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Con una trayectoria consolidada en el estudio de la Economía Social y Solidaria, Tatiana González Rivera, investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ha dedicado su carrera a comprender cómo las organizaciones pueden generar bienestar colectivo y sostenibilidad desde lo local. Para ella, la Responsabilidad Social y la Sostenibilidad no son conceptos teóricos, sino prácticas que se viven cotidianamente en el territorio, “sobre todo en las pequeñas iniciativas y cooperativas que logran implementar la sostenibilidad de forma natural, dado su ADN social y solidario”, subraya.
En conversación con Corresponsables, González Rivera reflexiona sobre la evolución de la RSE en las últimas dos décadas, señalando que “hoy existe un mayor entendimiento de los alcances de la Responsabilidad Social por parte del sector privado y, por ende, un mayor compromiso de forma unilateral”. Reconoce que el camino ha sido largo, pero destaca los avances logrados gracias al diálogo, la sensibilización y la incorporación de nuevos actores.
Con motivo del 20º aniversario de Corresponsables, la investigadora celebra el papel de este medio como referente en la difusión de buenas prácticas: “Realmente solo puedo mencionar mi admiración por este tipo de reconocimientos que emprenden año con año, lo cual motiva aún más la labor en estos temas tan acuciantes. Corresponsables visibiliza a las iniciativas, empresas y emprendimientos comprometidos con la RSE y difunde las más originales y sobresalientes”, afirma.
Tatiana considera que la consolidación de espacios como Corresponsables ha sido fundamental para mantener viva la conversación sobre la ética empresarial, la sostenibilidad y la corresponsabilidad: “Han creado un puente entre el sector académico, el público y el privado, logrando que la Responsabilidad Social sea vista no como un gesto de buena voluntad, sino como un compromiso estructural con el desarrollo sostenible”.
¿Cómo, cuándo y por qué comenzaste a interesarte e involucrarte en el ámbito de la Responsabilidad Social y Sostenibilidad?
Cuando inicié a trabajar con iniciativas de Economía Social y Solidaria. Desde entonces, pude observar cómo este enfoque permitía articular el desarrollo económico con una profunda vocación humana, donde los valores de cooperación, equidad y justicia social se convertían en pilares fundamentales. Estas experiencias despertaron en mí un interés genuino por entender cómo las organizaciones podían generar impacto positivo más allá del beneficio financiero, integrando una visión más amplia de bienestar colectivo y equilibrio ambiental.
Sobre todo me quedo con los aprendizajes de pequeñas iniciativas en territorio, como es el caso de cooperativas, que logran implementar la Sostenibilidad de forma natural dado el ADN social y solidario de este tipo de figuras asociativas. Estas experiencias han sido una verdadera escuela, porque demuestran que cuando las comunidades se organizan desde la empatía y la colaboración, los principios de la Responsabilidad Social se convierten en una práctica cotidiana, no en un discurso.
¿Cómo era el panorama de la RSE cuando comenzó en comparación con cómo es hoy?
Sobre todo estaba vinculado a exenciones fiscales y quedaba a la buena voluntad de las empresas; hoy en día, hay mayor entendimiento de los alcances de este tipo de Responsabilidad Social por parte del sector privado y, por ende, un mayor compromiso de forma unilateral. En ese entonces, muchas organizaciones veían la RSE como un añadido opcional o un gesto filantrópico, más que como una estrategia de gestión sostenible.
“Sobre todo me quedo con los aprendizajes de pequeñas iniciativas en territorio, como es el caso de cooperativas, que logran implementar la Sostenibilidad de forma natural dado el ADN social y solidario de este tipo de figuras asociativas”
Actualmente, la situación ha cambiado de manera significativa. Las empresas han comprendido que integrar políticas de Sostenibilidad no solo mejora su reputación, sino que también fortalece su competitividad, resiliencia y relación con los grupos de interés. Hoy existe un diálogo más maduro y consciente entre lo económico, lo social y lo ambiental, lo que refleja una evolución real en la forma de concebir el papel de la empresa dentro de la sociedad.
¿Cuándo conociste a Corresponsables? ¿Qué papel consideras que ha tenido en el impulso de la RSE en las últimas dos décadas?
Realmente solo puedo mencionar mi admiración por este tipo de reconocimientos que emprenden año con año, lo cual motiva aún más la labor en estos temas tan acuciantes en la actualidad. Desde mi perspectiva, Corresponsables ha sido una plataforma clave para mantener viva la conversación sobre la importancia de actuar con ética, coherencia y compromiso en materia de Responsabilidad Social.
“Realmente solo puedo mencionar mi admiración por este tipo de reconocimientos que emprenden año con año, lo cual motiva aún más la labor en estos temas tan acuciantes en la actualidad”
Visibiliza a las iniciativas, empresas y emprendimientos comprometidos con la RSE y difunde las iniciativas más originales y sobresalientes en tal ámbito. Su labor ha permitido que buenas prácticas sean conocidas y replicadas, fomentando una cultura empresarial más sensible, innovadora y consciente del rol que el sector privado desempeña en la construcción de un futuro sostenible.
Querida Tatiana, ¿qué cambios significativos has observado en esta materia desde que comenzaste?
Se ha incrementado el número de emprendimientos, iniciativas o empresas que concursan en tales premios y las ideas son cada vez más originales y de mayor incidencia. Este crecimiento demuestra que existe una evolución constante en la manera en que los distintos actores entienden la Responsabilidad Social, no solo como una obligación, sino como una oportunidad de transformación.
“Hoy en día, hay mayor entendimiento de los alcances de este tipo de Responsabilidad Social por parte del sector privado y, por ende, un mayor compromiso de forma unilateral”
Además, se percibe una mayor integración de la Sostenibilidad en la estrategia corporativa, en lugar de tratarla como un aspecto aislado. Esto ha generado proyectos más sólidos, con impacto medible y sostenido en el tiempo, lo cual contribuye a consolidar una nueva cultura empresarial más empática, inclusiva y consciente del entorno.
¿Cuáles consideras que han sido los hitos más importantes en la evolución de la RSE y la Sostenibilidad en estas dos décadas y qué factores crees que han impulsado estos cambios?
Hay un compromiso moral y político mayor con el desarrollo sostenible en sus tres enfoques: económico, social y ambiental. Aunque todavía faltan mayores instrumentos vinculantes para lograr su consecución, sí es visible un mayor número de iniciativas en ese tenor y, sobre todo, mayor conciencia de las problemáticas actuales que pueden ser atendidas, en buena medida, a través de un compromiso mayor del sector privado por medio de la RSE.
En estas dos décadas, la aparición de marcos internacionales como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030 han marcado un punto de inflexión. Han impulsado la necesidad de que las empresas y organizaciones midan su impacto y orienten su gestión hacia metas globales comunes. Este nuevo enfoque ha promovido alianzas intersectoriales, innovación responsable y una visión compartida del progreso humano y ambiental.
¿Qué lecciones has aprendido a lo largo de tu carrera en RSE?
Es valioso respetar los tiempos y dinámicas de las diferentes iniciativas y/o emprendimientos. Cada proyecto tiene su propio ritmo, y comprender esto permite acompañar procesos de cambio más auténticos y sostenibles. He aprendido que el éxito en la Responsabilidad Social no se mide por la rapidez de los resultados, sino por la profundidad de las transformaciones que genera en las personas y comunidades involucradas.
Es un camino largo aún por recorrer, pero se requiere una auténtica sensibilización en estos temas. La formación continua, el diálogo entre sectores y la construcción de confianza son elementos esenciales para avanzar. La RSE es, ante todo, una práctica de coherencia y empatía que exige perseverancia y convicción.
¿Cuáles consideras que han sido, Tatiana, los pioneros en esta materia?
Las iniciativas pequeñas en materia de Economía Social, Solidaria y Popular. Estas experiencias han demostrado que la Sostenibilidad puede surgir desde lo local, impulsada por el trabajo colectivo y la búsqueda del bien común. Su enfoque centrado en las personas las convierte en verdaderos ejemplos de cómo se puede generar valor compartido de forma genuina.
Muchas de estas, en la forma de cooperativas pequeñas, han generado auténticos vínculos con la comunidad. Han sabido combinar tradición y compromiso con innovación social, contribuyendo al fortalecimiento del tejido económico local y mostrando que los grandes cambios comienzan desde las acciones más cercanas y cotidianas.
¿Cómo ves el futuro de la RSE y la Sostenibilidad? ¿Qué retos y oportunidades anticipas para las próximas dos décadas?
Lamentablemente no se alcanzará a cumplir con los objetivos y metas de la Agenda 2030, la cual es el referente internacional en materia de Sostenibilidad, pero al menos se ha creado mayor conciencia y un espacio importante en la agenda política de los países. Este avance en la conversación pública y empresarial es un paso importante, porque sienta las bases para una nueva forma de entender el desarrollo y la responsabilidad compartida entre sectores.
“Es un camino largo aún por recorrer, pero se requiere una auténtica sensibilización en estos temas”
Asimismo, la RSE ha sido un medio oportuno para que el sector privado se involucre y responsabilice de los impactos sociales y ambientales que ocasiona, muchas veces, su quehacer. A futuro, el reto será transformar esa responsabilidad en acciones permanentes, medibles y estratégicas, impulsando modelos de negocio realmente sostenibles, circulares e inclusivos.
Para finalizar, ¿qué papel crees que deben jugar las nuevas generaciones en la continuación de este legado?
Continuar pugnando por la obligatoriedad de la RSE y seguir impulsando la sensibilización y visibilización de casos de éxito o emblemáticos. Las nuevas generaciones deben asumir un rol protagonista, con una mirada crítica y proactiva, para exigir coherencia y transparencia a las instituciones públicas y privadas.
Además, su capacidad de innovar y de pensar en colectivo es clave para fortalecer la Sostenibilidad como principio transversal en todos los ámbitos. Su voz es esencial para garantizar que la Responsabilidad Social no sea solo una tendencia, sino una práctica estructural que transforme la manera en que entendemos el progreso.
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