En los últimos 10 o 15 años, se ha producido una gran revolución en el manejo y en el tratamiento de los factores etiológicos y de los factores de riesgo cardiovascular. Hace dos o tres décadas, para el tratamiento de las hiperlipemias, disponíamos de pocas herramientas terapéuticas: los fibratos, las resinas, el ácido nicotínico (que había que prescribirlo con fórmula magistral) y poco más. De ahí, hemos pasado a disponer de múltiples herramientas de diagnóstico genético, de terapias de silenciamiento génico, terapias de inhibidores, de estatinas… y están por llegar nuevas dianas terapéuticas con lipoproteína a [lp(a)], con inhibidores de angiopoyetina 3, etc… La revolución de los últimos 10 años en el manejo de los transtornos lipídicos, tanto en los aspectos diagnósticos como en los terapéuticos, ha sido enorme.
Estamos viviendo un momento esperanzador y emocionante, con gran innovación en el tratamiento y diagnóstico de la enfermedad cardiovascular. En este contexto, destacan las nuevas terapias de silenciamiento génico, que constituyen la siguiente revolución. Se trata de terapias que nos permitirán no solo bloquear los genes que originan daño en el organismo, sino conseguir impedir de forma definitiva que esos genes se expresen. Están ya en fase experimental y con unas expectativas extraordinariamente relevantes en cuanto a manejo de ciertos transtornos lipídicos relacionados con genes concretos.
Además, están desarrollándose también los oligonucleóticos antisentido y los RNA de interferencia frente a la lp(a), que sabemos ya que es un factor causal de enfermedad arteriosclerótica muy importante. Con estos tratamientos, bloquearemos la síntesis de la lp(a) como una forma extraordinariamente eficaz de impedir que sintetice, y la reduciremos en más de un 98%. Ya estamos a la espera de los próximos ensayos clínicos en este sentido, en los que están involucrados muchos miembros de la Sociedad Española de Arteriosclerosis (SEA). Y después llegará la terapia génica con angiopoyetina 3.
Al mismo tiempo que nos emocionamos con todos estos nuevos tratamientos, nuestra misión como médicos es prevenir, diagnosticar precozmente e intentar que el infarto o cualquier otro evento cardiovascular no llegue, con tratamientos eficaces sobre los factores causales y los factores de riesgo cardiovascular. Cuando tratamos el evento, ya estamos llegando tarde.
Y aunque las terapias farmacológicas son necesarias, y muchas veces imprescindibles, no deben nunca sustituir a la terapia de estilo de vida, tanto en la prevención como en el tratamiento post evento. Es algo básico y lo es para todo el mundo. Es el primer tratamiento que debemos generalizar para toda la población, especialmente en aquellas personas con hiperlipemia y factores de riesgo. Eso es invertir en salud a lo largo de toda la vida. Y nada va a sustituir el efecto beneficioso que tiene toda la modificación de los estilos de vida hacia un modelo saludable, y no solo de alimentación. Hablamos también de buenos hábitos de sueño, de eliminar tóxicos como el tabaco o el alcohol, de hacer ejercicio físico, de evitar la obesidad, controlar la diabetes, etc… Eso no lo puede compensar ningún fármaco.
En este sentido, como sociedad en su globalidad, lo estamos haciendo fatal, y en muchas ocasiones estamos haciendo todo lo contrario de lo que deberíamos hacer. En primer lugar, estamos abandonando el modelo de alimentación mediterránea tradicional: menos del 20% de la población española sigue este modelo. Y, desgraciadamente, este porcentaje es mucho más bajo o casi inexistente entre los jóvenes.
Es un retroceso radical. Y la consecuencia de esto es la enfermedad metabólica, la obesidad, la diabetes y la enfermedad cardiovascular, entre otras. Desgraciadamente, España, y todos los países occidentales, están sufriendo una pandemia de enfermedad metabólica. El avance de la medicina es crucial, y estamos viviendo un momento brillante. Pero los ciudadanos no podemos declinar nuestra responsabilidad y compromiso con nuestra propia salud. Hay mucho en nuestras propias manos.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial del Corazón