor de “falsa globalización“, al ser usada por los movimientos globalistas como medio de liquidación de riqueza en algunos países y de promoción de “alternativas” de dudosa viabilidad socioeconómica. Los coches eléctricos o el consumo de productos transgénicos o las vacunas son claros ejemplos de manipulación de masas y control. Hemos pasado de Responsabilidad para proteger el planeta a irresponsabilidad para reducir la población y destruir ecosistemas con la excusa del progreso socialmente responsable, fomentando el “no tendrás nada y serás feliz“, lo que es una aberración y vuelta al tecnofeudalismo.
¿Cuáles consideras que han sido los hitos más importantes en la evolución de la RSE y la Sostenibilidad en estas dos décadas y qué factores crees que han impulsado estos cambios?
No sería capaz de responder a esta pregunta porque son muchos y variados. A lo largo de estas dos décadas han surgido múltiples eventos, iniciativas y marcos que han ido marcando el ritmo del cambio y que han contribuido, en mayor o menor medida, a configurar el panorama actual. Cada uno de estos hitos ha tenido su propio impacto dependiendo del contexto, el sector y los actores involucrados, por lo que establecer una lista cerrada o definitiva sería una tarea compleja y, seguramente, incompleta.
“Me di cuenta del impacto ambiental de las actividades económicas y de la responsabilidad que tenemos los directivos en hacer las cosas bien para respetar al medio ambiente, aún y a costa de la rentabilidad”
Quizás, uno de los momentos clave fue la activación de los principios fundamentales relacionados con la Responsabilidad Social y la Sostenibilidad, que sentaron las bases de una conciencia más estructurada y coherente. Posteriormente, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) supusieron un impulso relevante. Aunque se iniciaron bien y con una orientación positiva, han terminado siendo usados, en muchos casos, como un medio para someter a los países y a los ecosistemas al “poder globalizado” de unos pocos. Esto ha sido posible gracias a la manipulación de la comunicación y a la construcción de un relato irreal y falso que se aleja de los principios originales que se buscaban promover.
¿Qué lecciones has aprendido a lo largo de tu carrera en RSE?
Que las personas y no las empresas son los motores de las RSE y que si el que manda no se lo cree, no hay nada que hacer. Las políticas, los programas y los discursos institucionales tienen valor solo cuando quienes los lideran lo hacen con convicción y coherencia. Si no existe una verdadera voluntad personal en quienes toman decisiones, cualquier iniciativa queda en papel mojado, sin impacto real y sin continuidad. La fuerza transformadora nace siempre de individuos comprometidos, no de estructuras impersonales.
“Contaminar era casi normal y ser socialmente responsable era casi como no defender los intereses de la empresa”
A lo largo del tiempo, también he comprobado que hay mucha hipocresía en el ámbito de la Responsabilidad Social. El famoso “Don’t ask, don’t tell” se ha convertido, en algunos entornos, en una norma tácita: no se cuestiona lo que no se quiere cambiar, y se oculta lo que se hace para no tener que rendir cuentas. Esta actitud resta legitimidad y erosiona la confianza necesaria para que la RSE sea un verdadero instrumento de transformación sostenible.
¿Cuáles consideras, Carlos, que han sido los pioneros en esta materia?
Profesores de IESE, abogados (uno en particular) y Marcos como motor incombustible. Cada uno, desde su lugar, aportó una visión y una práctica que contribuyó a sentar las bases de lo que hoy conocemos como RSE estructurada. Los profesores de IESE ayudaron a integrar la ética y la responsabilidad en la formación directiva, abriendo camino para que estas ideas comenzaran a permear en el mundo empresarial desde una perspectiva académica y práctica.
También ha habido figuras clave como algunos abogados —uno en particular— que han acompañado la evolución legal y normativa de la RSE, aportando el marco jurídico que permite sostener muchas de sus acciones. Y sin duda, Marcos ha sido un verdadero motor incombustible: constante, comprometido y apasionado, ha dedicado su trayectoria a visibilizar y empujar este movimiento en todos los espacios posibles.
¿Cómo ves el futuro de la RSE y la Sostenibilidad?
El reto más importante es poner a las personas primero y no a los objetivos mal aplicados. La Sostenibilidad y la Responsabilidad Social no deben ser entendidas únicamente como cumplimiento normativo o como estrategia de reputación, sino como un verdadero enfoque humano que priorice el bienestar colectivo, el respeto por los ecosistemas y la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.
“La RSE tiene un aliado interesado en el ecosistema que trabaja para que se visibilice la fuerza del sector”
Si se continúa priorizando indicadores, rankings o métricas desconectadas de la realidad de las personas, se corre el riesgo de que la RSE pierda su esencia y se transforme en un ejercicio burocrático vacío. El futuro pasa por recuperar el sentido humano y ético de nuestras acciones, y por colocar nuevamente en el centro a quienes son los verdaderos protagonistas del cambio: las personas.
Carlos, ¿qué papel crees que deben jugar las nuevas generaciones en la continuación de este legado?
Creo que deben ser capaces de entender que la responsabilidad es individual y empieza por los comportamientos de cada uno en todas las circunstancias de la vida privada y profesional para que sean coherentes. El modelo de tener debe pasar a la historia por el modelo de compartir. El éxito no es acumular riqueza, sino compartirla sin destruir recursos.
Para finalizar, añade, si lo deseas, cualquier otra reflexión o consideración que consideres oportuna.
Es complicado sugerir en abstracto. Creo que el “el que paga manda” debe cambiarse por “el que aporte más, pague“, para que el mando no se genere a través del dinero, sino de la aportación intangible o tangible a la sociedad. Asociar impuestos a generación de valor en recursos sería, creo, muy valioso. No limitar las novedades que ayuden a la humanidad. Implosionar el mercado de capitales a través de la prohibición de inversión en sociedades que especulan, trafican o destruyen ecosistemas para generar valor.
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