El trabajo y los estudios están teniendo impacto en la salud de la juventud española. El estrés, la ansiedad y los problemas físicos afectan ya a una parte significativa de esta generación. El estudio Inserción laboral juvenil: aspiraciones, preocupaciones y desafíos, elaborado por Fundación Pfizer y Fad Juventud, busca profundizar en la relación entre empleo, expectativas y salud de la juventud en España.
Tres de cada diez jóvenes declaran sufrir estrés de manera continua y dos de cada diez, ansiedad, cifras que se disparan entre las chicas: el 39,5% afirma vivir con estrés permanente por motivos laborales, frente al 17,8% de los chicos.
A estos malestares emocionales y de salud mental se suman los físicos: casi la mitad de las personas jóvenes (48,3%) sufre dolores musculoesqueléticos de vez en cuando, junto con fatiga y falta de descanso (40,2%). Las consecuencias son especialmente notables en quienes compaginan trabajo y estudios, así como en el grupo de 25 a 29 años, y especialmente persistente en mujeres (el 22,3% de ellas sufren “continuamente” estas dolencias, mientras que sólo las sufren “continuamente” el 7,5% de los chicos).
La juventud española sitúa la salud y la estabilidad económica como prioridades vitales. El 50,9% considera que lo más importante en su vida es tener buena salud, seguido de la estabilidad laboral (44,4%). Muy por detrás quedan el desarrollo profesional (17,2%) y el éxito en el trabajo (14,8%).
El informe también refleja la importancia de la conciliación. Más de un tercio de la juventud (34,8%) señala que lo más relevante al elegir un empleo es que les permita compatibilizar su vida laboral con la personal, por encima de tener ingresos elevados o prestigio profesional.
En términos económicos, la realidad continúa marcada por la precariedad. Más de uno de cada cuatro jóvenes asegura cobrar menos de 1.100 € al mes, con la brecha de género presente: el 32,2% de chicas frente al 20,7% de chicos se encuentra en esta franja salarial.
Estas son algunas de las principales conclusiones del estudio Inserción laboral juvenil: aspiraciones, preocupaciones y desafíos que, elaborado por la Fundación Pfizer y la Fad Juventud, se ha presentado esta mañana en rueda de prensa. El objetivo de la investigación ha sido explorar la realidad laboral de las personas jóvenes en España, indagando en sus intereses, expectativas, obstáculos y en el impacto de su situación laboral y académica en la salud.
Las conclusiones están basadas en una encuesta a 1.200 jóvenes de 15 a 29 años, realizada entre el 15 y el 28 de abril de 2025.
En la presentación han intervenido Sergio Rodríguez, presidente de la Fundación Pfizer; Beatriz Martín Padura, directora general de Fad Juventud; y Anna Sanmartín, directora de investigación de Fad Juventud.
Para Sergio Rodríguez, “Los resultados de este estudio no dan lugar a dudas, la juventud española antepone la salud y la calidad de vida al trabajo. Sin embargo, un porcentaje alto asegura padecer malestares físicos y emocionales por su situación laboral o estudios. Como sociedad hay que seguir trabajando para que los jóvenes puedan contar con condiciones laborales, de educación y sanidad adecuadas para ayudar a dar respuesta a sus necesidades. Es positivo que los jóvenes tomen conciencia de la importancia de la salud en sus vidas, que la prioricen o soliciten apoyo cuando lo necesiten”.
Por su parte, Beatriz Martín Padura destacó: “Las y los jóvenes nos están diciendo con claridad que su bienestar no es negociable. La sociedad tiene la responsabilidad de ofrecerles oportunidades laborales que les permitan crecer profesionalmente sin renunciar a su salud ni a su vida personal”.
Efectos de la precariedad laboral y académica
La salud se ha convertido en un factor determinante de la empleabilidad juvenil. Más allá de los problemas físicos y emocionales, el informe señala cómo estos condicionan la forma en que las personas jóvenes se relacionan con su trabajo o sus estudios.
Casi un tercio reconoce que su situación actual les ha reducido el tiempo de ocio (31,4%) y normalizado el estrés (30,4%), mientras que un 27,7% asegura haber experimentado síndrome del impostor/a.
La incidencia de estos problemas varía según la edad y la actividad. El grupo de 25 a 29 años es el que más estrés padece, mientras que quienes compaginan empleo y estudios son los que más sufren fatiga y falta de descanso. Estas condiciones no solo afectan al bienestar inmediato, sino que también condicionan sus expectativas laborales a medio plazo.
Como respuesta, la juventud desarrolla estrategias para proteger su salud. Entre quienes trabajan, más de un tercio identifica la sobrecarga y la falta de descansos como principal problema, y recurre sobre todo a hablar con sus compañeros y compañeras para proponer cambios o a la búsqueda de un nuevo empleo. Quienes estudian, por su parte, señalan el exceso de carga académica y la incertidumbre sobre su futuro como factores que minan su bienestar.
Expectativas y futuro laboral: estabilidad y conciliación
La fotografía actual revela diversidad de situaciones, según el informe: el 39,3% de la juventud trabaja exclusivamente, un 25,1% compagina empleo y estudios y solo un 5,6% se encuentra en desempleo. Las chicas participan más en el mercado laboral que los chicos (64,1% frente al 51%), aunque esta mayor presencia no se traduce en mejores condiciones. Al contrario: sufren más temporalidad y peores salarios, con un 32,2% de ellas percibiendo menos de 1.100 € al mes, frente al 20,7% de los chicos.
El futuro laboral que dibuja la juventud española está marcado por la demanda de seguridad y equilibrio. El 38,1% aspira a un empleo estable y el 34,8% a un trabajo que permita conciliar con la vida personal. Las chicas destacan más que los chicos la importancia del tiempo personal (39,7% frente a 30%) y del buen ambiente laboral (29% frente a 20%).
Sin embargo, las barreras para alcanzar esas metas son significativas. Los salarios bajos (41,9%), la dificultad para adquirir experiencia (35,5%) y la imposibilidad de emanciparse (33,6%) encabezan la lista de retos. Estos problemas se agudizan en las chicas, que mencionan más que los chicos tanto los salarios bajos (49,2% vs. 34,7%) como la dificultad de emanciparse (40,5% vs. 30,5%).
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