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Con más de dos décadas de experiencia impulsando la Responsabilidad Social desde el ámbito empresarial y consultivo, Eloy Rodríguez Alfonsín, Director General de ACCSE (Acción Social Empresarial), ha sido una de las voces pioneras en América Latina en articular estrategias de impacto social con visión empresarial. “En el año 2000, la RSE era vista como una estrategia comercial o filantropía corporativa. Nada que ver con un sentido estratégico”, recuerda sobre aquellos inicios en los que hablar de Sostenibilidad generaba escepticismo y, a menudo, desconfianza.
Rodríguez Alfonsín inició su trayectoria tras descubrir campañas como “12 meses 12 causas” y “Ropa limpia… de injusticias”, que lo motivaron a adaptar estos enfoques a la realidad mexicana desde Restaurantes Toks. “Me tocó tocar puertas, ser recibido con escepticismo y una que otra actitud de apatía y desconfianza”, comenta. Años más tarde, su convicción se mantiene firme: “La humanidad y el planeta no pueden esperar más”, sentencia, recordando que la RSE debe estar integrada en el ADN de toda organización.
Con motivo del 20º aniversario de Corresponsables, Rodríguez Alfonsín resalta el papel clave que ha desempeñado el medio en la consolidación de una comunidad iberoamericana en torno a la Responsabilidad Social: “Son un extraordinario mecanismo de promoción de la RSE en Iberoamérica”, afirma. También recuerda su vínculo personal con Marcos González, con quien entabló amistad en el CIES de la Universidad de Barcelona, tras conocerse en México.
A lo largo de esta entrevista, repasa los hitos más importantes del sector, los desafíos pendientes, su visión sobre el rol transformador de las nuevas generaciones y el impacto real que ha tenido la presión de los inversionistas en la evolución de la RSE: “Cuando se empezó a ver como parte del desempeño económico-financiero, logró su mayor impulso”, afirma. Y concluye con un mensaje claro: “La RSE no es una moda, el tiempo nos dio la razón”.
Eloy, ¿cuándo y por qué comenzaste a interesarte e involucrarte en el ámbito de la Responsabilidad Social y Sostenibilidad?
Desde el año 2000, comencé a interesarme en estos temas tras conocer un par de campañas en España que me marcaron profundamente. La primera, “12 meses 12 causas”, promovía donativos y fue una gran inspiración, tanto que posteriormente la implementamos en México a través de Restaurantes Toks. La segunda, “Ropa limpia… de injusticias”, tenía un enfoque directo en la conciencia del consumidor, buscando generar reflexión sobre la ropa que compramos y sus condiciones de producción, especialmente para evitar apoyar la mano de obra infantil o maltratada.
«Me tocó tocar puertas, ser recibido con escepticismo y una que otra actitud de apatía y desconfianza»
A partir de ahí, comenzó mi involucramiento activo. Me tocó tocar muchas puertas, con frecuencia siendo recibido con escepticismo, e incluso con actitudes de apatía y desconfianza. No era fácil hablar de Responsabilidad Social ni de Sostenibilidad en aquel entonces, pero poco a poco fuimos construyendo espacios de conversación y compromiso. Estas experiencias tempranas, aunque difíciles, me permitieron entender la importancia de la perseverancia y de contar con argumentos sólidos para avanzar en este camino.
¿Cómo era el panorama de la RSE cuando comenzó en comparación con cómo es hoy?
En el año 2000, la Responsabilidad Social era percibida de forma muy limitada. Generalmente se entendía como una estrategia comercial centrada en el marketing con causa o, en el mejor de los casos, como filantropía corporativa. No existía todavía una noción amplia de integración estratégica ni un enfoque sistémico dentro de las organizaciones. La RSE era vista como algo accesorio, más vinculado a la reputación que a la operación misma del negocio.
«En el año 2000 era vista como una estrategia comercial o como filantropía corporativa»
En ese contexto, hablar de Sostenibilidad o de impactos sociales a largo plazo era todavía más complicado. Era una conversación marginal, muchas veces incomprendida. Hoy, afortunadamente, esa percepción ha evolucionado, y la RSE ya no se reduce a campañas publicitarias o donativos. Pero en aquel entonces, realmente estábamos en una etapa muy incipiente, donde el reto era simplemente lograr que nos escucharan.
¿Cuándo conociste a Corresponsables? ¿Qué papel consideras que ha tenido en el impulso de la RSE en las últimas dos décadas?
Conocí a Marcos en México al inicio de su llegada al país, en un contexto de creciente interés por la Responsabilidad Social en la región. Fue un primer encuentro muy valioso, pero lo que realmente consolidó nuestra relación fue el tiempo compartido en el CIES de la Universidad de Barcelona, donde desarrollamos una buena amistad y un respeto mutuo por nuestros respectivos caminos profesionales.
«Corresponsables es un extraordinario mecanismo de promoción de la RSE en Iberoamérica»
A lo largo de los años, he visto cómo Corresponsables se ha convertido en un extraordinario mecanismo de promoción de la Responsabilidad Social en Iberoamérica. Su labor ha sido clave para generar comunidad, compartir conocimiento, dar visibilidad a buenas prácticas y profesionalizar el sector. Han sido persistentes, consistentes y, sobre todo, comprometidos con una visión integral de la RSE que ha ayudado a elevar el nivel de la conversación pública y empresarial sobre estos temas.
Querido Eloy, ¿qué cambios significativos has observado en esta materia desde que comenzaste?
Uno de los cambios más notables ha sido el paso de entender la Responsabilidad Social como un simple accesorio a integrarla como una gestión estratégica dentro de las empresas. Antes, la RSE era vista como un área secundaria, como un «bonito» que adornaba el discurso corporativo, pero que no tenía incidencia real en la toma de decisiones ni en los modelos de negocio.
Hoy, por el contrario, se reconoce cada vez más como un modelo para hacer negocios de forma sostenible. Ha pasado de ser un “apéndice” al cuerpo de las organizaciones a convertirse en el corazón y el cerebro de muchas de ellas. Esa transformación ha sido profunda y ha requerido tiempo, pero el cambio de visión ya está ocurriendo y es irreversible para quienes entienden que el futuro empresarial depende de ello.
¿Cuáles consideras que han sido los hitos más importantes en la evolución de la RSE y la Sostenibilidad en estas dos décadas y qué factores crees que han impulsado estos cambios?
Sin duda, uno de los factores clave que ha permitido que la Responsabilidad Social avance como parte estratégica de las organizaciones ha sido el foco que hoy tiene en la mirada de los inversionistas. Cuando los actores financieros empezaron a valorar el impacto social y ambiental en sus decisiones de inversión, se abrió un espacio real para integrar estos temas en la conversación económica.
«La Sostenibilidad es hoy es el corazón y el cerebro de las organizaciones»
A partir de ese momento, al comenzar a verse la RSE como parte del desempeño económico financiero, se logró un mayor impulso. Anteriormente, quienes trabajábamos en esto éramos como apóstoles muy comprometidos, hablando con entusiasmo de sus bondades, pero con poco eco institucional. Hoy, gracias a ese cambio de paradigma, hay más recursos, más normativas y una presión externa que ha ayudado a acelerar el proceso.
¿Qué lecciones has aprendido, Eloy, a lo largo de tu carrera en RSE?
Una de las lecciones más importantes ha sido comprender que la Responsabilidad Social debe estar en el ADN de las organizaciones. No puede seguir siendo un área separada, ni algo que se activa solo en momentos de crisis. La humanidad y el planeta no pueden esperar más, y cada empresa tiene un papel que cumplir, ya no como una opción, sino como una obligación ética y estratégica.
Además, he aprendido que si la RSE no se ve como un gestor de riesgos y oportunidades, simplemente no logrará consolidarse. Las organizaciones que entienden esto pueden anticiparse a escenarios adversos y, al mismo tiempo, generar valor compartido. No se trata solo de hacer el bien, sino de hacerlo bien, con visión, método y consistencia.
¿Tienes alguna anécdota que refleje el espíritu y los desafíos de los primeros años de la RSE?
Uno de los desafíos más grandes, que aún persiste en cierta medida, ha sido el de cambiar la línea editorial de los medios masivos de comunicación. En múltiples ocasiones he escuchado frases como “busquemos causas ‘sexis’, que jalen a la gente”, lo que refleja una visión superficial y utilitaria de la Responsabilidad Social.
«Antes éramos una serie de apóstoles, muy comprometidos, platicando de sus bondades»
Frente a esto, no hay mucho más que hacer que reconocer que aún queda un buen camino por andar. La transformación cultural no ocurre de un día para otro, pero cada conversación, cada iniciativa y cada espacio ganado cuenta. Y en este campo, la coherencia y la persistencia siguen siendo nuestras mejores herramientas.
¿Cuáles consideras que han sido los pioneros en esta materia?
En lo personal, reconozco a dos figuras fundamentales que fueron mis grandes mentores y también pioneros en la Responsabilidad Social. El primero, Don Rubén Aguilar Monteverde, ya fallecido, dejó una huella profunda por su compromiso y su visión humana. Fue una persona adelantada a su tiempo, con ideas claras y un fuerte sentido ético.
El segundo, el Maestro Víctor Guédez, ha sido y sigue siendo un extraordinario pensador y mentor. Las conversaciones que sostuve con ambos en distintos momentos de mi carrera me dejaron un tesoro intelectual muy valioso. Son referentes no solo por lo que hicieron, sino por la forma en que inspiraron a tantos a seguir trabajando con convicción en este camino.
Eloy, ¿puedes compartir algún caso de éxito que consideres emblemático en el campo de la RSE?
Sin duda, uno de los logros que considero más emblemáticos fue traer junto con Restaurantes Toks la campaña «12 meses 12 causas» hace más de dos décadas. Fue un esfuerzo muy significativo que nos permitió promover la Responsabilidad Social involucrando directamente a los consumidores, algo que en ese momento no era común.
«La humanidad y el planeta no pueden esperar más»
Esta campaña fue pionera no solo por su contenido, sino por su forma de conectar con la sociedad, generar impacto y abrir espacios de colaboración. Fue un gran impulso para el sector y una muestra concreta de que la RSE bien implementada puede movilizar tanto a las empresas como a la ciudadanía.
¿Qué lecciones has aprendido a lo largo de estos años en el campo de la RSE y la Sostenibilidad?
Yo siempre dije: la Responsabilidad Social no es una moda, y el tiempo finalmente nos dio la razón. Muchos de nosotros lo afirmábamos cuando todavía era una idea poco comprendida, y ahora vemos cómo ha ganado espacio y reconocimiento en todos los sectores. La RSE llegó para quedarse.
Además, ser consultor durante tantos años, acompañando a empresas en sus procesos de transformación, me ha enseñado a no apasionarme en exceso. Es importante respetar el ritmo de cada organización. Tarde o temprano, si el enfoque es serio, se darán los pasos necesarios para mejorar su gestión y conducta día a día.
Eloy, ¿cómo ves el futuro de la RSE y la Sostenibilidad?
El futuro de la Responsabilidad Social y la Sostenibilidad depende en gran medida de que se consolide el impulso del sector financiero hacia la economía sostenible. Si logramos afianzar esta relación, se fortalecerá el vínculo entre resultados económicos y compromiso social-ambiental.
«La RSE no es una moda, y el tiempo nos dio la razón»
Además, es necesario sumar esfuerzos de todos los sectores para reducir disparidades e impulsar de forma decidida el cuidado ambiental. El reto está en que estas acciones se conviertan en prácticas permanentes, integradas en los modelos de negocio y no en iniciativas puntuales.
¿Qué papel crees que deben jugar las nuevas generaciones en la continuación de este legado?
El papel de las nuevas generaciones es clave. Ellas deben enfocarse en buscar soluciones a los retos que enfrenta la humanidad, y no limitarse a replicar lo ya hecho. El legado aún es inacabado, y eso abre una gran oportunidad para la innovación, la transformación y el liderazgo ético.
Las generaciones que vienen tienen mucho por hacer, pero también traen consigo nuevas herramientas, nuevas miradas y una mayor conciencia sobre lo que está en juego. Lo importante será que logren combinar su impulso con una visión estructural de largo plazo, que les permita transformar los sistemas y no solo los síntomas.
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