En el Perú, cerrar el déficit habitacional de cerca de 1.8 millones de viviendas exige no solo construir más, sino hacerlo con calidad y materiales que garanticen seguridad y durabilidad. Según Capeco, se necesitan al menos 200 mil viviendas nuevas cada año para cubrir esta brecha, lo que implica considerar las condiciones particulares de la costa, sierra y selva al momento de elegir el cemento adecuado. Un material bien seleccionado no solo asegura la resistencia de la obra, sino que también reduce los costos de mantenimiento a largo plazo.
En zonas costeras y de alta humedad, como Lima o viviendas de playa, el cemento debe ser resistente a sulfatos y cloruros para evitar el deterioro por salitre y corrosión, mientras que en proyectos con plazos ajustados se recomienda un cemento de fraguado rápido, ideal para remodelaciones, losas o vigas que requieren desencofrado veloz. En construcciones generales, sin condiciones extremas, los cementos hidráulicos de uso múltiple resultan la mejor alternativa por su equilibrio entre durabilidad y versatilidad, funcionando tanto en viviendas como en infraestructura urbana.
Para proyectos de albañilería y acabados finos, lo más importante es garantizar adherencia y uniformidad, por lo que se recomienda usar cementos especializados en trabajos no estructurales. En áreas rurales o de climas extremos, conviene optar por cementos que reduzcan la fisuración y aseguren un buen desempeño estructural. En todos los casos, la clave está en adaptar el tipo de cemento al entorno y al uso de la construcción, pues elegir correctamente prolonga la vida útil de la obra, asegura calidad y contribuye a mejorar la vivienda en el país.