En Coparmex sabemos que la empresa es un vehículo de cambio. Creemos en empresas con alma, con vocación de servicio, con propósito. Porque la empresa —como decía Lorenzo Servitje— es antes que nada una comunidad de personas que se esfuerzan por construir algo juntos, y por eso, tiene el deber de generar riqueza, sí, pero también de distribuirla con justicia, de reinvertirla con visión social, de compartirla con dignidad.
Nuestra visión de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) no es decorativa ni secundaria. Está en el centro de lo que significa hacer empresa hoy. Inspirados en el Modelo de Desarrollo Inclusivo (MDI), concebimos a la empresa no solo como motor económico, sino como un actor social decisivo, capaz de transformar entornos, construir tejido social y dignificar vidas.
Nuestro camino inicia con el diagnóstico integral de la empresa y sus relaciones: con los trabajadores, con las comunidades, con la cadena de valor. Continúa con la formación de líderes y colaboradores, no solo para educar, sino para despertar conciencia, criterio y sentido de misión a través de la FORMACIÓN. Y desemboca en la transformación concreta, medible, ética: salario digno, salud laboral, conciliación trabajo-familia, diversidad, y más.
Como afirmaba Carlos Llano, “la empresa no se justifica sólo por sus resultados, sino por su contribución al desarrollo de la persona”. Esa es nuestra bandera: empresas altamente rentables, sí, pero para el bien de todos, no de unos cuantos.
Llevamos más de 30 años sembrando esta cultura empresarial humanista. Desde aquel acuerdo histórico de la Nueva Cultura Laboral —firmado por Don Fidel Velázquez y Carlos María Abascal— hemos creído en el diálogo social tripartito como ruta de justicia: empresarios, sindicatos y gobierno, y ahora también sociedad civil, academia e Iglesias, sumando por el bien común.
Hoy, en alianza con el medio internacional Corresponsables, lanzamos un dossier que visibiliza las mejores prácticas de nuestras empresas socias. Queremos mostrar cómo la RSE no es teoría, sino acción transformadora. Cómo una pyme puede cambiar la vida de sus trabajadores con un salario justo. Cómo una gran empresa puede formar líderes con ética y corazón. Cómo cualquier empresa puede convertirse en faro de inclusión, movilidad social y desarrollo humano.
Lo hacemos con la convicción de que —como enseñaba Eugenio Garza Sada— “el empresario tiene una responsabilidad con la nación entera”. No basta con crear empleos. Hay que crear condiciones de vida. Hay que generar orgullo en ser empresario.
Por eso, este dossier no es solo una vitrina. Es una invitación. A sumarse. A empezar. A liderar. A volver a poner a la persona al centro.
Empresario: México necesita de tu visión, tu corazón y tu ejemplo. Este es el momento. Vamos juntos. Porque cuando una empresa beneficia a una persona, transforma todo un país.