Luis Felipe Fernández, Director Gerente de ECOLAGUNAS, es uno de esos profesionales que comenzaron a hablar de Responsabilidad Social y Sostenibilidad mucho antes de que se convirtieran en parte del discurso empresarial. Su conciencia ecológica y su compromiso con un modelo ético de gestión afloraron ya en su etapa universitaria, aunque pronto descubrió que ese camino no estaba exento de incomprensiones: “Al principio fue difícil de asumir que hubiera personas y organizaciones abiertamente contrarias a adoptar medidas responsables”.
Desde entonces, ha vivido la evolución del concepto desde los márgenes hacia el centro de la estrategia empresarial. “La aceptación de la Responsabilidad Social y Medioambiental es una realidad y ya casi nadie la discute”, afirma. Pero advierte de que el verdadero reto está en asumir la coherencia personal como parte del proceso: “Todavía no estamos dispuestos a renunciar a ciertos aspectos de lo que entendemos por calidad de vida, aunque eso suponga comprometer nuestro entorno”.
En el marco del 20º Aniversario de Corresponsables, Fernández reivindica también el papel de los medios comprometidos en ese cambio cultural: “Sin organizaciones y plataformas como Corresponsables, la transformación sería mucho más lenta, o incluso inviable”. Cree que su labor ha sido crucial para dar visibilidad a quienes ya trabajaban desde hace años por una economía más justa y sostenible.
Mirando al futuro, es claro: “Deberíamos llegar a un punto en el que no sea necesario hablar de RSE. Igual que no distinguimos hoy a las empresas que no utilizan mano de obra esclava, todas las organizaciones deberían ser, por defecto, responsables”. Una visión exigente, pero esperanzadora, que conecta experiencia, propósito y horizonte compartido.
No todo el mundo, ni siquiera entre las personas de mi generación, estaba a favor de adoptar medidas de Responsabilidad Social o medioambientales
Luis Felipe, ¿cómo nació tu interés por la Responsabilidad Social y la Sostenibilidad, y qué vivencias marcaron tus primeros pasos en este ámbito?
Siempre he sentido una inquietud natural por estos temas, pero fue durante mi etapa universitaria cuando tomé verdadera conciencia del papel que podían tener en la transformación social y empresarial. Fue allí donde empecé a profundizar y a definir un posicionamiento más claro.
Uno de los momentos que más me impactó al principio, seguramente fruto de la candidez juvenil, fue descubrir que no todo el mundo, ni siquiera entre las personas de mi generación, estaba a favor de adoptar medidas de Responsabilidad Social o medioambientales. Es más, encontré posturas abiertamente contrarias, tanto a nivel individual como organizativo.
Hoy en día, aunque esa actitud aún existe y continúa pareciéndome irracional, he aprendido a normalizarla y a entenderla como parte del proceso de cambio cultural.
¿Cómo era el panorama de la RSE cuando comenzaste, y qué diferencias observas respecto a la actualidad?
Mi carrera profesional comenzó en los años noventa, una época en la que solo algunas personas expresábamos con claridad nuestra sensibilidad hacia la RSE. En ciertos entornos, especialmente en el ámbito profesional, estas inquietudes eran mal vistas o incluso consideradas radicales. Hablar abiertamente sobre responsabilidad medioambiental podía ser contraproducente, especialmente si trabajabas con la administración pública, donde estos temas eran prácticamente tabúes.
Con el tiempo, hemos visto una evolución importante: hoy la RSE está mucho más normalizada y se reconoce su importancia en las organizaciones. Pero todavía queda camino por recorrer para que se traduzca en comportamientos verdaderamente coherentes a todos los niveles.
El cambio cultural que necesitamos como sociedad no sería posible sin medios como Corresponsables
Y dentro de este panorama, ¿recuerdas cuándo conociste a Corresponsables y qué papel consideras que ha tenido en la evolución de la RSE en estas dos décadas?
No recuerdo con exactitud cuándo conocí a Corresponsables, pero sí tengo claro que fue fruto de la necesidad de encontrar entornos y organizaciones civiles donde convergieran personas con una filosofía y sensibilidad similar hacia la RSE.
Valorar su papel con precisión no me resulta fácil, pero estoy convencido de que el cambio cultural que necesitamos como sociedad no sería posible sin medios como Corresponsables. La cultura no cambia de un día para otro; se transforma con el tiempo, y esa transformación sería mucho más lenta, o directamente inviable, sin plataformas que difundan conocimiento, conecten a actores comprometidos y den visibilidad a las buenas prácticas.
¿Qué cambios significativos has observado en la evolución de la Responsabilidad Social desde que comenzaste a implicarte en ella?
La aceptación de la Responsabilidad Social y Medioambiental como parte necesaria del funcionamiento empresarial es ya una realidad. Hoy prácticamente nadie discute su relevancia, lo cual supone un gran avance respecto a décadas anteriores.
Sin embargo, falta lo más complejo: que cada individuo asuma esa responsabilidad de forma personal y actúe en consecuencia. Todavía tendemos a delegar en las instituciones, sin interiorizar que el cambio empieza por nuestras propias decisiones. En general, no estamos dispuestos a renunciar a ciertos aspectos del estilo de vida que asociamos con bienestar, aunque eso suponga comprometer nuestro entorno o la sostenibilidad a largo plazo.
¿Cuáles consideras que han sido los grandes hitos en la evolución de la RSE y qué factores han impulsado esos cambios?
Más que identificar un hito concreto que haya marcado un antes y un después, diría que la evolución de la RSE ha sido fruto de la suma de múltiples acontecimientos y evidencias que, en conjunto, han impulsado la toma de conciencia social, especialmente en los países occidentales.
Entre esos acontecimientos destacaría las cumbres climáticas, los acuerdos internacionales y la legislación adoptada a nivel europeo. También han sido clave las movilizaciones públicas, los informes científicos, y por supuesto, las consecuencias tangibles del cambio climático. Vivencias como la pandemia o el incremento de grandes incendios forestales han actuado como señales de alarma que han reforzado la necesidad de un compromiso más firme y estructurado con la sostenibilidad.
Aunque es esencial mantenerse firme en las convicciones, adoptar posturas excesivamente radicales puede ser contraproducente
Luis Felipe, a lo largo de tu carrera profesional, ¿qué aprendizajes te ha dejado tu compromiso con la RSE y la Sostenibilidad?
He aprendido que trabajar en RSE es una carrera de fondo. No se trata de implementar una acción puntual o de adoptar una política temporal, sino de impulsar un cambio profundo que afecta, sobre todo, a la cultura de las organizaciones.
También he entendido que, aunque es esencial mantenerse firme en las convicciones, adoptar posturas excesivamente radicales puede ser contraproducente. Muchas veces, esas actitudes generan resistencia y terminan retrasando la evolución hacia una cultura empresarial más responsable. El cambio real se construye desde la constancia, el diálogo y la capacidad de influir sin imponer.
Mirando hacia delante, ¿cómo visualizas el futuro de la RSE y la Sostenibilidad, y qué papel crees que deberían asumir las nuevas generaciones en este camino?
Creo que, en los próximos años, la Responsabilidad Social Empresarial se consolidará como un elemento diferenciador clave y un factor real de competitividad para las empresas. Ya no bastará con cumplir; será necesario destacar por un compromiso auténtico, estratégico y medible con el entorno social y medioambiental.
En este proceso, las nuevas generaciones jugarán un papel fundamental. Son ellas quienes deberán normalizar la cultura de la responsabilidad en las organizaciones hasta que llegue un punto en el que ya no sea necesario hablar de RSE como un ámbito separado. En ese futuro deseable, actuar con criterios éticos y sostenibles será lo habitual, lo esperable, lo estructural.
Del mismo modo que hoy no resulta necesario etiquetar como “empresa sin mano de obra esclava” a una organización que respeta los derechos humanos, llegará un momento en que no necesitaremos distinguir a las empresas responsables: simplemente, todas lo serán. Ese es el horizonte que debemos construir juntos.
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