En los últimos años la crisis climática ha ocupado titulares e impulsado compromisos globales por parte de gobiernos, empresas y ciudadanos. Sin embargo, existe un reto aún más urgente que en ocasiones pasa desapercibido: la pérdida de la biodiversidad y la degradación de los ecosistemas. Este no es solo un desafío ambiental, sino que llega a suponer un riesgo económico, con impacto directo sobre la viabilidad de los modelos de negocio actuales y futuros. Y es que más de la mitad del PIB mundial (55%) depende, de forma moderada o alta, de los servicios que provee la naturaleza. Estudios recientes señalan que cada año perdemos al menos 479 mil millones de dólares debido a la degradación de esos servicios ecosistémicos. Si no se revierte esta tendencia, para 2030 la pérdida de biodiversidad podría costarle a la economía mundial 2.7 billones de dólares anuales, según un informe del Banco Mundial.
En 2024 el Consejo Europeo dio luz verde a la Ley Europea de Restauración de la Naturaleza que obliga a los Estados miembros a restaurar al menos el 30% de los hábitats en malas condiciones para 2030, el 60% para 2040 y el 90% para 2050.
Ante este escenario, las empresas necesitan herramientas concretas para medir, gestionar y reportar sus impactos con la naturaleza. Aquí es donde el marco TNFD (Taskforce on Nature-related Financial Disclosures) se presenta como una solución de referencia. Este marco ofrece una metodología estructurada para que empresas e instituciones financieras identifiquen, evalúen y reporten sus impactos, dependencias, riesgos y oportunidades asociadas a la naturaleza.
Estos cuatro elementos —conocidos como DIRO— permiten entender cómo una organización depende de los servicios ecosistémicos, genera impactos positivos o negativos en la naturaleza, y se ve expuesta a riesgos relacionados con el deterioro ambiental, que pueden ser físicos, como eventos climáticos extremos o pérdida de recursos naturales clave; de transición, como cambios regulatorios, tecnológicos o en las expectativas del mercado; y sistémicos, cuando se afectan cadenas de valor, mercados financieros o estabilidad operativa de forma más amplia.
Al mismo tiempo, este enfoque permite identificar oportunidades para generar valor financiero mediante soluciones que beneficien tanto a la naturaleza como al negocio, la restauración y la regeneración de ecosistemas.
El marco también ofrece recomendaciones para la divulgación de información relacionada con la naturaleza, permitiendo a las organizaciones cumplir con crecientes requisitos regulatorios y responder a las demandas de inversores y otras partes interesadas.
Además de ser una respuesta a la presión regulatoria y de mercado, el TNFD desempeña un papel crucial en la transición hacia unas finanzas alineadas con los objetivos de sostenibilidad, ya que contribuye a un sistema financiero con menor impacto ambiental, al integrar el valor de la naturaleza en la toma de decisiones.
Implementar el TNFD no tiene por qué ser complejo, si se cuenta con el asesoramiento adecuado y la voluntad de integrar la naturaleza como un eje clave de gestión de riesgos y oportunidades. Desde Neture Impact, ayudamos a las compañías a acelerar el proceso de localización de activos y análisis de impactos, convirtiendo los datos ambientales en información financiera de alto valor que impulse la toma de decisiones estratégicas.
Porque, no podemos proteger lo que no medimos. Y no podemos medir si no entendemos la urgencia del problema.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial del Medioambiente.