¿Qué significa para ti formar parte de la red Food Changemakers de KM ZERO?
Formar parte de la red de FoodChangemakers de KM Zero aporta un gran valor. En primer lugar, permite estar conectado con profesionales especializados en los retos del sector alimentario hacia la sostenibilidad, lo que facilita el acceso a innovaciones y soluciones reales de negocio.
En segundo lugar, ofrece espacios para el diálogo y la reflexión conjunta que enriquece el análisis y aporta una visión mucho más completa de las potenciales soluciones e innovación que existen.
¿Qué mensaje principal quieres compartir con el público a través de tu trabajo?
Hasta ahora, la Sostenibilidad en el sector alimentario, como en muchos otros, se ha abordado principalmente desde la gobernanza ESG y el cumplimiento normativo. Aunque estos enfoques son necesarios, resultan insuficientes. Actuar desde la responsabilidad permite mitigar los impactos negativos de la gestión empresarial, pero no genera un valor real ni para el consumidor ni para la sociedad.
La mayoría de las empresas están centradas en cumplir con las exigencias regulatorias, pero son pocas las que han optado por asumir un rol verdaderamente transformador y diferenciador, capaz de generar valor tangible tanto para el consumidor como para la sociedad.
En este contexto, la transformación del sistema alimentario hacia la sostenibilidad representa una oportunidad única para reinventar marcas y modelos de negocio. Aunque requiere, en muchos casos, una reinvención profunda e innovadora de las propuestas existentes.
Es precisamente desde esta perspectiva que trabajo en MasSalmones, como business partner, ayudando a empresas que están dispuestas a dar el salto: pasar de una sostenibilidad basada solo en la responsabilidad, hacia un enfoque que convierta el impacto positivo en un valor diferencial y estratégico para el negocio
¿Qué desafíos has enfrentado en tu trayectoria profesional y cómo los has superado?
Los mayores desafíos han estado en la gestión del cambio y del riesgo. Convencer a los consejos directivos de grandes corporaciones de invertir en proyectos de transformación no ha sido tarea fácil, especialmente cuando el retorno de la inversión a corto plazo no resulta evidente. Esto se debe, en gran medida, al uso de métricas tradicionales ancladas en el ‘business as usual’, que ofrecen una visión financiera de corto alcance.
La respuesta ha sido desarrollar nuevas métricas de negocio que capturen de forma más precisa el valor a largo plazo y el impacto transformador de estas iniciativas, al servicio de la competitividad, la diferenciación y la consolidación de un propósito con impacto positivo
¿Cuál crees que es el mayor reto del sistema alimentario global actualmente?
Es difícil elegir uno, ya que hay una larga lista. Pero quería poner el foco en un reto que enfrenta hoy el sistema alimentario y que parece aun invisible a la sociedad del primer mundo: El riesgo de escasez de alimentos / food scarcity, debido al cambio climático y a la inestabilidad geopolítica en la que estamos que pone a prueba la soberanía alimentaria de los países.
El informe del World Economic Forum 2025 advierte que varios sistemas naturales están cerca de alcanzar puntos de no retorno, lo que podría agravar seriamente la inseguridad alimentaria en todo el mundo, también en los países desarrollados.
Vivimos en una sociedad de la cultura de la abundancia, donde como ciudadanos asumimos que el acceso a los alimentos está garantizado. Pero esta percepción está cada vez más alejada de la realidad. Ya empezamos a ver señales claras de escasez: cosechas que no prosperan, suelos agotados, océanos que se vacían de peces y un clima cada vez más impredecible.
La agricultura, en particular, es uno de los sectores más vulnerables, precisamente por su fuerte dependencia de ecosistemas que están al límite de su capacidad. El reto no es solo adaptarse, sino también cambiar la forma en que producimos, distribuimos y valoramos los alimentos.
¿Cómo conecta tu proyecto con el concepto de sostenibilidad alimentaria?
Mi rol como business partner en Sostenibilidad y transformación hacia el impacto positivo consiste en acompañar a las empresas del sector alimentario a comprender que su competitividad futura depende de transformar su negocio desde un propósito sostenible. A través de una metodología práctica y personalizada, las ayudo a dar sentido de negocio a la sostenibilidad y convertirlo en acciones concretas.
Creo que muchas empresas ya están convencidas del para qué, pero aún necesitan mucho know how en el cómo: ¿cómo llevarlo a la práctica de forma efectiva?, con soluciones que no solo reduzcan impactos, sino que generen valor real y diferencial para el negocio, el consumidor y la sociedad.
¿Qué papel juegan la educación y la concienciación ciudadana en tu enfoque?
Una sociedad con mayores valores en corresponsabilidad, ética y civismo sin duda ayudaría no solo a avanzar de forma más unánime, sino en no ver solo en el otro la responsabilidad de lo que es sin duda una agenda compartida.
Para que estos valores lleguen, la educación es clave, en casa, en las escuelas, en las universidades…
¿Qué importancia tiene la colaboración internacional en el cambio sistémico de la cadena alimentaria?
Las cadenas alimentarias en algunas categorías y en algunos ingredientes están muy globalizadas. Es por esto que la visión de colaboración es sin duda fundamental.
Si analizamos detenidamente cualquier marca de alimento que consumimos habitualmente, descubriremos que algunos de los ingredientes que contiene han recorrido grandes distancias y atravesado múltiples países antes de llegar a nuestras manos. Esta realidad refleja un proceso complejo y extenso que va mucho más allá de lo que solemos imaginar.
Debemos ser conscientes de que cada ingrediente de una marca de alimentación tiene su propia historia. Primero, debe cultivarse en un lugar determinado. Luego, ese producto debe transportarse a centros de procesamiento, que en algunos casos se encuentran en otros países. Allí es donde se transforma, es decir, se somete a distintos procesos industriales para convertirse en un componente apto para el consumo o para formar parte de un producto más complejo.
¿Qué esperas aprender o compartir durante tu participación en el proyecto KM ZERO?
Me interesa especialmente profundizar en estrategias de descarbonización para la industria alimentaria, con un enfoque en iniciativas que permitan avanzar de manera efectiva en la reducción de emisiones, especialmente en el Scope 3. En este sentido, me interesa explorar herramientas como el insetting, que permiten actuar directamente dentro de la propia cadena de valor y así reducir la intensidad de carbono por producto.
Además, quiero conocer mejor casos de éxito en agricultura regenerativa que no solo contribuyan a la reducción de emisiones, sino que también estén demostrando indicadores de mayor resiliencia frente a los efectos del cambio climático y reduzcan el riesgo de disrupciones en sus cadenas de suministro, fortaleciendo así su competitividad a largo plazo
¿Qué mensaje te gustaría dejar a quienes quieren transformar el sistema alimentario desde lo local?
Es necesario que trabajemos más juntos, porque los retos de esta industria son profundamente sistémicos: involucran a numerosos actores y sectores. Nadie va a salvarse por sí solo. Tenemos que empezar a derribar los silos que todos hemos construido al intentar entender y gestionar los negocios. Me refiero tanto a las empresas como a la administración pública, el activismo y la academia. En mis años de experiencia, he visto cómo se han perdido grandes oportunidades debido a la cultura individualista que prevalece en nuestra sociedad. Trabajar con una perspectiva sistémica, en coaliciones, es una de las pocas maneras de afrontar las inversiones que serán necesarias. Por eso el concepto de bioeconomía y bioregión empieza a ganar cada vez más relevancia.